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Los robots colaborativos exploran nuevas fronteras

Los ‘cobots’ son ya un compañero más en muchas grandes industrias, pero ahora se lanzan a conquistar nuevos sectores y a revolucionar las pymes

FERNANDO MORALES

Los ‘cobots’ o robots colaborativos buscan conquistar nuevas fronteras. Mano a mano con sus compañeros humanos, ya son parte fundamental de númerosas fábricas, pero ahora buscan pasar al siguiente nivel: conquistar sectores en los que su presencia aún es anecdótica y desembarcar masivamente en las pymes. Diseñados para realizar los trabajos repetitivos y de bajo valor añadido, están muy implantados en la automoción, pero cada vez tienen más presencia en otras actividades fabriles, como la alimentaria o la farmaceútica. Y comienza a ser una presencia cada vez menos anecdótica en pequeños talleres, algo que según Jordi Pelegrí, country manager de Universal Robots en España y Portugal -fabricante de brazos robóticos colaborativos industriales- evidencia «el crecimiento exponencial» de una tecnología en la que España no sale mal parada de entre los países de nuestro entorno. En concreto, y según datos de la consultora Altran, España está en el cuarto puesto en Europa en cuanto a robótica industrial, después de Alemania, Italia y Francia.

Una de las ventajas de contar con este tipo de robots es que las compañías pueden ser más competitivas en costes al automatizar los procesos repetitivos en los que el ser humano no aporta «mucho valor añadido». Es en esos trabajos donde el robot actúa, por lo que el operario se centrará en realizar tareas más creativas. Esto provoca ganar en productividad y que se dediquen más recursos a I+D y a buscar otras tendencias en el mercado.

Impacto en el empleo

¿Destruyen empleo estos compañeros mecánicos? Pelegrí lo niega, y le basta un solo dato para explicarlo: «Los países donde hay tasas de paro más bajas son aquellos que tienen más número de robots por habitante, como es el caso de Corea del Sur y de Alemania». Allí, al igual que debe pasar en España, explica, no se elige entre operario o robot sino que es una colaboración entre ambos, «lo que ayuda a ser más competitivos en este mundo cada vez más global». Y es que, según el director de I+D de Altran España (Capgemini), Miguel Arjona, un cobot «siempre tiene que tener el componente de colaboración con la persona, sobre todo en la fase final de la línea de producción».

Lo cierto es que esta solución que ayuda a las pymes a contar con una tecnología barata y que le permite flexibilizar sus procesos de producción, cada vez se está democratizando más. Ya no solo se utilizan en el entorno industrial sino que cada vez son más, o así lo cree Pelegrí, el tipo de aplicaciones que se les asigna a estos cobots, que además, cada vez son más fáciles de manejar. «Hay una eclosión de aplicaciones muy distintas que abarcan desde la entrega de pedidos a domicilio a robots para fisioterapia».

Además de su creciente uso, se está forjando también una potente industria de fabricación de cobots

Es este el campo donde trabaja Adamo, el primer robot fisioterapeuta del mundo, español, que emula las terapias manuales usando aire comprimido. Ayuda al fisioterapeuta a reducir listas de espera, puesto que mientras el profesional realiza otra terapia, el robot puede ir atendiendo a los pacientes que ya conoce, explica el Managing Director at Future Sense, Carlos Jiménez, empresa responsable de Adamo Robot. La primera sesión se realiza con el fisioterapeuta, el encargado de marcar de forma virtual los puntos de la espalda que el robot tiene que tratar y el tratamiento que tiene que dar. De esta forma, «Adamo memoriza los datos de cada paciente en la nube y en las siguientes sesiones el robot ya conoce lo que tiene que hacer, sin necesidad de que el fisio esté delante», explica Jiménez. Asimismo, no hace falta que siempre vaya a la misma consulta puesto que Adamo crea un historial médico virtual que permite al paciente recibir el tratamiento desde cualquier clínica equipada con este robot.

Es esta eclosión de aplicaciones la que va a permitir crear en torno a los robots colaborativos una nueva industria en la que España puede jugar un papel fundamental puesto que, para Pelegrí, «tenemos la tecnología y las personas formadas para ello».

Sobre esta misma idea se expresa el Corporate Innovation & Technology Director del Grupo DGH, Guillermo Martín, que coincide en que los cobots generan «oportunidades a las pymes al poder automatizar procesos y poder así destinar a más plantilla a realizar trabajos de alto valor añadido». También ve que se van a crear compañías dedicadas a suministrar servicios de robótica colaborativa y accesorios para los robots. Algo en lo que coincide Arjona, quien subraya que un informe de Eu Robotics recoge que, de las diez iniciativas europeas robóticas más destacadas contra la pandemia, seis son españolas. «Tenemos un montón de pequeñas y medianas empresas que están haciendo un trabajo fantástico en todo lo relacionado con los cobots, por lo que hay una oportunidad de crear una industria española de cobots, no solo para utilizarlos sino para crear componentes para ellos».

Es ahí donde Martín ve una oportunidad de acceso al mercado laboral para la gente joven. «Puede ser una alternativa para solucionar el problema del paro juvenil puesto que va a permitir a los jóvenes introducir ideas innovadoras porque no solo es la creación del robot colaborativo sino que este necesita accesorios y diferentes aplicaciones».

Los ‘cobots’ son habituales en grandes empresas (a la izquierda, Repsol), pero también pueden ser ya camareros y cocineros (en el centro un robot de Dax Robotics)o fisioterapuetas, como Adamo (junto a estas líneas)

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