Julián Núñez: «Debemos ser capaces de gastar todas las subvenciones y ayudas directas que vamos a tener»

¿Hay motivos para ser más optimistas este 2021?

Es un año de transición. El programa europeo Next Generation se decidió en julio de 2020, y probablemente contemplaba un escenario más optimista que el actual. Por un lado, el protocolo de la UE para la asignación de las subvenciones tiene unos trámites, lo cual hará que el impacto de los fondos no se produzca en el 2021 de la misma forma que se esperaba. No obstante, en España el presupuesto de los dos grandes ministerios de inversiones ha crecido un 27%, 2.400 millones de euros más, y eso debe trasladarse en un empuje de la actividad. La crisis financiera de 2008 afectó duramente a la inversión pública de España, estamos alrededor del 2% del PIB y tenemos que recuperarla. Todo el potencial de los fondos europeos se va a sentir más a partir del 2022 y este año hay que verlo con optimismo. Es necesario que el sector privado y el público trabajen de forma estrecha.

¿Cómo os ha afectado la pandemia?

Se ha resentido con dos impactos distintos. Uno en la propia producción del sector. La suspensión de la actividad fue de dos semanas, pero la recuperación no supuso volver al mismo nivel previo a la pandemia. Podemos hablar de una pérdida entre un 5 y 10% en términos de producción, que ha afectado a la construcción. Lo que sí ha tenido más impacto es el periodo de interrupción de los plazos de contratación en el sector. Y ha impactado en los volúmenes de contratación y licitación pública de obras en 2020.

En la actividad concesional la crisis sanitaria hizo que entre marzo y diciembre del año pasado el tráfico en nuestra red de autopistas y de concesiones de autopistas se redujese un 35%, y seguimos en esos niveles. Cuando se recupere la movilidad nos acercaremos al nivel de tráfico previo a la crisis sanitaria.

¿Qué papel va a tener el sector de las infraestructuras en la recuperación económica del país?

Muy importante. Hay dos cuestiones trascendentales para nuestro país. Por un lado, está el cumplimiento de la Agenda 2030, que hemos asumido como país, y en la que las infraestructuras son protagonistas en 6 de sus 17 objetivos. Y si nos ceñimos al plan España Puede, las infraestructuras son protagonistas de dos de sus cuatro ejes transversales.

Las infraestructuras generan una actividad económica inducida, proporcionan un retorno fiscal a las administraciones públicas, en términos de creación de empleo, y el beneficio social que induce es aún más importante. Y por supuesto es necesario hablar de todo el tejido empresarial y de la necesaria cobertura que debemos dar para la actualización de nuestra industria y ser un país cada vez más competitivo.

Ayudaría también una mejor ejecución de los presupuestos de inversión...

Desde luego. En las últimas dos décadas hemos ejecutado de media el 78% de la inversión programada y no debería bajar nunca del 90% porque tiene efectos negativos. Implica renunciar a un retorno fiscal muy importante y a una creación potencial de empleo. El sector de la construcción es el segundo más intenso en la creación de puestos de trabajo, por detrás de la agricultura, y cada millón de euros que dejamos de ejecutar son 15 empleos menos que se generan o se mantienen.

¿Hay peligro de no aprovechar bien los fondos europeos?

No vemos riesgo de monopolio en la gestión de los fondos. La UE impone con toda lógica que hay una única interlocución, y solo puede ser el Gobierno. Además, el propio Ejecutivo ya ha anticipado que las CC.AA. van a gestionar más del 50% de las subvenciones. Pero sí debemos ser capaces de gastar todas las subvenciones y ayudas directas que vamos a tener. Sector público y privado debemos garantizar que somos capaces de gestionarlas en el plazo de seis años. Sinceramente, creo que los plazos europeos son muy apretados. Es difícil poner antes del 30 de abril un plan de transformación de nuestra economía que contemple inversiones y actuaciones que representan, de momento, más de 71.000 millones de euros. Creo que por parte de España hay que ser muy diligentes en la gestión de los fondos, pero dependemos de la propia Comisión Europea.

¿Qué papel debe tener el sector privado?

