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El mercado negro que se esconde tras una falsificación

Con las nuevas tecnologías el número de productos falsos se ha disparado. Es una industria sumergida más rentable para las mafias que el tráfico de drogas

Material decomisado por la Policía Municipal de Madrid en Lavapiés por tratarse de falsificaciones de ropa. ARCHIVO

GUILLERMO GINÉS

Es un negocio ilegal más rentable que la droga y en el que las condenas son mucho menores. Los consumidores españoles gastan un total de 3.000 millones de euros al año en falsificaciones , un hábito que no solo es peligroso para su salud, sino que provoca unas pérdidas fiscales y económicas de gran tamaño. Desde cosméticos a ropa, pasando por componentes electrónicos; la tecnología ha permitido que todo producto pueda ser sensible a una falsificación . Con este amplio catálogo y un usuario tan entregado, no es de extrañar que una gran cantidad de mafias hayan entrado con fuerza en este mercado negro.

Muchos consumidores no son conscientes de que las falsificaciones suponen una pérdida de empleo

Fernando Móner

presidente de CECU

Año a año, distintas organizaciones de consumidores avisan del grave agravio que supone un producto falsificado para nuestro país. Así, en 2011 Facua alertó de que España era el tercer país europeos que más falsificaciones intercepta , mientras que la Asociación General de Consumidores (ASGECO), lanzó el año pasado la campaña « Consume Original, sé auténtico » en la que reflejaba el «crecimiento exponencial» de los productos falsificados en los últimos años.

Este año ha sido la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) la que ha dado a conocer, mediante la campaña #VerdaderoOFalso , las preocupantes cifras de esta industria fraudulenta. Además del gasto de los españoles en este tipo de productos, CECU refleja a través de una encuesta que, aunque el 69% de los consumidores españoles percibe como negativa la falsificació n, el 37% de los mismos admite haber adquirido este tipo de producto sabiendo que no era auténtico.

«Muchos consumidores no son conscientes de que las falsificaciones suponen una pérdida de empleo y competitividad, además de que imposibilitar la innovación y el desarrollo de nuevas empresas», asegura Fernando Móner, presidente de CECU.

Según la encuesta realizada por la asociación de consumidores, el mercado de las falsificaciones destruye unos 50.000 puestos de trabajo al año en España. Andalucía, Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana son las regiones donde más incautaciones se realizan, mientras que los textiles, juguetes, componentes electrónicos y el calzado son los productos «estrella» de esta industria sumergida.

Maquillaje de petróleo

No solo pueden ocasionar un «agujero» económico, sino que este tipo de productos pueden ser perjudiciales para nuestra salud. En algunos casos, por ejemplo con los cosméticos y las fragancias, el peligro es realmente evidente , al ser productos que no están probados y que pueden estar elaborados con sustancias tan nocivas como el petróleo. Para mayor complicación, las falsificaciones son cada vez más difíciles de identificar.

«Con la llegada de las nuevas tecnologías , las falsificaciones se han vuelto más sofisticadas y difíciles de detectar . Hay que recurrir a factores como el embalaje o el etiquetado para corroborar que un producto es falso», afirma Móner.

En el caso de que finalmente se idenfique el engaño, muchos consumidores optan por no denunciar. La Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) ha destacado en varias ocasiones que esta lacra está «socialmente aceptada» , por lo que los usuarios realizan menos reclamaciones. «Tan solo un 4% de los afectados acude a reclamar», asegura el presidente de CECU.

Además, desde hace algunos años este tipo de falsificaciones dejó de ser un producto exclusivo de mercadillos y rastrillos fraudulentos. I nternet ha sido una vía de escape para esta industria, que ve como el comprador rebaja sus exigencias cuando acude a la red . «A través de una pantalla es más complicado percibir el engaño», asegura Móner. Como en otro tipo de ofertas, las asociaciones recomiendan precaución . «Si algo es anormalmente barato, es muy probable que sea falso», concluye Fernando Móner.

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