Energía
Más de 5.000 millones de euros para desenchufar a España del carbón
El desmantelamiento de las centrales térmicas, que acaba de iniciarse, se prolongará varios años y lleva aparejada la construcción de una nueva red de plantas de energías renovables
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Iniciar sesiónHace menos de diez años, España tenía en funcionamiento 14 centrales térmicas en las que quemaba carbón para obtener electricidad. Ahora, solo una de ellas se mantiene realmente en activo. Las demás están cerradas o en proceso de cierre. España se desenchufa ... del carbón en esta particular travesía hacia las energías «verdes» .
El proceso es técnicamente complejo y de fuerte impacto económico. Primero, por lo que cuesta cerrar y desmantelar una central térmica de forma ordenada y con criterios medioambientales. Segundo, por las nuevas inversiones que las compañías eléctricas han planificado para sustituir el carbón por fuentes renovables.
Endesa es el mayor botón de muestra al respecto. Es propietaria de las mayores térmicas que echan el cierre en España. Acaba de iniciar en la central de Andorra (Teruel) su programa de desmantelamientos. Y, a la par, lanza su programa de construcción de plantas renovables en sustitución de las térmicas que elimina. En cinco años, Endesa va a invertir unos 5.000 millones de euros en este proceso: más de 250 millones en desmantelar las centrales -da idea del coste que supone eliminarlas, que asumen íntegramente las compañías propietarias- y más de 4.500 millones en la creación de nuevos complejos de energías solar y eólica. Eso sin contar los proyectos de producción del llamado «hidrógeno verde» , que conllevará otros 1.100 millones de euros de inversión adicional.
Las cuatro mayores centrales a desmantelar en España son, por este orden, las de As Pontes (La Coruña), «Litoral» (Carboneras, en Almería), Andorra (Teruel) y Compostilla , en la localidad leonesa de Cubillos del Sil. Las cuatro pertenecen a Endesa. La de Andorra ya se está desmantelando, la de Compostilla está cerrada y encara su desmontaje, y las de As Pontes y «Litoral» ultiman el cierre con sendos acuerdos oficiales que se prevén formalizar este mismo año.
A esas grandes centrales se añaden otras 11 repartidas por varios puntos de España y pertenecientes a las compañías Gas Natural Fenosa, Iberdrola, Viesgo, Naturgy y EDP . A esta última pertenece también la única que, de momento, va a seguir funcionando, la térmica de Aboño, en Gijón.
Por envergadura de las plantas a desmantelar y de los proyectos de sustitución, Endesa es la punta de lanza de este gran proceso para eliminar las térmicas y cambiarlas por energías renovables. Pero el resto de operadores cuentan también con sus propios programas en el mismo ámbito, con fuertes inversiones. Uno de esos proyectos relevantes es el que Iberdrola ha diseñado para su central de Lada, en Langreo (Asturias): prevé reconvertirla en una planta de producción de hidrógeno verde.
Impacto en el empleo
El cierre de las térmicas acaba con una importante fuente de empleo . Preocupa especialmente en zonas en las que la central era su gran pulmón laboral . Para evitar el desplome de esos territorios, instituciones y operadores privados se unen en la llamada «transición justa»: se buscan incentivos para atraer nuevas inversiones productivas a esas zonas -la experiencia pasada con las minas del carbón hace que cunda el escepticismo en esos municipios- y se impulsan nuevos empleos con las plantas de energías renovables que se van a levantar.
«Hemos apostado por una transición justa», explica a ABC el director general de Generación de Endesa, Rafael González . «La compañía no se va ni se desentiende de estas zonas en las que ha operado durante décadas y que son parte de su historia, sino que permanece con una fuerte apuesta por las energías renovables y favoreciendo el desarrollo de proyectos económicos alternativos y del empleo local». Subraya que «la inversión comprometida para los próximos cinco años en el desarrollo de proyectos renovables en esos emplazamientos es de 4.520 millones de euros, equivalente a una capacidad de 5.720 megavatios» -las cuatro mayores térmicas de España sumaban unos 4.600 megavatios de potencia-.
Costes energéticos
Respecto al impacto económico del cierre de las térmicas y su sustitución por renovables, el experto Luis Atienza cree que va a ser positivo para España. Atienza preside Argo Capital Partners , gestora de capital riesgo orientada a inversión en pymes que trabajan en la transición energética.
Eliminar el carbón como fuente de electricidad «no solo es un objetivo político por el medio ambiente, también tiene sentido económico: generar electricidad con carbón, además de ser más contaminante, sale más caro que hacerlo con renovables» , explica a ABC. Cada tonelada de CO2 que se emite a la atmósfera, se paga: al precio actual, cada megavatio/hora producido con carbón tiene un sobrecoste de unos 20 euros, indica Atienza.
Pero no todos los países lo ven tan claro. España se ha lanzado de lleno a la «descarbonización», mientras la locomotora alemana se lo toma con calma. ¿Por qué? «Los alemanes parten de un nivel altísimo de producción de carbón, una fuerte presión sindical y territorial para alargar la vida de ese sector y, además, tienen muchos menos recursos energéticos renovables que nosotros, del orden de un 50% menos de generación fotovoltaica», apunta Luis Atienza.
«Ventaja competitiva»
A diferencia de Alemania, en España «tenemos un carbón de mala calidad y un recurso renovable mucho mejor y más barato; tenemos el mejor recurso fotovoltaico de Europa» y «estamos razonablemente bien situados» en eólica. Y subraya: «la renovable no solo es más barata en costes medios totales sino que, una vez instalada, el coste de funcionamiento y de mantenimiento es casi cero». Por eso, Luis Atienza está convencido de que la economía española va a salir ganando al desenchufarse del carbón: «No vamos a pagar más por la electricidad, al contrario; a 10 años vista, las renovables van a ser un factor de ventaja en nuestra factura eléctrica y va a mejorar la competitividad de nuestra economía». Augura que «el precio medio de la electricidad en España será más barato que en los países centroeuropeos» .
Por eso -dice- esta transición «es una oportunidad, no una amenaza; no es una apuesta idealista sino que tiene una extraordinaria racionalidad económica que va a convertirse en una ventaja competitiva para nuestro país».
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