Las protestas oscurecen la fase final de adaptación al Espacio Europeo
Desgaste. Si hay algo en lo que coinciden defensores y detractores de la convergencia es que, como bien resume el rector de la Universidad San Pablo CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, «aunque el cambio sea bueno, no se puede estar diez años con él». El ... Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) nació en 1999 y pocos se acuerdan de sus bases -libertad, movilidad...- y demasiados hablan, a veces sin saber, de catálogos y estructuras. Quizá por eso, o porque se acerca 2010, fecha límite para su implantación, hoy la Universidad española vive tiempos convulsos en los que blancos y negros tiñen de gris un horizonte que debiera estar más claro que nunca.
Protestas estudiantiles
«Las protestas estudiantiles se basan en un discurso que nada tiene que ver con Bolonia -comenta Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense de Madrid-, y muchos dirigentes académicos han puesto demasiado énfasis en sus metodologías docentes». Y es que más allá del debate sobre si debería ser de tres y no de cuatro años la duración del grado que sustituya a las antiguas licenciaturas o diplomaturas, o de cómo elegir los contenidos del posgrado, lo que subyace tras la adaptación al EEES es, según insiste Bullón de Mendoza, «una unidad de cuenta comparable para las universidades europeas. La adaptación no consiste en que las carreras sean iguales en todos los países ni que el contenido sea similar en las diferentes universidades de un territorio, sino que la medida de aprendizaje [sistema de créditos ECTS, que valora el aprendizaje del alumno por asignatura] pueda ser comparable». O lo que es lo mismo, Europa busca eficiencia para un sistema de autonomía y libertad que en España materialice ese cambio demandado a la Universidad desde muchos sectores.
Salvador Ordóñez, rector de la Internacional Menéndez Pelayo habla del informe Bricall, aquél que como otros en nuestros países vecinos revisaba en 2000 la postura de la Educación Superior de cara al nuevo siglo -«es una apuesta por la calidad y el reconocimiento»- y añade que, en el caso de Bolonia, el problema, o no tanto, proviene de «un punto de partida muy heterogéneo y un punto final que tampoco es definitivo». «Hay que analizar la convergencia desde su conjunto, a través de un diálogo constante, informado y sin violencia».
Pero es difícil, sobre todo cuando las instituciones tienen que trabajar en dos frentes; el debate de fondo y el de forma. Y, entre ambos, dar a conocer. Felipe Pétriz, director general de Universidades entona el mea culpa admitiendo que «se han estado debatiendo las cuestiones estructurales demasiados años», dando por hecho que todos conocían y compartían el espíritu Bolonia. «Si realmente existieran esos grandes peligros que ahora, conforme se acerca 2010, se hacen todavía más serios, nosotros mismos hubiéramos estado del lado de los que los proclaman y no hubiéramos empleado tanto esfuerzo».
Berzosa especifica, porque si bien ha habido falta de información, también «se ha hecho por difundirlo y pocas veces se ha tenido éxito entre los estudiantes». Debates, seminarios y, en el caso de la Complutense, Europa incluso llegó a El Escorial. Además, se planteó la cuestión al Consejo de Universidades pero no pudo ser. «Me dijeron que cabía el riesgo de que ocurriera lo mismo que con el informe Bricall, que luego utilizaron en contra», justifica Berzosa. Entonces, como ahora, se ha producido «una situación consustancial al universitario»,tal y como explica Bullón de Mendoza, para quien «juventud y desinformación conducen a una rueda intocable en la que todos nos terminamos involucrando y que, realmente, apenas necesita gente para ponerla en marcha».
Matices
En esa rueda de la que habla el rector de San Pablo CEU encontramos una acusación que si bien la privada no toma como una ofensa, la pública insiste en matizar. Es la relación con la empresa y la orientación de cara al mercado laboral de los nuevos planes de estudio, sobre todo los másteres. Carlos Berzosa insiste en que «la Universidad está para servir a la sociedad y su misión es preparar buenos profesionales, pero también investigadores, artistas. Debe formar a expertos técnicos que también recapaciten, reflexionen, tengan un pensamiento crítico...».
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