El agujero en JP Morgan podría superar los 5.000 millones

Los competidores conocen bien las posiciones «tóxicas» adquiridas por la Unidad Central de Inversión de la banca financiera en Londres, y dan por hecho que las pérdidas son mucho mayores que los 1.500 millones reconocidos inicialmente. Expertos consultados por ABC explican que el alcance total no se conocerá hasta que el banco se deshaga de todas las posiciones perdedoras generadas por la voracidad de la «ballena», el apodo con el que en el sector bautizaron al «trader» francés Bruno Michel Iksil, a quien se responsabiliza del agujero.

«No han salido aún de todas esas posiciones», explicaba hoy lunes Michael Platt –responsable de Blue Crest, un conocido «hedge funds» con base en Ginebra– a Bloomberg , augurando también unas pérdidas que podrían doblar las reconocidas inicialmente.

En un encuentro con inversores, el presidente de JP Morgan, Jamie Dimon, ha reconocido este lunes que el banco abandonará sus planes de adquirir acciones propias por valor de 11.000 millones, como habían previsto. Aunque, según ha asegurado, mantienen su política de dividendos y sus estimaciones de beneficios para el año, cifrados en unos 6.000 millones de euros.

A pesar de la opacidad de JP Morgan sobre la suerte de los protagonistas del agujero –su oficina en Londres no ha querido confirmar a ABC si Javier Martín-Artajo, jefe directo de Iksil, sigue en su puesto– van trascendiendo detalles del ambiente y los perfiles que habrían facilitado que la unidad de inversión asumiera unos riesgos desorbitados en sus operaciones con fondos de tesorería del banco equivalentes a unos 300.000 millones.

Así, Bloomberg informa hoy que Irvin Goldman, uno de los directivos de la oficina, ya fue despedido en 2007 por otra firma financiera de Wall Street después de que sus audaces apuestas perdedoras provocaran la apertura de un expediente regulatorio a Cantor Fitzgerald LP.

Por otro lado, Ina Drew, la máxima responsable en Nueva York de las actividades de la unidad londinense en cuanto «chief operating officer» de JP Morgan –presentó su dimisión hace una semana– habría contraído una enfermedad en 2010 que le obligó a ausentarse en repetidas ocasiones del trabajo. Un vacío que habría facilitado, según el Evening Standard, el clima de asunción de riesgos que caracterizaba las actividades de la oficina londinense. «Se creó una espiral por cuestiones de personalidad«, explica un «trader» al gratuito londinense.