«Tenemos que hablar», le dice la economía a la política
«Tanta semana en busca del "voto perdido" todos y cada uno de los representantes de nuestros partidos políticos que nos hemos (más bien, se han) olvidado de que la economía también existe
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Iniciar sesión«Tenemos que hablar», le dice la economía a la política. Una frase que le tomo prestada al profesor Javier Ongay , en un intento por poner blanco sobre negro y devolver a primera plana la importancia de la vida económica sobre la política, ... y no viceversa. Tanta semana en busca del «voto perdido» todos y cada uno de los representantes de nuestros partidos políticos -en las mil y una citas con las urnas de los últimos tiempos, ¡ya he perdido la cuenta!- que nos hemos (más bien, se han) olvidado de que la economía también existe. Y Ongay también lo explica así: «Para lograr un mejor balance social, la empresa tiene que demostrar que es algo más que capital en busca de rentabilidad, y la política, en cualquiera de sus versiones y entornos, debe concentrarse en definir y dirigir eso que se llama “política económica”».
Y es que, con frecuencia, en épocas de campaña, las promesas de los políticos nacen en un mitin y mueren, agotado su efecto electoral, en un Ministerio. En el que corresponda. Y, en muchos casos, en aquellos que están íntimamente relacionados con medidas económicas. El foco mediático en las últimas campañas se ha orientado claramente a la ideología y no a la economía. El propio Daniel Lacalle , considerado por muchos como el nuevo gurú económico del PP , ha reconocido que se ha instalado la idea de que los ajustes son cosas del pasado y ya se ha hecho todo. Una idea que han compartido el resto de responsables económicos de los partidos políticos. ¿Por qué? Pues porque es mucho más fácil hacer populismo durante la campaña electoral que hablar de desaceleración económica que no da ni medio voto. La gente quiere oír lo positivo, aquello que pueden darle o, al menos, intentarlo; está cansada de penurias y quiere dejar en el más absoluto de los olvidos los últimos años de dura crisis económica y tanto ajuste de cinturón.
Pues... a dos de junio y seguimos apostando por más política tras las elecciones. Toca pactar -¡y ahora encima por cada rincón de España !- y la «cosa» económica sigue en segundo plano. Cierto es que parece que a nuestro país, de momento, el tema de las cifras no le va del todo mal, pero los expertos -tanto instituciones españolas como organismos internacionales- empiezan a lanzar advertencias de que «tiene pinta» de que esto puede darse la vuelta más pronto que tarde. No queda otra, o cogemos cuanto antes el toro por los cuernos, o nos empezaremos a arrepentir cuando ya no tenga remedio.
Solo hace falta echarle un ojo al cuadro clínico de los números de España para percibir que hay que ponerse manos a la obra y empezar a hacer política económica. La tasa de paro sigue por encima del 14% -de entre los países desarrollados, la más alta-; la deuda pública, enquistada en el entorno del 97% del PIB (más de un billón de euros); las exportaciones, que hasta ahora habían sido uno de los motores que sacaron al país de la recesión, comienzan a debilitarse; los impuestos, empiezan a subirse; y, las empresas, retoman la «manía» de tirar de ERE y prejubilaciones para los de alrededor de algo más de los 50 que dejan al país sin talento, tirando experiencia a raudales a la papelera, de ese que otrora era condición «sine qua non» en puestos de dirección, y hoy... ya no vale.
El resumen es que el país se enfrenta a una desaceleración mundial -de momento- y sin apenas margen fiscal. De hecho, el déficit público -la diferencia entre los gastos e ingresos de las arcas del Estado - apenas se ha reducido en los dos últimos años. Los dos últimos gobernantes -tanto Mariano Rajoy como Pedro Sánchez - han dejado pasar una oportunidad de oro -en época de vacas gordas deberíamos pensar en algo más que repartir lo conseguido- para sanear las cuentas públicas y crear un colchón para cuando vengan mal dadas. Y todo por conseguir pírricos votos para sus propios intereses.
Entonces, hablar de economía... ¿para cuándo? Todo parece indicar que en lugar de volver a retomar el «buen rollito» entre política y economía, dándole más preponderancia a esta última que a la primera, y sin intercambio de cromos de por medio dependiendo de tal o cual pacto, con medidas ya, el Gobierno está tomando el camino fácil, por la calle de enmedio como diría aquel, y sigue en sus trece reafirmándose en su mensaje al país de que todo marcha bien y que eso de hacer más reformas como nos piden desde Europa y FMI ... ¿para qué? Tanto es así que la ministra de Economía , Nadia Calviño , esta misma semana enfatizaba la confianza en la buena marcha de la economía nacional y se atrevió a decir que incluso se podría mejorar la previsión de crecimiento para este año... Tan solo un día después, el Consejo General de Economistas dijo que no se lo creía y que el entorno exterior no va a ayudar mucho como para que la globalidad no nos arrastre.
Más de lo mismo. Al final, de nuevo, política y economía, cara a cara, pero sin mirarse a los ojos. Tienen que «hablar» sí o sí.
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