Gay de Liébana: «El nuevo Gobierno no sabe lo que es la economía real»

Es muy crítico en su nuevo libro con España por la baja inversión en I+D. ¿Vamos a perder el tren de esta nueva economía disruptiva?

¡Totalmente! Estamos muy cerca de perder el tren de la economía disruptiva, porque no hay ni intención ni objetivos de inversión en I+D. Los países que destinan cantidades importantes son los que recogen los frutos. El futuro se construye desde hoy: si no invierto en I+D me quedo rezagado y voy a ser un país más dependiente desde todos los puntos de vista.

Entonces, ¿no se están adoptando las medidas adecuadas en España?

¡No! Por ejemplo, lo que se está haciendo es subir el salario mínimo y se cree que esto debe legislarse a través del Boletín Oficial del Estado (BOE) cuando en realidad los salarios vienen marcados por la productividad. En los países que realmente son muy productivos no hay ninguna regulación. El problema del salario mínimo en España tiene su origen en el modelo productivo: si tuviéramos industria tecnológica, el sueldo medio sería de 120.000-150.000 euros al año y nadie hablaría del salario mínimo. Así no vamos a ir a ningún lado porque el empresario que crea trabajo no tiene capacidad económica ni suficiente valor añadido.

¿Qué está haciendo mal España y qué podemos aprender de Irlanda, a quien pone de modelo?

El modelo de Irlanda me encanta porque hay libertad económica y todo tipo de facilidades operativas. Allí el tipo de gravamen del Impuesto de Sociedades es mucho más bajo que en España y, sin embargo, recaudan más. Se hace un traje a medida a las empresas: en cambio, en España, no estamos mimando a las empresas. Por otro lado, los irlandeses tienen un gasto público de un 25% sobre el PIB mientras que en España es de más del 41%. El problema es que tenemos más y más Estado, y esto no crea ninguna economía importante.

En su último libro usted analiza los balances y cuentas de resultados de Apple o Amazon. ¿Estamos ante un modelo completamente nuevo?

Son las características del negocio, por un lado, y luego se descubre que lo de la opulencia da mucho don, pero poco din. Por lo tanto, lo que hay que hacer es invertir en el negocio y en tener dinero, porque es lo que te permite crecer. Pero, sobre todo, hay que apostar por el «know how» -«saber cómo»-, los activos intangibles que generan todos estos ingresos.

Ya están sobre la mesa los datos de paro registrado de enero, que han sido malos. ¿Cómo va a evolucionar la situación económica?

Creo que la economía española no tiene ni avión ni piloto, ni motor ni potencia y, simplemente, vamos… Si miramos enero de 2020, y lo comparamos con el primer mes de 2019, estamos igual: una tasa del paro del 14% que ya es estructural y unos afiliados a la Seguridad Social que en Semana Santa repuntarán y disminuirán en otoño. En definitiva, este país no tiene un rumbo económico y, por lo tanto, tampoco la capacidad de asimilación de las nuevas tendencias.

¿Qué le parecen las primeras medidas económicas del nuevo Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos?

El problema es que, en el nuevo Gobierno, no saben lo que es la economía real porque son personas que prácticamente ninguna ha trabajado en el mundo real. Le diría a Pedro Sánchez que se reuniera con tres o cuatro empresarios, pero sin asesores ni secretarios, y que estos le marcaran el rumbo y España iría bien. Pero serían empresarios, que no vayan a golpe de BOE y sean paradigmas de la economía española.

Entonces, ¿no ve un perfil económico en el Gobierno de Sánchez?

¡No lo veo! Me gustan José Luis Escrivá (ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) o los movimientos de Nadia Calviño (vicepresidenta y ministra de Economía), pero creo que, en el nuevo Gobierno, están alejados del mundo real. La realidad es no poder pagar a final de mes las nóminas, esto es entender el porqué de que los agricultores se quejen del salario mínimo.

¿No existe el riesgo de que estos gigantes tecnológicos deriven en monopolios? ¿Cree que cumplen con sus obligaciones fiscales?

El poder económico se va concentrando en unas pocas manos y estas son las grandes compañías, que están arrasando, y los fondos de inversión. Estas empresas tienen el gasto por Impuesto de Sociedades igual o superior al de cualquier empresa europea. También como toda compañía madrileña, valenciana, extremeña… si puede evitar el pago de impuestos, lo hace, y busca el diferimiento de este tributo.