Pablo Isla: un empleado con galones y bien pagado, pero un empleado
El caso es que Pablo Isla, criatura de César Alierta -con permiso y sin ofender- por aquello de que fue criado en las tripas de la antigua Tabacalera y, hoy ya, uno de los ejecutivos con más pasado, presente y futuro del panorama empresarial español, ha sufrido en sus propias carnes la dureza de la primera ley de la empresa familiar: donde hay patrón no manda marinero
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Iniciar sesión«No es es nada personal. Estamos muy contentos contigo, pero la familia es la familia». Éste bien podría haber sido el argumento empleado para forzar el relevo en la presidencia de Inditex y el necesario contexto para entender por qué las cosas ... son como son y no como nos gustaría que fuesen. Aunque no ha sido exactamente así... El caso es que Pablo Isla , criatura de César Alierta -con permiso y sin ofender- por aquello de que fue criado en las tripas de la antigua Tabacalera y, hoy ya, uno de los ejecutivos con más pasado, presente y futuro del panorama empresarial español, ha sufrido en sus propias carnes la dureza de la primera ley de la empresa familiar: donde hay patrón no manda marinero.
Y... tal cual. Isla deja paso pues, a la benjamina de Amancio Ortega -Marta- que seguro tiene muchas y grandes e indudables virtudes, pero que a su vez llega por ser quien es -que no es nada malo oigan, ni criticable, es la vida misma- y ahora debe demostrar casi todo a unos analistas e inversores descreídos de casi todo. ¡Menudo recibimiento le ha hecho la Bolsa!, de todo, menos aplausos. Y es que Isla hizo grande, muy grande, a Inditex; y ricos, muy ricos, a los Ortega y a él mismo -no en vano se marcha con las acciones de Inditex un 167% más caras que hace 10 años cuando llego al sillón presidencial-, pero nunca dejó de ser lo que es: un empleado -que tampoco es nada malo, es, de nuevo, la vida misma-. Y de ahí viene la segunda ley de la termodinámica familiar: no es posible un proceso cuyo único resultado sea la transferencia de reputación y capacidad de gestión de un cuerpo de menor talla empresarial a uno mayor.
Y... como toda empresa familiar, la nueva jefa, la dueña no lo olviden, se rodea de su gente. ‘Su’. Familia y amigos. ¿Sorprende? Cero. Pues bien, Marta Ortega , como próxima presidenta del grupo a tres meses vista, ha decidido ya una completa renovación de la cúpula del grupo. El nuevo comité de dirección estará integrado por directivos de su máxima confianza, dos de ellos incluso unidos con lazos familiares - Jorge y Óscar Pérez Marcote , hermanos de su madre, Flora, segunda esposa del fundador Amancio Ortega-, y todos procedentes de las tripas de Inditex con muchos años de experiencia dentro de la firma de moda. Más el que será su mano derecha y la primera figura ejecutiva de la multinacional española, verdadero heredero de las funciones de Isla: Óscar García Maceiras -que es de los que menos tiempo llevaba dentro de Inditex ya que se incorporó al grupo en marzo de 2021-, hasta ahora secretario general y del consejo, y que ha sido nombrado consejero delegado con efectos inmediatos. Y Pablo Isla... lo sabía.
El caso es que lo de Isla es fácil de entender: e ra y es un empleado, con galones, bien pagado, pero un empleado . Así encajan todas las piezas y uno entiende un movimiento corporativo a cuyo resultado también se puede llegar aplicando el principio de la navaja de Ockam: la explicación más sencilla es la válida para esta hipótesis. No hay más. Ni menos.
Isla sale de Arteixo con la vida personal resuelta y la vida profesional a medio hacer. Currículum y padrinos no le faltan para dar el salto a otra gran compañía, porque seguro que entre sus planes no cabe ni está apuntarse a la cola del paro. Isla se ha licenciado con honores en la dura escuela de la empresa familiar y seguro que ahora, o ya desde hace algún tiempo, deshoja la margarita mientras el teléfono no le para de sonar. O no, que dirían sus buenos amigos Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo , con permiso de su también buen colega Manuel Pizarro .
Ahora entenderán muchos la híper actividad de meses atrás, cuando Isla -el eterno aspirante a presidente de Telefónica , ténganlo en barbecho-, y justo tras el desembarco de García Maceiras, pasó de la noche a la mañana de un discreto tercer plano a un protagonismo exultante en los actos de la CEOE. Ya saben, es bueno ayudar a la suerte. Sobre todo cuando se sabe por adelantado que va a hacer falta, pues el objetivo es ambicioso y tiene muchos y poderosos pretendientes.
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