Hazte premium Hazte premium

«Nos prohíben insecticidas por cancerígenos que luego venden en Marruecos»

Los agricultores estallan por los estrechos márgenes de su sector y critican que la Administración sea «cercana» a las grandes distribuidoras

Cándido Lucas, en una finca de Novelda (Alicante) ABC

INFORMACIÓN ELABORADA POR J.L.FERNÁNDEZ, JAVIER LÓPEZ, NATALIA SEQUEIRO Y MARIANO CEBRIÁN

Laureano Gallo resume los problemas del campo en pocas palabras: «Compramos en euros y vendemos en céntimos», en referencia a que todos los productos para la agricultura cuestan, como mínimo, un euro, mientras que sus precios de frutas y hortalizas están por debajo de ese umbral. En su caso, la situación le ha llevado a tomar medidas drásticas. «Arranqué 2.000 granados el año pasado y arrancaré otros 2.000 ahora, y seguramente también naranjos», relata.

A su lado, da pena ver estos cítricos de gran calibre que abarrotan sus árboles, algunas piezas ya por el suelo, porque no le compensa recoger la cosecha . «En el año 80 me pagaban cien pesetas (60 céntimos de euros) por un kilo y en la actualidad me ofrecen 20 céntimos de euro», rememora este veterano de Elche (Alicante), ya jubilado, pero que se preocupa por su yerno, su hija y su nieto, que han cogido su relevo y a quienes sigue ayudando por las dificultades también para encontrar mano de obra.

«La única manera de sobrevivir es trabajar de noche y de día y en el campo ya solo quiere trabajar gente venida de fuera», describe, con el recuerdo de escenas dramáticas, como la de un jornalero que empleó, un joven padre de dos hijos que dejó en Mali y que se mareaba a media tarde porque -según supieron al preguntarle- apenas comía tres o cuatro naranjas en todo el día de la explotación donde trabajaba. «Mi hija le llevó comida de caliente que hacía para nosotros y yo le di una cazadora, y estaba tan contento y lleno de ilusión, porque cuando ganaba un euro, lo enviaba a su familia en África y aquí no gastaba nada», explica, apesadumbrado.

Laureano no señala a nadie en concreto como culpable de los precios tirados para sus naranjas, limones, granadas. «No tienen miedo por abusar de los agricultores», opina, sin confiar en medidas que pueda aprobar el nuevo Gobierno , porque cree que «la Administración está más cerca de las grandes superficies».

A través de unos conocidos, franceses de origen argelino, sabe que en el país galo se acaba de implantar una ley de precios mínimos, por la que «aunque luego las peras acaben tiradas en el río, si no hay demanda, pero el agricultor tiene asegurado su valor». Tampoco ve perspectivas de mejora a través de una cooperativa, ya que la que tiene más cerca no acepta más socios porque no puede ampliar sus instalaciones, por trabas burocráticas como los 10.000 metros cuadrados de superficie mínima para construir.

Laureano Gallo, junto a un granado abandonado en Elche (Alicante) JUAN CARLOS SOLER

«Nos prohíben insecticidas por cancerígenos que luego venden en Marruecos»

«Nos prohíben insecticidas por cancerígenos que luego venden en Marruecos», explica Cándido Lucas. Harto de que no le salgan los números con la uva que «debería valorarse como medio ecológica, porque se le pone el bolso en verano y desde entonces no se le hace ningún tratamiento, pero quizá no se ha promocionado lo suficiente y el consumidor no lo sabe», Lucas arrasó con motosierras 10.000 parras cargadas con 100.000 kilos de fruto hace unos días.

El agravio comparativo, además, está en que mientras en España les aplican con rigor normas sanitarias, luego se importan mercancías sin el más mínimo control. «Nos prohíben insecticidas porque dicen que pueden ser cancerígenos, y luego se venden en Marruecos y nos comemos esa fruta aquí, producida con mano de obra mucho más barata», señala este agricultor de Novelda (Alicante).

¿Y ahora, qué, después del arranque? «Pues, no lo sé, a ver si podemos conseguir uvas sin semillas, una variedad nueva, parece con semilla no las quieren», se plantea, como posible salida para sus terrenos. En el caso de los árboles frutales, su problema ha sido «el veto ruso: antes se vendía bien allí y se ganaba dinero ».

