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«El alto precio del petróleo se debe a la especulación»

Habla el ex secretario general de la OPEP y asesor energético de Venezuela, Álvaro Silva Calderón

luis m. ontoso

Su nombramiento al frente de la OPEP en el año 2002 supuso un hito para Venezuela. Álvaro Silva Calderón, hombre de confianza de Hugo Chávez y ex ministro de Energía y Minas, fue designado en sustitución de su compatriota Alí Rodríguez. Nunca antes dos venezolanos ... habían ocupado de forma consecutiva la secretaría general de la organización de los países proveedores de petróleo. Tomó las riendas en un momento turbulento, tanto dentro como fuera de su país. Una huelga en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), precedida por un fallido golpe de Estado que hizo tambalearse al Gobierno chavista, paralizó por completo el suministro durante dos meses. En el exterior, los EE.UU. comenzaron con el despliegue de sus tropas en Irak. En una reciente visita a Madrid, el hoy asesor energético del régimen bolivariano recibe al periodista en la embajada de Venezuela. Frente a la atenta mirada de su esposa, bromea y despliega su sosegada, casi imperturbable, elocuencia. La OPEP se reúne en diciembre, tras la resaca de la cumbre de junio, en la que las diferencias entre el bloque árabe, que defendía una colocación mayor de barriles en el mercado, y el eje Venezuela-Irán impidieron llegar a un acuerdo sobre el aumento de producción.

—Venezuela defiende que se debe retirar la producción extra en el mercado. Parece que existe cierta rivalidad con los países que sostienen lo contrario. El aumento de los precios de los hidrocarburos podría condenar a muchos países golpeados por la crisis, incluida España. ¿Por qué se debe adoptar ahora esta medida?

—Podríamos empezar despejando una duda terminológica. Hay afirmaciones aquí que se hacen muy a la ligera, cuando se habla de «rivalidades». La OPEP es una institución colectiva, de países que han superado diferencias no solamente de criterio, sino también de carácter político y bélico (risas). Eran países en guerra, lo que no fue óbice para que se sentaran en busca de puntos de convergencia en materia energética. Era lo que teníamos, países sacudiéndose dentro de un caparazón colonialista. La organización ha trabajado a lo largo de su historia con unas dificultades que no se pueden llamar «rivalidades».

—Sin embargo, la última reunión se cerró sin acuerdo, tras un acalorado debate entre ambos bloques.

—Me pregunta si fue un fracaso... Fue una decisión: unos querían aumentar, otros no querían. No lograron el consenso. Prevaleció lo existente. ¿Quién fracasó? Tal vez fracasó el que tenía una proposición que no prosperó, como sucede en cualquier parlamento. Si una tesis no contiene los votos, es derrotada o aplazada nadie dice que el parlamento fracasó.

—¿Por qué cree que en la OPEP prevaleció esta decisión, pese al corte de suministro libio?

—La OPEP observó que el mercado estaba suficientemente abastecido, que las reservas estaban a niveles más que adecuados, por encima del promedio de los cinco años. La decisión fue correcta, como creemos que no fue correcta la decisión de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) de colocar volúmenes de las reservas estratégicas. Estas existencias se crearon, y ese es el entendimiento que hay entre las dos organizaciones, para atender interrupciones reales y severas de suministro. Se ha creado cierta sombra de duda sobre si las reservas estratégicas pueden usarse para interferir el mercado. Y eso sí que no es conveniente, porque puede generar una guerra de precios. La OPEP lo que trata es de mantener un mercado ordenado y lo ha venido haciendo con buenos resultados. Si la OPEP no existiera las oscilaciones serían inmensas, se podrían formar situaciones coyunturales muy arriesgadas, especialmente para la estabilidad de los presupuestos de las empresas, la industria y los países consumidores.

—¿Y qué razón encuentra para la decisión de la AIE si, como dice, no había problemas de suministro?

—No la comprendo, no la entiendo. Esa inquietud no debió ser. Y además creo que no lograron su objetivo. Tanto es así que existe un temor a que vuelvan a hacerlo, de que se institucionalice y se deforme lo que fue el origen y la causa de los fondos estratégicos.

—Sin embargo, los precios del Texas y el Brent se han estabilizado, tras el crecimiento vertiginoso de comienzos de año. ¿No tuvo nada que ver la intervención de la AIE?

