El «capuccino» de Sebastián y un secretario de Estado en la sombra
El nuevo número dos del Ministerio de Industria, Fabricio Hernández, participó antes de navidades en la cumbre con las eléctricas que dio lugar al último «tarifazo» de la luz
Fue Rafael Villaseca, consejero delegado de Gas Natural Fenosa, quien formuló la pregunta del millón de dólares al término del último encuentro de confesionario que Miguel Sebastián mantuvo en vísperas de Navidades con los representantes de las grandes compañías eléctricas para ... informarles de la subida del café, entiéndase del recibo de la luz. ¿Pero qué pinta un asesor externo en una reunión como ésta formando parte además del grupo de trabajo del Ministerio de Industria? La cuestión iba dirigida al viento y tenía por objeto conocer los poderosos motivos que habían llevado hasta allí al bueno de Fabricio Hernández , el director asociado de la consultora internacional Nera, que el pasado viernes fue designado oficialmente como secretario de Estado de Energía en sustitución del dimisionario Pedro Luis Marín.
El ministro coló de rondón a su candidato sin hacer las debidas presentaciones y hubo que esperar hasta la despedida, allá en la puerta de salida, para desvelar la identidad del supuesto intruso. Fue precisamente Ignacio Galán el encargado de resolver la incógnita y es que el presidente de Iberdrola es uno de los que puede hablar con más propiedad del nuevo interlocutor del sector eléctrico pues su compañía es una de las que trabaja más intensamente con la antigua firma de Fabricio Hernández.
Nera cuenta en España con una dilatada tradición de asesoría dentro del mercado energético y ha actuado como baluarte de Iberdrola en la batalla legal contra ACS. No en vano, los argumentos recabados por la consultora fueron determinantes para fijar los niveles de competencia industrial entre la eléctrica y la constructora que, a la postre, han impedido al grupo de Florentino Pérez sentarse en el consejo de administración de la sociedad que preside Galán.
La vinculación con el sector del recién nombrado secretario de Estado es mucho más amplia que la derivada del célebre contencioso y ha constituido sin duda un valor seguro en la búsqueda de un puesto tan complicado en un momento especialmente inoportuno. Hace falta alguien con gran experiencia y no menos coraje para abordar sin complejos las tareas pendientes en un año escaso de gestión y que va a estar marcado además por una tremenda presión electoral.
Sebastián ha echado el resto por Fabricio Hernández porque no tenía más opciones
Sebastián ha decidido echar el resto por Fabricio Hernández, entre otros motivos porque tampoco tenía más opciones, y ha recurrido a sus mejores ardides con Zapatero para convencer al séquito de Moncloa sobre las bondades de dicha elección. El ministro está convencido de que su nominado en el «sillón eléctrico» será un hombre nuevo en cuanto gaste coche oficial y sabrá delimitar su función reguladora dejando a un lado sus antiguas habilidades al servicio de las empresas reguladas. Para ello, el hasta ahora director del área energética de Nera estará obligado a inhibirse en multitud de acuerdos gubernamentales, pero eso es algo que importa poco a un ministro que sólo utiliza a sus más directos colaboradores como fieles escuderos.
Tal y como se ha puesto en evidencia con la reciente e histórica subida de la luz, el Gobierno se ha echado al monte de la mano de las compañías eléctricas y su único objetivo en estos momentos pasa por recomponer las relaciones con el oligopolio de Unesa. Sebastián quiere aprovechar la tabla rasa que brinda el cambio presidencial dentro de la patronal del sector, donde el incombustible Pedro Rivero acaba de ser relevado por un hombre mucho más viajado y diplomático como Eduardo Montes , ayudante fugaz de Juan Miguel Villar Mir hasta hace unos meses pero con un denso historial ejecutivo de antaño en empresas multinacionales de la talla de Siemens, Alstom o Alcatel.
Soslayadas las múltiples trabas de la Oficina de Conflcitos de Intereses, Fabricio Hernández llega al Ministerio de Industra con la misión esencial de apaciguar los ánimos de los que hasta ahora han sido sus mejores clientes. De la pericia con que maneje el encargo dependerá el necesario ajuste de la estructura tarifaria que pretende reducir el escándalo de los costes eléctricos para evitar mayores disgustos a los sufridos usuarios.
El ministro quiere resolver el entuerto a lo largo de este año pero hoy por el hoy ni al Gobierno ni a la Comisión Nacional de Energía que preside Maite Costa le salen los números. A pesar de los últimos retoques pactados con los grandes del sector en el decreto de Nochebuena, la estimación del déficit de tarifa para 2011 es de otros 5.000 millones de euros. De esta cifra, 3.000 millones se fían a cuenta y otros 1.500 serán sufragados en gran parte con un fuerte recorte de las primas fotovoltaicas a los propietarios de huertos solares. Si las matemáticas no mienten faltan 500 millones del ala y lo más probable es que Fabricio Hernández tenga que servir algún que otro «capuccino» de esos que tanto le gustan a Sebastián.
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