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Exportaciones: pasado y futuro

«La única vía sostenible y duradera para seguir mejorando la aportación del sector exterior al PIB solo puede proceder del aumento de la productividad»

María Jesús Fernández

Es sabido que las exportaciones han desempeñado un papel clave en la evolución de la economía española durante la última década. Su extraordinario dinamismo impidió que la caída del PIB durante la crisis de 2008-2013 fuera más pronunciada de lo que fue, y amplificó el crecimiento en los años posteriores de recuperación. Las ventas de bienes al exterior incrementaron su peso en el PIB desde un 17% en la primera década del siglo hasta un 24% en los años más recientes. Esta ha sido la causa fundamental de que el déficit crónico de nuestra balanza de pagos se haya transformado en superávit, y de que este se haya mantenido durante un tiempo récord de ocho años, incluso en un contexto de fuerte expansión de la demanda interna. No cabe duda de que el aumento de peso de las exportaciones en el PIB constituye la transformación estructural más importante que ha experimentado nuestra economía en lo que llevamos de siglo.

El «pero» es que las ganancias de competitividad que hicieron posible este incuestionable logro se sustentaron básicamente sobre la contención de los costes laborales, y no sobre el crecimiento de la productividad o el aumento del contenido tecnológico. De hecho, el grueso del crecimiento de las exportaciones se concentró en sectores de contenido tecnológico bajo o medio-bajo.

El peso de las exportaciones debe seguir aumentando para garantizar la continuidad de los superávits de balanza de pagos y hacer posible un crecimiento económico menos dependiente de la demanda nacional, y, por tanto, más sostenible y menos generador de desequilibrios como inflación, endeudamiento o déficit externo. Pero el margen para ganar competitividad por la vía de la contención de los costes salariales probablemente ya se ha agotado . En el futuro próximo, la única vía sostenible y duradera para seguir mejorando la aportación del sector exterior al PIB solo puede proceder del aumento de la productividad, así como del aumento del contenido tecnológico y la sofisticación de nuestros productos.

Desgraciadamente, el margen de tiempo que nos ha proporcionado la vía de la contención de los costes salariales no ha sido aprovechado para realizar las reformas estructurales necesarias para que la economía española ascienda peldaños en la escalera tecnológica, las cuales requieren de muchos años de maduración para dar fruto. Entre las innumerables reformas desdeñadas, la que más tristeza produce es la educativa. Los cambios legislativos en este ámbito se han centrado en cuestiones ideológicas irrelevantes, sin hacer nada por reducir el fracaso escolar o elevar las competencias en ciencias de nuestros jóvenes, y muy poco por mejorar la formación profesional.

«No se han realizado las reformas necesarias para que la economía española ascienda peldaños en la escalera tecnológica»

Pero las perspectivas futuras de nuestras exportaciones no solo van a estar determinadas por las carencias estructurales derivadas de la inacción política de la última década. Hay otros factores en juego cuyo impacto sobre el funcionamiento y la configuración del comercio internacional del futuro es una incógnita. En primer lugar, las guerras comerciales –las tensiones entre China y Occidente están aquí para quedarse–, así como los posibles cambios en la política comercial de la UE orientados a proteger la industria europea de la competencia de países con regulaciones medioambientales frente al cambio climático menos estrictas.

Un segundo factor se encuentra en los cambios en la organización de las cadenas de producción globales que pueden desencadenarse por efecto de la pandemia. Y en tercer lugar, el impacto derivado de avances tecnológicos disruptivos como la inteligencia artificial, la robotización o la impresión en 3D. Todo ello en su conjunto puede suponer un auténtico cambio de paradigma en las relaciones comerciales internacionales, de implicaciones difíciles de prever para el sector exterior español.

María Jesús Fernández es economista sénior de Funcas

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