Tomy Rhode, el 'influencer' del campo andaluz que ha ganado un tractor gracias a las redes sociales

Con ellos da visibilidad además a los problemas cotidianos del sector , desde los precios hasta las dificultades para encontrar nuevas tierras o lograr subvenciones para comprar nueva maquinaria. Ante sus quejas, la marca de whisky Jameson recogió el guante y decidió que le regalaría un tractor si llegaba a 10.000 'me gusta'. Lo consiguió en apenas unas horas, gracias a una legión de seguidores que se ha ido ganando con su buen humor y sus anécdotas campestres. «La verdad es que no me lo esperaba. Cuando me llamaron vi el cielo abierto. Estuve callado diez minutos digo es que me voy a poner a llorar y eso que yo soy tío duro, no lloro ni con 'Big Fish'».

Al revés que la mayoría de los jóvenes de su generación, Giraldo dejó la ciudad y sus estudios de Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Córdoba para irse a vivir al campo. «Al principio no tenía ni idea. Pero poco a poco fui aprendiendo hasta hoy, que soy autónomo y trabajo en un olivar de poco menos de 40 hectáreas» , relata, orgulloso de poder enseñar a sus seguidores miles de tareas y curiosidades que él mismo ha aprendido poco a poco.

«Si nos paramos a pensar, no hay nada más tecnológico que la agricultura, nada se ha estudiado más. Y lo bonito no es solo que yo les enseñe cosas, sino que la gente te pregunta. Mientras los chavales sigan aprendiendo, bienvenido sea», relata orgulloso este enamorado del medio rural. «Yo todos los fines de semana iba al campo, casi me he criado allí. Pero si los chicos no van a ver a sus abuelos al campo, toda esa sabiduría se va a perder. La vida aquí es dura, yo me levanto a las cinco de la madrugada, pero si lo piensas hay muchos trabajos que son duros. Si dices eso no viene nadie, y en el campo hace falta gente no solo para trabajar, sino también para vivir».

Giraldo tiene además su propia marca de aceite: el aceite de Tom, que se popularizó también gracias a las redes sociales, desde donde sus seguidores se lanzaron a apoyarle en masa: «Yo normalmente vendo la aceituna, pero me sugirieron probar. Pensé que no iba a vender más de 100 garrafas, pero al final fueron cerca de 15.000, y al año siguiente 35.000. Fue una locura ». Tomy Rhode ha logrado convertir la confrontación que en muchas ocasiones impera en redes sociales -«y en muchos más lugares», lamenta- no solo en un negocio, sino también en una carta de amor a la vida rural.