EL DELICADO TRÁNSITO HACIA LA NORMALIDAD
Las restricciones presupuestarias complican el pago de los ERTE
El Gobierno tiene poco margen para mantener durante largo tiempo la exoneración de cotizaciones y el pago del desempleo
Una negociación contrareloj con los agentes sociales seleccionará los sectores que mantendrán ayudas
Los gastos acorralan al Gobierno . Para evitar los despidos masivos recurrió a las suspensiones de empleo, a los ERTE, una fórmula de ajuste que funciona, pero que hay que pagar. La factura en prestaciones por paro roza los 18.000 millones ... en un contexto de restricciones presupuestarias y esta situación es la que impedirá al Ejecutivo pagar durante un largo periodo de tiempo las cotizaciones de 3,4 millones de trabajadores que también cobran la prestación del desempleo sin que, además, corra el marcador del consumo del paro. La nómina mensual es de unos 5.500 millones, cifra que incluye el paro que reciben los trabajadores mientras está suspendido su empleo y lo que deja de ingresar la Seguridad Social por la exoneración del pago de cuotas. Y no hay colchón, el dispendio en los gastos hasta que estallara la pandemia ha dejado la caja pública vacía. «Como no teníamos cuentas saneadas, ahora nos encontramos con que el Gobierno tiene poquísimo margen de maniobra. España ha estado crecimiento entre el 2% y el 3% y, sin embargo, no hemos reducido deuda», dice Francisco Aranda, portavoz de CEIM.
El escenario que ahora se plantea es delicado. Los responsables económicos saben que es necesario hacer una transición ordenada hacia el empleo para evitar un aluvión de ERE, el desastre que acecha a la economía. Y saben también que eso pasa por mantener las fórmulas de ajuste al menos en los sectores más castigados por el parón económico. La negociación abierta con los agentes sociales deberá detectar en qué sectores hay que mantener las ayudas, que son la mayoría, dadas las características de nuestro tejido productivo, pequeños negocios en situación límite.
Tras haber conseguido controlar, al menos en parte, la crisis sanitaria, el país entero contiene la respiración mientras se busca la fórmula mágica de una desescalada que evite el desastre . La propia vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha admitido la necesidad de «actuar unidos» para evitar que esta pandemia deje «cicatrices permanentes» en la sociedad y en la economía. Entre los empresarios, la preocupación es máxima. En juego hay millones de puestos de trabajo y miles de empresas .
Cómo adaptar los ERTE a una reapertura económica mucho más lenta de lo que inicialmente se había pensado es ahora el principal objetivo. Aunque España no cuenta con experiencia previa, el bagaje de otros países con más solera en el uso de estos instrumentos sí que arroja lecciones interesantes. Por ejemplo, en el caso de Alemania, economistas de la OCDE estiman que los ERTE habrían salvado medio millón de empleos en la anterior crisis. También Francia e Italia lograron efectos positivos en sus contratos indefinidos, aunque Italia no no conservó este efecto en el largo plazo y el esfuerzo terminó diluyéndose como un azucarillos. Es lo que se teme que ocurra ahora en España.
Europa: 42 millones de solicitudes
La situación en Europa es dispar . En solo dos meses de pandemia, el número de trabajadores acogidos a esquemas similares a los ERTE españoles superan con creces el número registrado durante la crisis de 2008 y 2009. A finales de abril, en la Unión Europea se contaban más de 42 millones de solicitudes para este tipo de fórmulas, lo que supone aproximadamente una cuarta parte de la fuerza laboral de toda la UE . Si se incluyen además Reino Unido y Suiza, la cifra supera los 50 millones.
Estas redes de protección existen en toda Europa, pero en condiciones diferentes, tanto de duración como de generosidad , pero sobre todo de experiencia. En algunos países, como Austria, Bélgica, Alemania, Italia y Suiza, los ERTE tienen una larga tradición. De hecho, los primeros se establecieron en Alemania y Suiza ya en la década de 1920. En otros países, como España, su implantación llegó de la mano de la crisis de 2008. Esto explica en parte que, pese a la mayor dureza con que la crisis ha azotado a España, nuestro país no figure entre los países con más trabajadores acogidos. Según datos del Instituto Sindical Europeo (ETUI), Francia, Alemania e Italia se colocan a la cabeza del ranking , aunque en los registros oficiales de estos países se incluyen también los trabajadores que la empresa ha solicitado que puedan acogerse en un futuro, porque muchas compañías lo han pedido como medida de precaución aunque no incluya en la práctica a esos trabajadores. En otros países como, el Reino Unido y Chequia, el dato oficial se refiere solo al número real de trabajadores para quienes las empresas reciben el soporte.
Para el economista Marcel Jansen , en España «el Gobierno esta muy pendiente del coste de los ERTE, pero una desescalada demasiado rápida de las ayudas puede tener un coste elevado en destrucción de empleo y tejido empresarial. Conviene mantener un nivel de protección adecuada hasta que no se haya recuperado cierta normalidad . Luego es normal que se vayan modulando las ayudas y premiando la reinserción donde sea posible». Jansen entiende que el Gobierno «haya querido exigir responsabilidad a las empresas con ERTE. Buen ejemplo es el requisito de mantener el empleo. Pero, teniendo en cuenta el agravamiento de la crisis y la rebaja en las ayudas, conviene reducir o eliminar la penalización».
Momento clave
Rafael Doménech, responsable de análisis económico de BBVA Research, asegura que hay «mucha incertidumbre» y apunta a la necesidad de buscar las medidas sanitarias más eficientes pero también desde el punto de vista económico. «Entiendo que alargar los ERTE hasta el 30 de junio es una primera etapa. En adelante habrá que ir con mucho cuidado. Hay que hacer todo lo posible por mantener el tejido productivo que pueda ser solvente en el mundo tras la pandemia. Lo que no podemos es sostener a empresas zombies. Hay que hacer un estudio muy fino y es fundamental el análisis sector a sector» Doménech advierte que entramos en un momento clave: «Las próximas seis semanas, hasta finales de junio, son claves para ir viendo cómo se recobra la actividad».
Reconoce no obstante que la posibilidad de que muchos de los trabajadores acogidos a ERTE terminen en el paro es un riesgo «real». No obstante, destaca el éxito de los ERTE hasta el momento:«La caída del PIB ha sido hasta ahora mayor que la del empleo, algo que no ocurría en España antes. Es hora de reconocerlo y dejar a un lado los mensajes que han clamado por derogar la reforma laboral».
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