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Lagarde

Los bancos centrales han hecho el más difícil todavía estos últimos años y sin duda les tenemos que estar muy agradecidos. Ahora, el comodín de la (no) inflación ya lo hemos consumido

La presidenta del BCE, Christine Lagarde Reuters
José Ramón Iturriaga

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La presidenta del Banco Central Europeo rompió la semana pasada una de esas normas no escritas de los banqueros centrales al tirarse a la piscina y anticipar que van a hacer en las próximas reuniones. La célebre respuesta de Greenspan hace unos años en una ... de esas ruedas de prensa tras las reuniones de la Reserva Federal es quizá el mejor ejemplo del juego del gato y el ratón en que consiste la comunicación de la política monetaria: «Si usted cree que me ha entendido es que yo no me he explicado muy bien». De siempre una de las herramientas más poderosas de los bancos centrales ha sido no anticipar por dónde iban a ir. Hasta ahora. El mensaje de la francesa no ha sido un error. Ha anticipado lo que va a hacer porque el BCE se ha quedado últimamente, como se dice en el argot, muy por detrás de la curva. Se han visto superados por los acontecimientos y han tenido que responder porque lo que está en juego es su credibilidad que es lo más valioso en un sistema fiduciario como es el nuestro desde que abandonamos el patrón oro.

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