El típico embolsado de la uva del Vinalopó -es una Denominación de Origen Protegida- representa un coste adicional de 10 céntimos por kilo, con lo que se eleva en total a 50 y hace unos pocos años se vendía a 70-75, pero ahora prácticamente ni sacan para gastos. Ni siquiera con la opción de dejar fruto para mosto , les salen los números: ha pasado de pagarse a 30 céntimos a solo 10. Y acerca de la ley de precios mínimos, como en Francia, Cándido ha oído hablar del tema, pero no está seguro de su viabilidad. «Lo veo muy bien, pero quién lo va garantizar, es un poco difícil», opina.

Eufrasio y su hijo ABC

«A este paso solo van a quedar en pie los terratenientes»

En Jaén, la memoria de Eufrasio Gutiérrez recala un par de décadas atrás, en la época en la que el aceite de oliva alegraba la vida de los agricultores, cuando los veranos se llenaban de obras en las viviendas propiciadas por el dinero de los agricultores. Hoy, a los sesenta, este productor que cultiva un millar de olivos de secano sopesa poner fin a su actividad por la crisis derivada del precio del producto. A 1,90 euros el kilo, arguye, “esto no es rentable”.

Eufrasio tiene un hijo, Juan Luis, al que no recomienda seguir sus pasos y una hija que le recomienda que abandone el campo porque ya no genera riqueza ni jornales. «Mi hijo ha echado 15 días de campaña. Con eso no tiene ni para el subsidio. Y yo no he tenido aceituna». Y los que la tienen, la malvenden: «A este paso sólo van a quedar en pie los terratenientes».

Antonio López no es uno de ellos. Propietario de unos centenares de olivos asegura que vender por debajo de la rentabilidad es parecido a quedarse en el paro porque genera un desasosiego similar a las víctimas de la situación: “Conozco a muchos agricultores preocupados por cómo van a afrontar el pago de los préstamos que han pedido para comprar maquinaria o para arreglar sus casas”.

Los olivareros son pagadores fiables. Y, cuando las cosas van bien, saben gastar en beneficio de la población en la que se asientan. Lo que explica que, en los tiempos duros, se resienta la estructura económica de Jaén. En este sentido, Román León, propietario de 1.600 olivos en el término de Baeza, aclara que por la crisis de precios los productores de su municipio obtendrán en torno a 100 millones de euros menos , dinero que desembocaba en compras en los buenos tiempos. Que no son estos: “Ahora hay mucha tristeza”.

Anxo Dono MIGUEL MUÑIZ

«Ya nadie quiere trabajar aquí»

Pero no solo a los agricultores se limita esta crisis. Desde muy pequeño Anxo Dono se acostumbró a cuidar de las vacas. «Es el mejor oficio que puede haber», recalca este ganadero y horticultor del municipio coruñés de Mesía. Como le gustaba el campo, decidió continuar con la explotación láctea de sus padres y hoy cuenta con 275 cabezas. Pero también vive asfixiado por las deudas. No lo deja, explica, «porque debo dinero y tengo que pagarlo ». Dono asegura que para salir adelante aguanta jornadas laborales que pueden prolongarse más de doce horas, sin vacaciones, ni días libres. En el sector lácteo gallego la falta de rentabilidad de las explotaciones no tiene tanto que ver con los márgenes comerciales que asfixian a los agricultores que estos días han protagonizado protestas.

La leche no se encarece tanto al llegar a los puntos de venta. Pero los supermercados, según han denunciado en numerosas ocasiones los sindicatos agrarios, a veces utilizan el producto como reclamo, incluso vendiéndolo a pérdidas. «Aquí el problema de la leche es el monopolio de la industria de la distribución hacia las explotaciones. No se entiende que Galicia sea el punto de España donde se produce más leche y donde peor se paga» , indica. Actualmente recibe 29,5 euros por litro. Pero la vende más barata de lo que le cuesta producirla. “Para recibir ayudas de la Política Agraria Común (PAC) antes primaban la producción y después cambiaron los criterios y dan más dinero por superficie agraria”, indica. En Galicia, las explotaciones cuentan con poca base territorial en la que poder cultivar el forraje para alimentar a las vacas. «Importamos la paja de Castilla y la alfalfa de Aragón y eso encarece muchos los costes», indica el ganadero.

