Portugal claudica ante la presión y solicita el rescate a Bruselas

Ahora, la situación política es diferente. El jefe de filas de la oposición que se opuso a los recortes, Passos Coelho, aseguró que apoyaba la decisión y que «no hay que tomarla con desesperanza sino como el primer paso para no disfrazar la realidad y afrontar los problemas con dignidad». La noticia estallaba tan sólo unas horas antes, cuando el ministro de Economía, Fernando Teixeira dos Santos, anunciaba a la prensa que el país no podía aguantar más la presión de los mercados y que por tanto pediría ayuda al fondo de rescate. «Es necesario recurrir a los mecanismos de financiación disponibles en el marco europeo», aseguró el ministro en una entrevista en el Diario de Negocio luso.

Esta decisión se produce después de que el coste de la financiación de la deuda del país luso en los mercados haya marcado récords una semana tras otra, hasta el punto de que el Tesoro de ese país ha tenido que pagar tipos de interés de hasta el 10% por los bonos a 10 años, todo un récord para la Eurozona y por supuesto para el país. A la presión de la deuda se ha unido la de los bancos lusos, que han pedido abiertamente en los últimos días un préstamo puente de algún otro país europeo o institución multilateral para hacer frente a la presión, de un montante que podría rondar los 15.000 millones, para evitar problemas de financiación del Tesoro antes de la elecciones legislativas anticipadas, previstas para el próximo 5 de junio después de que el Gobierno dimitiera el pasado 23 de marzo tras le rechazo de la oposición a apoyar el ultimo plan de ajuste.

Desde la Comisión Europea anoche se confirmaba que Portugal había pedido la activación del mecanismo de auxilio financiero, al tiempo que se aseguraba que se actuará lo más rápidamente posible para atender la demanda y se confiaba en la capacidad de Portugal de superar las dificultades.

Arranca la negociación

Una vez que se ha producido la petición formal de ayuda se abre un proceso de negociación entre el Gobierno luso, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional para determinar las condiciones del rescate. Se tiene que alcanzar un acuerdo no sólo sobre el montante de la ayuda, cifrada por el propio Presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, en 75.000 millones de euros el mes pasado, sino también sobre el tipo de interés y los plazos de entrega del dinero. A cambio de todo lo anterior, el Gobierno tendrá que aceptar un draconiano plan de ajuste fiscal que pasará sin duda por nuevas subidas de impuestos y reducciones del gasto público, lo que se traducirá muy probablemente en años de bajo crecimiento económico y subidas del paro.

En esta línea, el Gobierno portugués de Sócrates ya ha puesto en marcha tres duros planes de ajuste con el objetivo de reducir el déficit público al 4,6% del PIB este año, al 3% en 2012 y al 2% en 2013. En 2010 el déficit público fue del 8,6%, como consecuencia de la entrada en vigor de una nueva normativa contable por parte de Eurostat, frente al 7,3% previsto inicialmente por el Gobierno.

Las agencias de calificación financiera han «ayudado» bastante en los últimos días a que el Gobierno de Portugal tomara esta decisión, con sucesivas rebajas de la calificación de la deuda del país ante los «aumentos de las incertidumbres políticas, presupuestarias y económicas», según ellas.

Opiniones al margen la realidad es que el Tesoro portugués tiene que captar en los mercados alrededor de 9.000 millones de euros antes de mediados de junio para poder hacer frente al pago de los vencimientos de deuda que tiene comprometidos, operación que podría finalmente anular si antes de esa fecha le llegan fondos europeos, para lo que habría que llegar previamente un acuerdo de la comisión negociadora, que tendría que ser rubricada en una reunión del Eurogrupo que, por cierto, se reúne mañana en Budapest, aunque todo apunta que el acuerdo no estará aún listo.

El próximo día 15 de abril, el Tesoro portugués tiene que abonar títulos de deuda que vencen por importe de 4.300 millones de euros, cantidad que algunos analistas han asegurado el país no tiene en caja.