María Jesús Pérez - Con Permiso
Feijóo, su gobierno en la sombra y los tránsfugas de la amistad empresarial
Los fans del sanchismo coquetean con Feijóo. Algo se huelen y, como Pegasus, tratan de infiltrarse en las tripas del nuevo PP camuflando su pasado y presente. El gallego prepara una lista de hombres y mujeres fieles y leales para ordenar lo que han desbaratado a partes iguales el Gobierno y sus aplaudidores. Ahora viene el crujir de dientes y el pío pío… para seguir en paz
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Iniciar sesiónMenos política y más economía. Es la receta de Feijóo I ‘el austero’ –con la que empatizo al 200%, ¡o más!, al menos a priori, que todo nos iría mucho mejor en este país en el que ya no hay nadie en su sitio– dirigida, ... de momento, a los políticos y empresarios en Cataluña. Que la realidad económica de España no tiene nada que ver con la irrealidad que el Gobierno quiere que veamos. Tal cual dijo en la reunión anual estos días del corro de la patata de Barcelona (¡ups! perdón, Cercle d’Economía, que siempre me lío). Eso, y olvidar la política del retrovisor, que ya está bien de desestabilizar con estos temas a la UE, de la que algunos nos quieren sacar a gorrazos. Más de uno y de dos, y no solo de apellido frugal. ¡Qué necesidad de provocación tras provocación! El caso es que el nuevo líder del PP aprovechaba la ocasión para ofrecerse a los empresarios catalanes como una garantía de estabilidad. Pues... bienvenido el aterrizaje del gallego a la oposición, porque en un país en el que se reafirme alguien que domine la gestión –‘el austero’ que ni pintado le va– y permanezca al margen de los cantos de sirena de la política es una bendición.
Núñez Feijóo adelantó en el Circo –Cercle, pero... de los leones para otro que yo me sé, que se dejó caer por allí sin que se le hubiese perdido nada... Una pista: muy guapo y viajado, en avión eso sí– lo que incluirá en su programa electoral en cero coma: racionalización del gasto público, es decir, que el Gobierno ‘se’ reduzca y reduzca el gasto superfluo de la Administración General del Estado; ajustar la tarifa de la renta, que no se ajusta desde 2008 –si bien omitió, chico listo, que entre 2011 y 2018 gobernó el PP de Rajoy–; bajar el IVA el 5% en la energía eléctrica y el gas; rediseñar la ejecución de los fondos europeos, para, por ejemplo, que un 7% (4.900 millones) se destine a un paquete fiscal que lo gestionen las empresas; y reformas estructurales, es decir, «un cambio de cultura desde la Administración». Si nos hace el favor de quitarle la silla al guapo, lo dicho, ¡bienvenido será! Ahora que trabajo va a tener un rato largo.
Y así, en el mientras tanto, de ‘corro’ en ‘corro’ –espero que de poca patata, por su bien– ha estado Feijóo desde su elección, intentando recuperar la confianza perdida de la era Casado. Con amigos, enemigos, y quien sea menester... del Ibex, de CEOE y demás organizaciones empresariales, sindicatos, políticos varios... Si bien, ahora que Zaragoza está tan al alza como epicentro cosmopolita que hasta su club de fútbol ha cautivado a un armenio, afincado en Londres y que pasa buena parte del tiempo en Nueva York –misterios de la globalización del mundo digital–, quizás sea bueno que el líder popular tenga a mano las enseñanzas de otro ilustre maño: Baltasar Gracián y la tradición clásica que discurre a través del humanismo. El jesuita dedicó gran parte de su vida al estudio de la amistad, alertando de los peligros de los amigos falsos y lisonjeros.
Ojo pues presidente con aquellos que se le acerquen ahora, aquellos que quizás le repudiaban hace meses, esos que con voluntad de cera aplauden a Pedro Sánchez hasta sangrar las palmas. Esos mismos que ya querrán engolosinarle con la dulzura de la amistad porque ven próximo un cambio de Gobierno. Los mismos que han traído a Sánchez hasta aquí, en volandas de elogios y respaldo empresarial para atornillarse a sus poltronas de grandes compañías. Son esos que siempre han existido, y ahí siguen, esos mismos y más. Verdaderos tránsfugas de la amistad que aspiran a cambiarse de chaqueta sobre la marcha, total pagan sus accionistas. Seguro que intentarán convencer a Feijóo de que en realidad son buenos chicos pero que el embrujo de Sánchez y otros empresarios de la noche socialista-caviar les confunden. Pero... ignoran que el gallego, como el maño, las mata callando y que los tiene a todos fichaditos en su agenda mental, allí donde no hay Pegasus ni artilugios telefónicos que valga: el traidor, el frívolo, el teatrero, el vende patrias… Toditos están. También sabe que, como advirtió Ryszard Kapuscinski, los cínicos no valen para este oficio y que a los buenos amigos y confidentes hay que buscarlos como a los buenos libros: pocos, buenos y bien conocidos. Así, cuando a Feijóo le quieran hacer el ‘jogo bonito’ brasileño para colársela, pues él se hace la rubia del mismo Celeiro, y a otra cosa.
Tal cual están las cosas. Don Alberto monta su Gobierno en la sombra y diseña su mapa corporativo fiel, sin olvidar tampoco a los que alegando distancia preventiva de la política solo han limpiado sus compañías de nombres ligados al PP mientras los trujamanes del socialismo más rancio siguen en sus sitios desafiantes. Aunque... la cosa está aún un poco verde. Los que le rodearon en Sevilla no tienen por qué ser parte de su equipo de gobierno definitivo. Feijóo ni sube ni baja, aguanta y recela como el viejo amigo al que se pide consejo con intereses aviesos, pero sabe que, al final, a cada capillita le llega su fiestecita.
Se cumplen ahora cien años de La España invertebrada de Ortega. Ahí está todo. Es la ausencia de los mejores. No se puede añadir nada más.
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