José Ramón Iturriaga - El quinto en discordia
Tres posibles desenlaces
Con independencia de la dependencia energética que Europa tiene de Rusia, lo que realmente hay que entender es lo que supone Europa en las exportaciones de gas ruso: casi el 80% de sus exportaciones van a Europa

Siempre resulta arriesgado hacer predicciones. Y más en el caso de Ucrania, cuyo desenlace depende de lo que al final decida una persona que es del todo inescrutable. Además, lo que escribo a continuación puede quedar en papel mojado en cosa de horas. De hecho, ... puede que en la madrugada de hoy haya comenzado el ataque. Si así fuera, ahórrense la lectura.
En ese afán de simplificar las cosas que los que nos dedicamos a observar el mundo para tratar de extraer ideas de inversión, de forma muy burda reducimos los posibles desenlaces a tres. Lógicamente, el peor de todos es una guerra abierta en el que Rusia invade Ucrania y provoca una fuerte respuesta por parte de Occidente. Algo intermedio sería escaramuzas de mayor intensidad a las que hemos visito hasta que en cualquier caso no provocan una respuesta tan contundente del otro lado. Y la tercera sería que la tensión en Ucrania se convierte en algo permanente –nada muy distinto de lo que hemos vivido estos últimos años– sin que la sangre llegue al río y las cosas siguen en lo que a sanciones se refiere como hasta ahora.
Lo que decanta la balanza por el tercer escenario son principalmente dos cosas. Por un lado, en esa visión absolutamente utilitarista que normalmente se termina imponiendo, Rusia es quien peor parada sale –Ucrania no entra en este análisis– si esto termina con sanciones cruzadas. Con independencia de la dependencia energética que Europa tiene de Rusia, lo que realmente hay que entender es lo que supone Europa en las exportaciones de gas ruso: casi el 80% de sus exportaciones van a Europa. Pueden amagar como hasta ahora con cerrar el grifo, pero los menos interesados son ellos. Una economía más o menos como la italiana –lo que viene a ser algo más grande que la española–, cuya evolución depende exclusivamente de las exportaciones de hidrocarburos, no se puede permitir dejar de exportar a su principal socio comercial. De hecho, ni en los peores momentos de la guerra fría se ha cortado el suministro. La interdependencia económica es enorme, sobre todo para Rusia.
Y, por otra parte, como muy bien explicaba José Areilza este sábado en estas páginas, Putin ya ha sacado tajada de su envite: ha vuelto al patio de los mayores y la ‘finlandización’ de Ucrania es algo que el resto tienen asumido.
Ha jugado muy bien la mano y el riesgo ahora es que se lo haya creído y que vaya más allá. Lo dudo.
Cadena de suministros
Uno de los principales problemas de la economía mundial en los últimos meses ha sido los problemas en las cadenas de suministro. La fuerte recuperación del consumo de bienes que el año pasado se situó casi un 20% por encima de la media de un año normal, pilló a toda la cadena de suministro con el pie cambiado, lo que se tradujo en los cuellos de botella que han lastrado la recuperación.
Es precisamente la normalización de la propensión al consumo, principalmente en Estados Unidos, pero no solo, lo que ya se está traduciendo en menores tensiones en los proveedores. El final de ayudas directas y la reapertura de los viajes hace que el consumo se modere y se traduzca en menores tensiones.
El coste de los fletes de las materias primas se ha corregido notablemente y ha vuelto a la media histórica. Esto se ha trasladado inmediatamente al precio de prácticamente todas las materias primas, con alguna importante excepción, como el petróleo y el cobre, lo que es una buena noticia por el lado de los precios.
La progresiva vuelta a la normalidad a la que asistiremos previsiblemente en los próximos meses tiene su traslado no solo a la actividad económica sino a la evolución de la inflación. La mejora de las cadenas de producción va a continuar trasladándose al precio de todos los bienes, lo que redundará en la contención de la inflación.
El siguiente paso probablemente sea que corrija el precio de los fletes de contenedores. Las portadas con cientos de barcos fondeados en las bocanas de los grandes puertos de mercancías son cosa del pasado. Los plazos de entrega caen, los problemas de suministro desaparecen y la tensión en los precios se disipa. Esto es lo que ya se empieza a entrever, aunque ningún semanario económico de prestigio lo lleve en su portada. No son tan efectistas las buenas noticias.
Los servicios cogen el relevo
Aunque en los últimos días la economía haya salido de los titulares porque estábamos todos perplejos por el deleznable espectáculo que ha dado el PP y que no me toca a mi comentar, hay buenas nuevas en lo que respecta a la economía española. El final de esta última ola está cercano. Cada día son más los países que anuncian el levantamiento de las pocas restricciones que todavía tenían en pie y los mensajes por parte de las compañías hoteleras y aerolíneas que son las que mejor pulso tienen sobre la recuperación del turismo anticipan que esta puede ser la buena. Este año se podría recuperar los niveles previos a la crisis. Las reservas así lo anticipan y salvo catástrofe, lo más probable es que la recuperación se acelere todavía más a medida que vaya siendo más evidente que dejamos atrás esta pesadilla.
A las evidentes ganas de recuperar el tiempo perdido se suma que el el impacto económico de esta crisis ha sido prácticamente ninguno para las familias –de hecho han ahorrado–, lo que sienta las bases para unos cuantos años de buen comportamiento del turismo.
El consumo de servicios cogiendo el relevo a los bienes de consumo, que son los que han liderado los primeros compases de la recuperación, es una muy buena noticia especialmente para un país como el nuestro donde el turismo supone lo que supone. Hay que recordar que las tan traídas y llevadas cifras económicas del año pasado que estamos constántemente analizando se han conseguido con 50 millones de turistas menos. Esto es más de la mitad de turistas que vienen por aquí un año normal, cifra a la que tengo poca duda que vamos a volver (y probablemente superar) no tardando mucho. Volver al número de visitantes previo a la crisis añade dos puntos de PIB al crecimiento económico de este año, lo que es algo más de lo que se espera que aporten los fondos europeos. Así las cosas, a medida que avanza el año las perspectivas económicas son cada vez más halagüeñas.
Tipos de interés reales negativos, reapertura económica y fondos europeos son el viento de cola del que España puede sacar especial partido. Y desde luego eso no es inocuo para el calendario político.
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