—A mi juicio, lo que hizo la agencia no tuvo mucho impacto. Además, venimos comprobando que los precios no están respondiendo a los fundamentos. Es decir, que pese a que el mercado se encuentra bien abastecido, con una demanda más bien disminuida, se registra una elevación de los precios. Uno se pregunta entonces qué pasa aquí, si la imposición de los países consumidores sigue siendo alta. El petróleo es un vehículo muy cómodo, sobre el que cabalga el valor de los impuestos. Y está también el problema de la especulación. Hay un consenso en que tenemos una economía de casino. No es lo mismo que había antes: dos entes reales y concretos, uno que tenía y otro que necesitaba. Hoy son papeles: unos se refugian para proteger capitales, otros para especular con las oscilaciones. También hay elementos naturales de elevación de costes, por supuesto, porque las fuentes que se están buscando no son tan fáciles de aprovechar como las que se tuvieron en otros tiempos.

—Si no entiendo mal, quiere decir que son los países consumidores los que provocan esos altos precios del petróleo...

—Eso creo (breve silencio). Fundamentalmente, se debe a la especulación, está muy claro. Fíjese en las posiciones a largo plazo, los futuros, y observará cómo evolucionan las posiciones de las Bolsas. Los precios van paralelos. Los especuladores se defienden diciendo que ellos van detrás de los mercados. Pero si observa la curva notará una tendencia de seguimiento de las colocaciones a largo plazo. Hace uno o dos años hubo una de esas colocaciones raras, abruptas. Al otro día se vio el repunte. Es decir, se podía ver el impacto de alguien que irrumpe en el mercado y realiza una maniobra especulativa, con un impacto brutal. No ha sido el suministro energético lo que ha provocado la crisis, sino al contrario: ha sido la crisis la que ha afectado a los precios. Se han aportado cantidades enormes para rescatar la banca.

—Es curioso, porque se podría interpretar que la OPEP, dado que tiene la última palabra a la hora de fijar el suministro, actúa como «lobby» para regular la oferta y, por tanto, los precios.

—Eso es un error de apreciación. Siempre se ha querido ver a la organización como una asociación de productores de petróleo que están interesados en mejorar sus precios y punto. No es una visión ni correcta ni justa. La OPEP es una organización internacional e intergubernamental de países soberanos. No trabaja solo por sus preferencias, aunque tiene interés en que sus precios se mantengan, pero simultáneamente la OPEP señala con claridad, texto expreso, que está atenta a las necesidades y a los requerimientos de los consumidores para garantizarles un flujo de petróleo a precio razonable. La OPEP desea un mercado ordenado. Seguir llamando a la OPEP «cártel» es mucho más grave para un periodista que cometer errores ortográficos en los titulares de un periódico, porque no lo es.

—Entonces, ¿no le interesa volver a la OPEP a los precios de 2008, cuando se alcanzaron cifras récord?

—La OPEP está interesada en no volver a los precios viles que tuvimos durante 70 años. Un consumidor podía emprender cualquier actividad económica para que los precios de los hidrocarburos bajaran. Sin embargo, es un sistema que no se puede mantener, porque ningún país productor les va a poder suministrar a precios viles. Al mismo tiempo, la OPEP está preocupada porque no se eleve tanto el precio que afecte a la economía mundial, porque entonces le afecta a ella. Si bajas mucho, no hay quien suministre, y si lo elevas mucho, no hay quien compre. Se desea, por supuesto, que haya una cooperación en la OPEP, no en el sentido malicioso del «cártel» que acapara y esconde, sino en la organización que busca racionalidad. La OPEP no quiere altos precios que puedan dañar a la economía.

—Aparte de China y Rusia, Venezuela tiene socios petroleros como Irán. De hecho, esta última le ha costado una sanción por parte de Estados Unidos a PDVSA. ¿Cree que ésa es la política energética que tiene que seguir su país?

—Es un problema político que trasciende la situación de la OPEP. Con Irán hay un problema por el desarrollo nuclear. Ellos sostienen su derecho legítimo de su desarrollo atómico, sin fines bélicos, y el resto del mundo parece que no lo percibe así. Las Naciones Unidas dictaron una resolución amplísima, muy complicada. Los EE.UU. han determinado, a raíz de la resolución, que como los ingresos que Irán obtiene del crudo son importantes para el desarrollo atómico es necesario comprimir la capacidad petrolera. Es decir, retorcer lo petrolero para que no se desarrolle lo otro. Se producen, por tanto, dificultades en una organización como la OPEP, en la que existe compromiso de coordinación política petrolera, que tiene que responder a un ataque político.

—Usted rechazó el ingreso en la OPEP del Gobierno de transición de Irak de Allawi por considerarlo «títere de EE.UU.». Chávez se ha pronunciado en términos similares sobre el nuevo ejecutivo libio. ¿Cree que Libia debe mantenerse en la OPEP?

—Si no es idéntico es un problema similar. Las tropas norteamericanas invadieron, se quisieron presentar con un gobierno que no era gobierno. Hay que esperar a que exista un cierto orden, una sedimentación. Creo que la OPEP lo resolverá razonablemente sobre la base del núcleo que unifica esta organización, que es atender el orden mundial del mercado petrolero.

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