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Presupuestos 2018, los impuestos que vienen...

«¿De verdad alguien dudaba de que los cinco diputados del PNV no iban a apoyar las cuentas? Con todas las prebendas recibidas, yo, desde luego, no tenía ni media duda»

España era hasta ayer mismo el alumno obediente, disciplinado y cumplidor de entre todos los países de la Eurozona EFE
María Jesús Pérez

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Habemus Presupuestos 2018. Después ya veremos cuáles serán las verdaderas contrapartidas que España tendrá que pagar por ello. Políticas, veremos, pero económicas, seguro . Ahora bien, ¿de verdad alguien dudaba de que los cinco diputados del Partido Nacionalista Vasco (PNV) no iban a apoyar las cuentas para ponerlos en marcha lo antes posible? Con todas las prebendas recibidas, yo, desde luego, no tenía ni media duda . Aunque en el seno del Ejecutivo de Mariano Rajoy más de uno, y de una, estaba nervioso (-a).

Con el resto de votos asegurados –el propio PP, Ciudadanos, UPN, Foro Asturias, Coalición Canaria y Nueva Canarias, a cambio también de sus «regalitos» correspondientes, por supuesto– solo quedaba el sí definitivo de los vascos. Bien es verdad que los nacionalistas llevaban meses «escenificando» que no apoyarían los Presupuestos Generales del Estado mientras siguiera en vigor en Cataluña el artículo 155 de la Constitución. Que sigue. Pero tras urdir, pedir, pactar, firmar... en definitiva, ¡conseguir! lo que buscaban para beneficio de su comunidad, al final votaron a favor.

Con el apoyo nacionalista vasco pues, el presidente del Gobierno culminará la legislatura, eso sí, si le dejan o desea, porque ojito con cómo está el patio político español tras la sentencia de la Gürtel , toda una bomba informativa justo un día después de aprobar los presupuestos. ¿Casualidad? Yo no creo en las casualidades... Ahora bien, pase lo que pase, las cuentas recién aprobadas podrían prorrogarse en 2019. Unas cuentas calificadas de expansivas por organismos, instituciones, analistas, políticos... –por lo «sociales» que se han tornado– y que, por cierto, no han sentado nada bien en Bruselas.

España era hasta ayer mismo el alumno obediente, disciplinado y cumplidor de entre todos los países de la Eurozona, pero con los «retoques» ... De hecho, esta misma semana la Comisión Europea presentaba sus recomendaciones del semestre específicas por países, y España se queda como el único miembro europeo bajo el brazo corrector comunitario, con un déficit superior al 3% del PIB, tras la salida de Francia y a pesar de que Italia y su Gobierno populista se ha tornado en la gran preocupación.

El Ejecutivo comunitario cree que el presupuesto español «cumple en términos generales» con las reglas. Pero da un serio toque de atención al Gobierno de Rajoy por las últimas subidas de pensiones previstas para este año y 2019 –1.500 y 1.600 millones adicionales, respectivamente, que van directos a déficit–, medida precisamente aprobada para contentar al PNV –que, por cierto, estaba más que «deseoso» de apoyar los presupuestos y solo necesitaba una buena justificación, ¡y qué mejor que remar a favor de nuestros mayores!–, que impedirá, según la UE –y para la propia Autoridad Fiscal Independiente–, alcanzar este año el 2,2% del PIB , prácticamente inalcanzable tras las medidas pactadas y cedidas a Ciudadanos y demás partidos –según el Ejecutivo comunitario se nos va hasta el 2,7%–.

¿Y entonces, si no cumplimos, qué? Si España se desvía de las metas del déficit, «debe estar listo para tomar medidas adicionales», decía el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici . Más claro, agua. A nuestro país le costará una rebaja en la regla de gasto para el año que viene, que no podrá aumentar más que un 0,65% del PIB (unos 7.000 millones), lo que significa que la ausencia de recortes no permite tampoco tirar la casa por la ventana.

Parece que en el Gobierno tienen descontado un gasto adicional para las arcas públicas con estos Presupuestos de entre 4.000 y 5.000 millones de euros, que negociando con Bruselas podría finalmente quedarse en el entorno de los 3.500 millones. ¿Y cómo tapar este agujero? Fácil. Con más ingresos. Vamos, impuestos al canto.

De hecho, para poder financiar estos incrementos, el propio ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, abogaba recientemente por la creación de impuestos que sean «suficientes, equitativos y con el menor perjuicio económico», aunque al final « incomoda al que le toca pagar », si bien recalcaba que la nueva recaudación habría que conseguirla en los sujetos pasivos que menos impuestos pagan.

Me cuentan por ahí que antes de todo el follón originado por la petición de moción de censura a Rajoy de Pedro Sánchez, PP y PSOE estaban ya «pasteleando» con la creación de nuevos tributos... ya conocidos. Por un lado, Rajoy estaría dispuesto a ceder su particular «no es no» del impuesto a la banca, con el que Sánchez estima que se podría ingresar mil millones al año. Y, por otro, sacar adelante la llamada tasa Google, un nuevo impuesto sobre servicios digitales, que gravará determinadas transacciones electrónicas en España de las grandes empresas como Amazon, Facebook, Apple o Google, según figura en el Programa de Estabilidad 2018-2019, con el que se espera recaudar hasta 2.100 millones. Ahora bien, falta por concretar aún cómo definir dicho tributo digital, que sería una suerte de impuesto especial – como el de la gasolina tabaco, alcohol... –. Al final, un «algo» imponible que no esté gravado, que se sumaría a la siempre manida y recurrente «lucha contra el fraude» o de nuevo subir el impuesto de sociedades, mientras se sigue trabajando para relicitar las autopistas quebradas y rescatadas, por lo que estima unos posibles ingresos de cerca de 1.000 millones. ¡Hagan juego señores!

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