Rajoy a los bancos: entre bomberos no nos pisemos la manguera
El Partido Popular recela de la doble cara que tienen las entidades financieras. Fuera de España se muestran optimistas, pero aquí se ponen la venda y advierten al futuro Gobierno que el crédito no se reactivará hasta 2016
josé antonio navas
todo se pega menos la hermosura y a los banqueros españoles se les ha debido contagiar buena parte de ese optimismo antropológico que empleaba Zapatero en su intento por agarrarse al poder cuando la crisis aún no había abofeteado en la cara al ... extinto líder socialista. Al menos eso es lo que temen los miembros del equipo económico del Partido Popular, que se han quedado petrificados al escuchar las arengas de los primeros espadas del sector ante las nuevas exigencias impuestas a sangre y fuego por la Unión Europea.
Los Botín, FG , Fainé y demás señores del dinero han sacado fuerzas de flaqueza para decirle al viento que la conjura de Bruselas no va a producir ni cosquillas en la estructura de capital de sus poderosas entidades financieras. Bueno es saberlo, pero quizá no hacía falta pregonarlo con tamaña virulencia porque los servicios de estudios del Banco Santander, el BBVA o CaixaBank llevan meses cantándole las penas al séquito de Mariano Rajoy en un movimiento reflejo típico del que no llora no mama y con el que también se intenta colocar una venda al próximo Gobierno antes de que alguien termine por dar el golpe.
El terrible varapalo que se avecina no tiene nada que ver con los ratios de solvencia reflejados en los estados contables de esos buques insignia que permanecen atracados a los puertos españoles para luego salir a faenar por aguas internacionales bajo el pabellón apátrida de una armada supuestamente invencible. Al contrario, cuanto más se esmeran los grandes bancos en mostrar su mejor cara, mucho peor es el tiempo que se dibuja en los mapas del sistema financiero en España.
Los resultados difundidos al cierre del tercer trimestre por las llamadas entidades sistémicas, esas que son demasiado grandes para caer pero no lo suficiente para levantar el deprimido mercado crediticio, permiten apreciar los malabarismos que tienen que hacer algunos a la hora de presentar unas cifras dignas en Bolsa. Mientras unos se esmeran en maquillar sus ratios de morosidad, otros se afanan en mitigar la debacle tratando de exprimir su actividad exterior, principalmente al otro lado del Atlántico, en ese continente americano que se ha convertido en El Dorado de los grandes bancos españoles y ojalá que sea por mucho tiempo.
Pero en lo que sí coinciden casi todos es en admitir la grave evolución negativa de los préstamos concedidos a residentes. El Banco Santander y el BBVA, ni que estuvieran de acuerdo, fijan la caída interanual en un mismo 5,6%, lo que demuestra las restricciones que imponen los departamentos de riesgo para aprobar, o mejor dicho rechazar, las peticiones formuladas por cualquier hijo de vecino. Da lo mismo si fue antes el huevo o la gallina, si no hay crédito porque no hay demanda o no hay demanda porque no hay crédito, lo cierto es que España tiene años por delante para digerir el atracón de una fiesta terminada hace ya tiempo pero que realmente hemos empezado a pagar ahora.
La curva histórica del stock de crédito privado a lo largo de los últimos cuarenta años dibuja la sombra amenazadora de una serpiente encantada a la que nadie es capaz de devolver a su cesta. La estadística es bien elocuente si observamos que desde 1970 hasta 1996 el endeudamiento de las familias y de las empresas prácticamente no se movió de niveles situados en un promedio del 0,60% de la actividad económica. Fue a partir del hechizo económico de Aznar y, sobre todo, durante la primera legislatura del PSOE zapateril cuando el apalancamiento del sector privado se triplicó hasta alcanzar una tasa del 1,75% del PIB nominal en el año 2008.
La caída ha sido especialmente dura a partir de 2009, con una entrada en barrena de los indicadores crediticios que, hoy por hoy, representa la causa más directa del estancamiento económico. Ahí es donde le duele a España y donde le preocupa al PP, entre otras razones porque los agentes financieros tienen aún muchas piedras que eliminar del estómago de sus balances y han advertido a Cristóbal Montoro que el empacho durará, como mínimo, hasta el año 2016. Una frontera muy larga de fiar porque Rajoy no está por la labor de provisionar toda la legislatura como si fuera un activo fallido en su carrera política. Para ese viaje no hacen falta alforjas y el futuro presidente ha pedido a los bancos que aligeren las suyas para poner rápido en marcha la burra del crédito. Entre bomberos que van juntos al incendio no está permitido pisarse la manguera.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete