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Operación Generosidad

El problema son los principios (¿De verdad los tiene?) que sustentan su pensamiento (¿Existe tal cosa?) que se ven con claridad cuando todo lo que se le ocurre es disparar el gasto para contento general

PUEBLA

IGNACIO MARCO - GARDOQUI

Nuestro generoso presidente ha decidido incluir en el programa de los «viernes sociales» la creación de más de 31.000 empleos públicos. Pero ese no es el mayor problema que nos plantea su aproximación al asunto del empleo, a pesar de ser la mayor cifra ofrecida desde 2008, justo cuando expiraban los años de la bonanza desaprensiva. Además, y para ser justos, habría que hablar de empleo neto y descontar de esa cifra los servidores públicos que se vayan a jubilar en el periodo considerado. El problema son los principios (¿De verdad los tiene?) que sustentan su pensamiento (¿Existe tal cosa?) que se ven con claridad cuando todo lo que se le ocurre es disparar el gasto para contento general y abrir el grifo del empleo público, mientras que no le interesa o, al menos, no se entretiene en diseñar ninguna medida de apoyo a los empresarios que han asumido la honrosa función de crear el empleo que la Constitución garantiza a los españoles.

Este hombre es de una sensibilidad que estremece y de una bondad que enternece. Se ha propuesto, y si nadie lo remedia lo va a conseguir, distribuir toda la riqueza que unos crean y a quienes él desprecia, o cuando menos ignora, entre aquellos a los que mima y cuida. Eso está muy bien. Pero ¿no debería preocuparse un poco de generar, además de concentrarse mucho en repartir?

Los viernes sociales tienen su continuación en el programa elaborado para ser discutido en las elecciones y, si los números dan, para ser aplicado después desde el gobierno. Cambia la letra, muy poco, pero mantiene intacta la música. Dinero a mansalva para sustentar todos los derechos. Todos ganan y solo pierden los ricos y las empresas. Perfecto, pero alguien debería decirle cosas como que crear tanto empleo público en los albores de un periodo incierto es una temeridad. Y un agravio injustificado que aparece cuando vemos la brecha salarial existente entre el empleo público - 31.180,8€ de media -, y el privado - 20.636,4€ -, sin ninguna razón que lo explique, ni por la calidad del desempeño ofrecido, ni por la cantidad del esfuerzo desplegado, ni por la responsabilidad asumida, ni por la seguridad obtenida. Más salarios para los funcionarios y más impuestos para los emprendedores. ¿Vamos a disminuir así el paro?

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