Un plan de este calibre requiere necesariamente la participación del sector privado. Son unas cifras muy significativas y nosotros siempre hemos reclamado una estrecha colaboración entre ambos sectores, y así lo ha recogido el propio Gobierno y la Comisión Europea. El sistema concesional funciona en todo el mundo menos en España porque no tenemos apenas actividad adicional en materia de concesiones desde 2012 y es preciso recuperar este modelo. No altera la titularidad pública de la infraestructura, no se trata de privatizar nada, tiene unos importantes beneficios sociales, que anticipa en el tiempo el beneficio social de las inversiones, que reparte la carga de la inversión entre varias generaciones de españoles… Permite además externalizar la prestación de determinados servicios por parte del sector privado en base al cumplimiento de unos objetivos y unos hitos de calidad y servicio. Es el modelo del futuro, que se está utilizando en todo el mundo, por todas las economías.

El efecto que persigue y la propia recomendación que ha hecho la Comisión Europea es poder apalancar fondos privados por cada euro de subvención pública que se nos va a otorgar. No hay presupuesto ni emisión de deuda capaz de poder financiar todas las infraestructuras que nuestro país necesita. Necesariamente debemos apalancar financiación privada. Hay una gran liquidez en el mundo, en los fondos institucionales, en los soberanos... es práctica en otros países que los fondos de pensiones actúen en infraestructuras. España no puede quedarse fuera de esta captación de inversión privada.

¿Cuáles son las prioridades a la hora de invertir en infraestructuras?

Son muchas. Tenemos un desafío enorme en esta década, con el apoyo de los fondos europeos y tenemos que aprovecharlo. Y es muy importante tener en cuenta que, como consecuencia de la reducción de la inversión pública del 5 al 2%, partimos de un nivel de stock de capital público muy inferior al que otros países europeos tienen. Nuestro esfuerzo inversión debe ser mayor. Por un lado, tenemos la prioridad de todo lo que guarda relación con el agua y el medio ambiente. Por ejemplo, en lo referente a la calidad de agua, contaminación y aguas residuales. Solo un 32% de nuestros municipios de más de 10.000 habitantes tienen sistemas de depuración terciarios y son los que permiten verter aguas reutilizada a los ríos o darles otros usos.

Tampoco se puede olvidar la gestión integral de nuestros recursos hídricos. España es el país con mayor variabilidad de tarifas de agua en la UE. Es fundamental igualmente lo que guarda relación con el cambio climático, como la prevención de avenidas e inundaciones. Las infraestructuras de regadío son también muy importantes en nuestro país y esto entra de lleno en la España Verde, poder incentivar al sector de la agricultura y convertir a nuestro país en una referencia mundial de cultivos de valor añadido.

También han destacado la importancia de contar con un sistema de transporte sostenible.

Sí, donde destaca la movilidad en las grandes ciudades. No hemos invertido nada tras la crisis financiera de 2008. Si queremos un transporte más sostenible hay que recuperar las inversiones en sus infraestructuras. Me refiero a cercanías y metro. Hay más de 30.000 millones de euros en actuaciones planificadas anteriormente a la crisis financiera que no se han podido llevar a cabo por falta de recursos. Y si hablamos de transporte interior de mercancías por ferrocarril, España es el segundo país con menor cuota. Es un transporte más sostenible que la carretera. Cuenta con la ventaja en el consumo de energía por unidad de transporte realizada. Debería tener una mayor competitividad en costes en relación a la carretera. Hay que trabajar también en conexiones ferro portuarias, en nudos logísticos…

Si nos vamos al tratamiento de residuos, vemos que el 54% de los residuos que genera nuestra economía, más de 132 millones de toneladas cada año, termina en un vertedero, y es inaceptable. Después está todo lo relacionado con la resiliencia, la vertebración territorial y la España vaciada, sin olvidar la eficiencia energética ni la transición energética.

¿En dónde hace falta innovar más?

En toda la rehabilitación integral y el plan de rehabilitación que se va a poner en marcha y que es además una segunda oportunidad para poder desarrollar un sector puntero en nuestro país, sostenible en el tiempo. Esta vez hay que hacer las cosas bien. Pero también tenemos que hablar de innovación relacionada con la gestión de la movilidad, la digitalización, con nuevas fórmulas dinámicas de poder gestionar la movilidad. Necesitamos conocer en tiempo real los flujos de tráfico de pasajeros y mercancías, algo que ya existe en el transporte marítimo y aéreo, pero no en el terrestre. Hay muchos factores de innovación y desarrollo tecnológico en el que nuestras empresas son punteras y con distintos modelos de gestión del tráfico dinámico en otras partes del mundo.