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El BCE pone fin al programa extraordinario de compra de deuda

El Banco Central Europeo ha realizado adquisiciones por valor de 2,6 billones de euros en cuatro años

Mario Draghi, presidente del BCE, en una reciente comparecencia EFE
Rosalía Sánchez

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El BCE (Banco Central Europeo) echará el cierre mañana a la era del «todo lo que sea necesario», que arrancó en el aquel loco verano de 2012, con la prima de riesgo por las nubes. O al menos eso es lo que figura en la hoja de ruta de Draghi. El consejo del gobierno ha adelantado que este es el momento de poner fin a su programa extraordinario de compra de deuda, después de haber realizado adquisiciones por valor de 2,6 billones de euros.

Sin embargo, hay nuevos elementos de análisis que generan dudas sobre ese calendario y el consejo deberá decidir mañana en Frankfurt si mantiene su palabra o se pliega ante los peligros de una recesión. No solamente las tensiones comerciales, la inestabilidad italiana y el desarrollo del Brexit generan obstáculos adicionales. Alemania ha registrado una primera contracción en el tercer trimestre de 2018 y dos de sus más prestigiosos institutos económicos están recortando previsiones para el «motor europeo». Draghi, al final de su mandato, se las ve con varios peliagudos interrogantes.

Lo más probable es que mantenga que las condiciones económicas siguen siendo lo suficientemente sólidas como para respetar el calendario y poner fin a casi cuatro años de expansión cuantitativa. Seguramente recortará sus previsiones de crecimiento, aunque insistirá en que los riesgos para la economía están controlados.

En las últimas semanas, por otra parte, se han ido reduciendo las expectativas que apuntaban a un aumento de los tipos como consecuencia de los últimos datos económicos, la guerra comercial y la volatilidad de los mercados. Los inversores creen que hay un 80% de posibilidades de que el BCE aumente los tipos 10 puntos básicos bien entrado el año que viene, en verano, tal y como viene anunciado.

Draghi tendrá que explicar en la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo el hecho de que la inflación global se haya mantenido por encima del objetivo cercano al 2% del BCE durante los últimos meses, pero que la inflación subyacente, que excluye el precio de los alimentos y de la energía, sigue por debajo del objetivo. De hecho, aumentó solo un 1,1% en noviembre, frente al 1,2% de octubre. Las perspectivas de inflación de la eurozona a largo plazo están en su nivel más bajo del año tras la caída de los precios del crudo, que han cedido un 30% en los últimos dos meses. En un escenario rutinario, los bancos centrales reaccionan a datos como estos con bajadas de tipos. Pero el BCE ya los tiene situados en cero o incluso en términos negativos y lo que planea se una subida progresiva.

Además hay pendientes cambios en la forma en la que el banco reinvierte la liquidez de los bonos de próximo vencimiento. El economista jefe del BCE, Peter Praet, dijo recientemente que los mercados aciertan al esperar una definición más precisa en la reunión de diciembre ya que, hasta ahora, el BCE solo ha declarado que las reinversiones se mantendrán un tiempo, podrían durar otros dos años tras el primer aumento de los tipos y podrían convertirse en un recurso prioritario de la política del BCE en el futuro más inmediato.

Y queda también por aclarar el asunto de las Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo (TLTRO). Algunos bancos de países como Italia, España, Portugal y Grecia siguen pidiendo más dinero al BCE, especialmente a través de TLTRO, del que depositan. Esto implica que los bancos con escasa liquidez de estos países dependerían de las subastas semanales que realiza el BCE para obtener dinero una vez que venzan los TLTRO. Para evitar indeseables subidas en el tipo al que los bancos se otorgan préstamos entre ellos, vinculado actualmente a la facilidad de depósito por debajo de cero del BCE, el BCE podría diseñar una nueva ronda de TLTRO. De lo contrario corremos el peligro de que ese encarecimiento se traslade a la financiación de toda la economía euro.

De todo esto tienen que hablar los miembros del consejo en un contexto que vuelve a ser de tensión e incertidumbre a final de año. El hecho de que Angela Merkel siga aposentada en la Cancillería de Berlín hasta 2021 es un elemento de estabilidad, pero el último atentado en el mercado navideño de Estrasburgo ha vuelto a situar a Europa ante la cruda realidad de problemas sin resolver y está a punto de arrancar un año electoral en el que las fuerzas euroescépticas podrían ganar bastante peso en el parlamento europeo. Por eso son necesarios pies monetarios de plomo y Draghi no cuenta con todo el margen de maniobra que había calculado para este final de mandato al frente del BCE.

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