Para intentar mejorar su asfixiante situación económica, hace dos años puso en marcha junto con su mujer una explotación de huerta. Tras realizar una inversión de algo más de 160.000 euros (que consiguió gracias a una línea de crédito subvencionada), montó unos invernaderos en los que cultivan fresa, lechuga o tomates. «Si pudiese volver atrás no pedía las ayudas», se lamenta Dono. El negocio también es ruinoso. «Las lechugas nos las pagan a 30-45 céntimos dependiendo de la época del año, pero después llegan al consumidor entre 80 céntimos y un euro. En casi todos los productos se duplica o más el precio», indica. Anxo Dono recalca también que en Galicia la subida del salario mínimo no ha empeorado la situación de los ganaderos. «Aquí el problema es que nadie quiere ya dedicarse a esto. No encontramos trabajadores y los que vienen ya desde hace años cobran unos 1.100 o 1.200 euros», recalca.

  

Gómez Mayordomo ABC

«Es un problema más grave de lo que la gente cree»

A poco más de 40 kilómetros de Cuenca, se encuentra el pequeño pueblo de Albalate de las Nogueras, en plena Alcarria conquense, una de las zonas más castigadas por la despoblación. Algo que no es casual, si se tiene en cuenta lo que dice uno de los 253 habitantes con los que cuenta, José María Gómez Mayordomo . Este agricultor de 55 años lleva trabajando desde joven en el campo, una labor que corre peligro debido a la situación actual que vive el sector primario en España.

«Hay mucha preocupación y estamos en una situación límite porque cada vez sube más el coste de todo lo que necesitamos -combustibles, repuestos, fertilizantes y fitosanitarios-, mientras que los precios de los productos que vendemos se encuentran al nivel al que estaban hace 30 años en la mayoría de los casos», cuenta a ABC este agricultor dedicado al cultivo del cereal, las oleaginosas y el olivar.

Gómez Mayordomo cree que ahora mismo trabajar en el campo de esta manera no es rentable. «Se habla de que no hay contratación y del salario mínimo interprofesional como problemas, pero la cuestión es que no se puede contratar mano de obra si no hay rentabilidad. Todo se resume a las matemáticas: Si las cuentas no salen, no salen».

Además, afirma que «se va de mal en peor» porque, a juicio suyo, todos los años hay una subida de los costes de producción. «La realidad es que en el futuro estamos avocados a subsistir», comenta este agricultor, que  pronostica que las inversiones en el sector agrario se van a paralizar porque , según él, «a ver quién amortiza la maquinaria y otros gastos que tenemos».

Un problema añadido que apunta Gómez Mayordomo es el regadío porque, al tratarse de pueblos tan pequeños, no hay inversión ni infraestructuras suficientes para regar los campos y, además, los cultivos de secano están desapareciendo. En este sentido, informa de que el precio está en torno a los 300/350 euros por hectárea y no se llega al rendimiento necesario para subsistir.

Lo único que salva el día a día de los agricultores son las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) procedentes de la Unión Europea, un dinero que, en su opinión, da básicamente para mantener la renta de muchos trabajadores del campo, aunque también están disminuyendo.

Otro de los factores que juega en contra del sector agrario es el cambio climático. « Por desgracia, en la zona donde yo vivo y trabajo, como en otros muchos lugares , cada vez llueve menos y el rendimiento es menor de año en año. Además, cuando un año es aceptable, tenemos que dar parte a los seguros», se lamenta.

Por no hablar de la despoblación del medio rural. «¿Quién se va a quedar a trabajar en en el campo? Se trata de un círculo vicioso que hace que, si no hay rendimiento y rentabilidad, los jóvenes se marchan, sólo se quedan las personas mayores y los pueblos se vacían o desaparecen. En definitiva, es un problema más grave de lo que la gente se cree», dice apesadumbrado Gómez Mayordomo , quien se despide de ABC subido a su tractor, donde se tira largas horas al día para poder sacar adelante su negocio.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación