Hazte premium Hazte premium

Covid-19: Un manotazo en el tablero

El virus ha decapado la madera del tejido público y privado y ha dejado a la vista las costuras de un plantel de políticos y empresarios mal hilvanadas y aún peor cosidas

Coronavirus en España, infectados, fallecidos y toda la información del Estado de alarma en directo

Miembros del extinto Consejo Empresarial para la Competitividad ABC
María Jesús Pérez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Un manotazo en el tablero. Eso es en pocas palabras la crisis del coronavirus que amenaza con llevarse por delante unas estructuras políticas, económicas y sociales que ya estaban carcomidas. Esta pandemia con inquietante nombre de equipo de baloncesto, Covid-19, ha dejado al descubierto un cuerpo que estaba desnudo de por sí, un colectivo desprovisto de cualquier brizna de liderazgo, que se perdió el respeto a sí mismo años atrás, justo cuando empezó a manosear las instituciones a plena luz del día.

El manotazo ha hecho saltar por los aires todas las fichas, ha estrellado los dados contra la pared y ha hecho añicos las reglas de un juego donde siempre debían ganar los mismos, acostumbrados al «usted no sabe con quién está hablando», al ordeno y mando a golpe de CEC. ¿Se acuerdan de aquel Consejo de la Competitividad? No daré nombres concretos de sus miembros, pero con él como institución empezó casi todo.

El caso es que el virus ha decapado la madera del tejido público y privado y ha dejado a la vista las costuras de un plantel de políticos y empresarios, mal hilvanadas y aún peor cosidas. Y en estas que salió Lagarde y parió un ratón. Dejando en evidencia las limitaciones de la autoridad que urge liderar de verdad, un BCE aturdido ante la crisis como un conejo frente a las luces largas de un coche. Poco ha tardado el nuevo equipo en hacer echar de menos a su antecesor, Mario Draghi. La receta de hoy de «otros tiempos, otros modos» no puede competir con aquel «haré lo que sea posible y, créanme, será suficiente» que espoleó la economía europea en julio de 2012. Y es que pasarle la patata caliente a cada gobierno de la Unión alegando que ella no está para reducir primas de riesgo, si bien tiene un punto de justicia poética no parece la solución ante el aciago panorama. Porque, entonces, ¿para qué está ella? ¿Y para qué el BCE? Y ahí, entre bambalinas, sigue nuestro representante, el exministro Luis de Guindos, que nadie sabe si hará metafóricamente, un Pablo Iglesias estos días pasados (demasiados hasta que decidió aparecer en plena cuarentena y sin mascarilla) quitándose de en medio, lo mismo por si tanto trajín vírico hace correr el escalafón. ¡A calentar, por si hay que saltar al campo!

Pero no se engañen. La ausencia total de liderazgo no es patrimonio de lo público. ¡Qué va! y ¡así nos va! Y tenía que llegar el dichoso virus justo ahora que alguno estaba reinventando el capitalismo, en pleno reseteo, con la cantinela de que el mundo merece una economía que permita de verdad a cada persona tener éxito a través del esfuerzo y la creatividad. Aunque la idea era la contraria, que nadie cayera en la cuenta de que no era así, de que la partida tenía truco. ¿Cómo lograr que un elefante rosa pase inadvertido en mitad de Times Square? Fácil, llenando Times Square de elefantes rosa.

Ahora el tablero ha saltado por los aires y toca atarse los machos y jugar de verdad, porque la partida empieza de nuevo. Esta «coronacrisis» supondrá al menos ¿un año? (rezo para que sea mucho menos) de paréntesis en la vida económica de las empresas, cicuta definitiva para muchos y oxígeno salvador para algunos, igualados democráticamente por un virus que hace imposible distinguir qué parte del bofetón corresponde a una continuada mala planificación y gestión, y qué porcentaje se atribuye a la pandemia de origen asiático. Los balances están expuestos, y cada cual sabe muy bien lo que tiene en su casa.

Puede entonces que ahora el BCE se dedique realmente a estimular eficazmente la economía europea; que el Ejecutivo gobierne y se deje de trapisondas marketinianas para aferrarse a La Moncloa plurinacional; que los bancos piensen en escenarios mucho más ambiciosos que entender un posible matrimonio de conveniencia entre BBVA y Bankia como un ajuste de cuentas y un restañamiento moral; que los empresarios no se limiten a esperar un balsámico «Deus ex machina» para resolver la situación crítica. Zapatero a tus zapatos. Cuestión de liderazgo... pero de verdad.

¿Dónde están los prebostes del Ibex 35? ¿Cuáles son las lecciones TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño) de talento y visión a largo plazo más allá de reacciones de autosupervivencia y curas de paracetamol y esparadrapo? Salvo el aldabonazo dado esta semana por el presidente de Telefónica -no la panacea pero sí suficiente para recordar algo vital como la «misión de servicio» de las grandes empresas-, y a quien después siguieron mínimamente otros con similar mensaje, algún banquero, energético y poco más; el resto, a lo suyo. Más de lo mismo, intentando reagrupar sus fichas del tablero para obtener una ventaja competitiva pase lo que pase: que se olvide la crisis reputacional por gravísimas escuchas y seguimientos, que los fallidos fichajes galácticos pasen a mejor vida, que las grandilocuentes adquisiciones aéreas y turísticas se tornan en pesadas losas, que los activos en Iberoamérica salten por los aires... Pero es que, repito, el tablero se ha roto -si es para siempre se verá con el tiempo-, y ahora toca remangarse y reescribir las reglas.

Mientras, me cuentan por ahí que no faltan figuras de los negocios que estos días siguen acariciando la idea de que se extienda al plano empresarial la ocurrencia sanitaria de Navarra de rescatar a médicos de la reserva para arreglar el actual entuerto. Soñar no cuesta dinero... esto es España, nunca se sabe, ¡que se lo digan a Iglesias!

No es cosa de que sigan confundidos los ciegos con los que ven claro, por mucho que estos últimos estén en minoría absoluta. Es más urgente que nunca una división de actitudes, para cumplir con el mandato orteguiano y que cada cual lleve sobre sus hombros la responsabilidad que le corresponde y no se le cargue la ajena. ¿Les suena? Y luego, que Dios nos coja confesados.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación