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El «Voldemort» de las finanzas detrás del agujero de JP Morgan

La Oficina de Inversión Principal (Chief Investment Office), podría ser desmantelada este lunes tras la dimisión de su responsable, Ina Drew

borja bergareche

El jueves pasado por la noche el todopoderoso Jamie Dimon, máximo ejecutivo de la banca JP Morgan, realizó una inusual confesión pública en un mundo de secretos. Una unidad clave en la estructura financiera de la institución había generado pérdidas de más de 1.500 millones de euros en productos derivados en solo seis semanas. Sus operaciones eran «defectuosas, complejas, mal revisadas, mal ejecutadas y mal evaluadas», según Dimon . Una dura reprimenda para la Oficina de Inversión Principal (Chief Investment Office), que podría ser desmantelada este lunes tras la dimisión de su responsable, Ina Drew.

La responsable de la unidad, Ina Drew, que ganaba 10 millones, ha dimitido hoy

Esta oficina, con sede en Londres, era la responsable de asegurar los riesgos de crédito –de impago por los clientes del banco, básicamente– de todo el balance de JP Morgan: cerca de dos billones de euros. Y lo hacían mediante operaciones de derivados de crédito tan grandes que hacía tiempo que la competencia acusaba a la institución de abusar de su posición en el mercado.

Los derivados son contratos financieros que permiten asegurar o cubrirse del riesgo de crédito de un activo transfiriéndolo a cambio de una prima. Los más comunes son los llamados «credit default swaps». Y uno de los miembros del equipo de Drew era tan agresivo con ellos que es conocido como el «Voldemort» de las finanzas en la capital británica, o como la «ballena de Londres».

Cuatro días en Londres, tres en París

Michel Iksil era ya, antes de este agujero, quizás el banquero más conocido de Londres. Un francés residente en un apartamento en Kensington de lunes a jueves, y en París el fin de semana, en compañía de sus cuatro hijos. Se incorporó a JP Morgan en 2005, tras trabajar varios años en el banco francés Natixis. Se define como «humilde» en su perfil en Bloomberg. «Camino sobre agua», dice también . Y se calcula que le generaba al banco unos 80 millones de euros cada año.

El jefe de JP Morgan advirtió que las pérdidas podrían ser «peores»

Pero, más bien, corría sobre cascadas de apuestas que numerosos analistas definen como «especulativas», convirtiendo, de hecho, la principal unidad de inversiones del banco en un enorme y agresivo «hedge fund» que manejaba unos 230.000 millones de fondos de la institución, según estima «The Times».

Tras el anuncio del jueves, el banco sacó unos 10.000 millones de activos de su balance. Y el sector tembló ante otra de las frases de Dimon: «Podría ser peor».

Durante una entrevista emitida este domingo en el conocido programa «Meet the Press», de la cadena NBC, el máximo ejecutivo de JP Morgan reconoció que se «equivocó totalmente» cuando minimizó las implicaciones de varias informaciones de prensa que, ya en abril, alertaban sobre los riesgos de las actividades de la unidad londinense. El banco ha anunciado que investigará si sus miembros ocultaron deliberadamente las pérdidas .

Bono en metálico de 4 millones para Drew

No ha trascendido el salario de Iksil, aunque se considera que debe de ser uno de los financieros mejor pagados de Londres. El de su jefa, en cambio, es público. Ina Drew, que trabaja en el cuartel general de JP Morgan en Nueva York, es una de las ejecutivas más cercanas a Dimon, y está considerada por muchos como la banquera más poderosa de Wall Street. En 2011, el banco le pagó un salario de 750.000 dólares, un bono en metálico de 4,7 millones, una remuneración en acciones equivalente a 7,1 millones y opciones por 1,5 millones. Unos 14 millones de dólares. Diez millones de euros.

El agujero ha dado armas a los defensores de la «directriz Volcker»

JP Morgan estaba considerada hasta este jueves como la más sólida de las bancas de inversión, caídas en desgracia tras la caída de Lehman Brothers en 2008. Una posición de aparente seguridad y fiabilidad que permitía a Dimon ser arrogante en su oposición a las propuestas de mayor regulación en el sector financiero. El agujero destapado ahora ha dado armas a los defensores de la llamada «directriz Volcker» , en referencia a uno de sus impulsores, el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker.

Según esta norma, que debería entrar en vigor en EE.UU. en julio, dentro del paquete regulador contenido en la Ley Dodd-Franck de 2010, los bancos rescatados con dinero público no podrían realizar operaciones de cartera con fondos propios . Es decir, que un banco solo podría operar con las carteras de sus clientes en beneficio de esos clientes, y no en el propio. La oposición de Dimon y de muchos otros en el sector radica, según los críticos, en que el llamado «proprietary trading» es la fuente principal de la remuneración variable y los bonos de los ejecutivos de las finanzas.

Críticas a la fórmula del «valor en riesgo»

Según han publicado estos días varios expertos, en principio las operaciones realizadas por Iksil no serían ilegales , como sí fueron presuntamente las del francés Jérôme Kerviel, que dejó un agujero de 5.000 millones de euros en Société Générale, o Kweku Adoboli, el «trader» de origen ganés que provocó pérdidas de unos 2.000 millones en UBS.

El espacio para estos catastróficos excesos estaría generado por el modelo con el que el sector valora los riesgos. Este incidente en JP Morgan ha provocado crecientes críticas a la ineficacia de la fórmula conocida como «valor en riesgo» , una compleja ecuación para medir el riesgo límite que puede asumir un banco en una cartera, en un plazo determinado, y en el marco de una serie de hipótesis y variables que, según parece, no habrían servido para «predecir» el estropicio de Iksil.

«Demasiado estúpidas para quebrar, demasiado estúpidad para escuchar»

Irónicamente, se considera a JP como la entidad que inventó el modelo del valor en riesgo en los 90. La fórmula pone ahora a este gigante de la banca de inversión en el mismo saco que las instituciones consideradas como «demasiado grandes para quebrar, demasiado estúpidas para escuchar», según el experto Nits Pratley de The Guardian».

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