Netflix y el signo de los tiempos

La plataforma de televisión americana junto con algún otro nombre como Peloton, Tesla o Zoom han sido algunas de las historias que hace poco más de un año estaban en boca de todos y que salvo la compañía de coches eléctricos en cosa de pocos meses han caído en absoluta desgracia

La pérdida de unos pocos suscriptores de forma inesperada el último trimestre provocó hace unos días que la famosa plataforma de televisión americana perdiera el 40% de su valor en una sola sesión. Y desde los máximos del pasado mes de noviembre lleva ya un ... 70% de caída acumulada.

La sorprendente reacción del mercado quizás sea un buen ejemplo del signo de los tiempos y su análisis nos ayude a entender mejor las dinámicas actuales de la bolsa. ¿Perder el 1% de tu base de suscriptores justifica semejante reacción? Depende. Cuando eres una de las acciones de moda y tu cotización estaba poniendo en precio crecimientos futuros enormes pues puede ser. Netflix junto con algún otro nombre como Peloton, Tesla o Zoom han sido algunas de las historias que hace poco más de un año estaban en boca de todos y que salvo la compañía de coches eléctricos en cosa de pocos meses han caído en absoluta desgracia. Son buenos ejemplos de cómo el índice enmascara el comportamiento en el caso del índice tecnológico americano de muchas de las compañías que lo componen. El buen comportamiento relativo de unas pocas compañías con mucho peso en el índice ha hecho que la caída que lleva en el año el Nasdaq no refleje el muy mal comportamiento de la mayor parte de estas compañías en los últimos meses. La subida de los tipos de interés en bolsa está provocando una (gran) rotación de los sectores más de crecimiento a los más ligados a la economía real. Y aunque esto se haya podido parar algo en las últimas semanas por las dudas que la subida de las materias primas ha introducido en el ciclo económico, las valoraciones que se fiaban todo a tasas de descuento ínfimas se están desmoronando y no parece que de momento vaya a parar.

Otra de las dinámicas que refleja lo visto en los últimos días es como por distintos motivos -gestión pasiva, algoritmos,...- los inversores consciente o inconscientemente han tendido a amontonarse en las mismas posiciones. Hoy hay poco inversor que de una forma u otra no estuviera invertido en los nombres de moda porque han sido movimientos que se han ido retro alimentando. Lo que estamos empezando a ver ahora es que funciona en ambos sentidos.

No dejarse llevar

Una semana más continúa el debate sobre cómo de firme está siendo la respuesta europea frente a Rusia. A las voces que la consideran insuficiente y que todo pasa por cortar las importaciones de hidrocarburos para así dejar de financiar la guerra últimamente les están empezando a dar respuesta algunas que no se dejan llevar y que además han puesto algún número a lo que eso podría suponer.

El banco central alemán ha cuantificado el impacto de la prohibición de la importación de gas ruso para su economía en 1 65.000 millones de euros . La consecuente subida del precio del petróleo - que el otro día JP Morgan decía que en ese escenario se podría ir a los 185 dólares- metería a la economía alemana en la mayor recesión de las últimas décadas.

Asimismo en las conclusiones del reunión del G-20 de la semana pasada, la veterana Secretaria del Tesoro americana recomendaba prudencia a los europeos en su respuesta a Rusia. De forma muy pedagógica enfatizaba que la fuerte subida de los precios que conllevaría cortar las importaciones, compensaría probablemente gran parte del impacto a la economía rusa de las sanciones. Y recomendaba medir muy bien cualquier medida adicional por las consecuencias en la economía mundial. En contra de lo que se piensa, Estados Unidos nunca ha recomendado a Europa cortar las importaciones, todo lo contrario. Frente a los Krugman de la vida, a quien por cierto le han salido una legión de insospechados seguidores al calor del artículo de hace unas semanas en los que tachaba a los alemanes de insolidarios, voces de la talla de Janet Yellen sirven para enmarcar un debate que sería bueno sacar del terreno emocional.

Los errores de Alemania durante los últimos años en política energética son insondables y contrastados. Probablemente sea esto precisamente por lo que Merkel acabe pasando a la historia y no por todo lo que se le ha alabado en su salida. Ha sido un error de proporciones bíblicas que además no se ha sabido reconducir con los primeros avisos. Pero un error no se arregla con otro, lo diga Krugman o su porquero.

Lo que dices y lo que haces

Hay un dicho anglosajón que mal traducido viene a decir «pongo mi dinero donde tengo la boca». Es una forma de decir que en esto de las inversiones importa ser consecuente entre lo que se dice y lo que se hace. Traigo este dicho a colación porque últimamente se están registrando las peores lecturas de las encuestas de confianza del consumidor prácticamente desde que se empezaron a hacer. Peores incluso que en el peor momento de la pandemia o la crisis del euro . Sin embargo, esa caída en la confianza no está teniendo traslado al consumo. Cualquiera que haya viajado estos últimos días se habrá dado cuenta de que habremos perdido la confianza pero no las ganas de gastar. Lo mismo nos dicen los datos semanales de Hacienda o cualquier otro dato que refleje el comportamiento real de la economía estas últimas semanas. Hay dos factores que juegan en ese sentido. Las ganas de recuperar el tiempo perdido y las elevadas tasas de ahorro.

Llegados a este punto está divergencia se puede solucionar de dos maneras. O bien el consumo termina cayendo y arrastrando al resto de la economía. O el shock de confianza es transitorio y vuelve a niveles más normalizados sin que por el camino haya tenido mayor impacto económico.

La clave es lo que pase con el precio del petróleo. Su evolución va a determinar lo que pase con la economía y con los precios. Si como hasta ahora, y más allá del repunte que tuvo hasta los 140 dólares coincidiendo con la prohibición de Estados Unidos y Reino Unido de importar hidrocarburos rusos, se mantiene en torno a los 100 dólares o baja algo más, la sangre no debería llegar al río. El impacto en el crecimiento económico se limitará a unas pocas décimas y la peor lectura de la inflación la tendríamos por detrás y solo por el efecto base debería ajustarse rápido antes de final de año.

La evolución del precio del petróleo es lo que va dar o quitar razones. Es algo que no está del todo bajo nuestro control pero no parece siempre desde la óptica de la economía que meterle palos en la rueda sea lo más indicado a estas alturas del partido.

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