entrevista / suplemento empresa

Jordi Sevilla: «La partitocracia dificulta la salida rápida de la crisis»

El ex ministro de Administraciones Públicas y profesor del IE acaba de publicar «La economía en dos tardes», un libro que explica de una forma accesible la recesión que azota al país

Jordi Sevilla: «La partitocracia dificulta la salida rápida de la crisis» Jaime garcía

javier tahiri

«Lo que tu necesitas saber para esto son dos tardes». La famosa frase que le dirigió Jordi Sevilla (Valencia, 1956) a José Luis Rodríguez Zapatero, recogida por unos micrófonos indiscretos en 2003, le persigue desde entonces al exministro de Administraciones Públicas (2004-2007). Nueve ... años más tarde, explica que se refería a la preparación del debate presupuestario en el Congreso y no a la economía en sí. Con tal de «sacarse la espina», Sevilla publica ahora un libro aprovechando la sentencia. «La economía en dos tardes» (Editorial Deusto) explica de una forma accesible la recesión que azota al país. Una crisis que iba a durar dos tardes pero que ya lleva cinco años alargándose. Y lo que queda.

-¿Qué le enseñaría a Rajoy?

-Lo importante es que no cometa los mismos errores de sus predecesores. Hay una continuidad en la política económica de Rajoy y Zapatero: ambos están cortados por el patrón Merkel. La peculiaridad de España es que el 70% de nuestra deuda es privada, por lo que las consecuencias de las políticas de austeridad, señaladas por el FMI, se agudizan. España es una economía distinta de Grecia, Italia o Portugal. Cuando te centras en recortar transferencias y a subir impuestos a familias y empresas, dificultas que puedan devolver su deuda. Los dos gobiernos han incurrido en este error. El segundo fallo es no entender que hay que impulsar la reactivación económica. Solo con apretarse el cinturón no vamos a tener suficiente para devolver la deuda. En ese sentido, la devaluación interna afrontada se debería haber centrado en bajar cotizaciones sociales y no salarios.

-¿Cómo se le explica al ciudadano que el Estado asuma los activos tóxicos de la banca?

-El camino que ha seguido la reforma bancaria hasta ahora ha sacrificado a la economía real y la ha puesto al servicio del sector financiero. Debemos hacer que vuelva a fluir el crédito, impedir que empresas solventes sigan cerrando y que muchos ciudadanos estén al borde del desahucio. Hay que desatascar el sistema bancario y aislar los activos tóxicos, que impiden que se reactive el crédito. La traqueotomía de cemento y ladrillo que hay que hacerle al sector bancario es el «banco malo» que se aplica ahora y que en Alemania hicieron hace tres años. Después de esto es cuando deberían haberse reforzado las exigencias de capital. En este caso el orden de los factores altera, y mucho, el producto. Se sigue entendiendo en España que el «banco malo» es algo que nos impone Bruselas, por lo que va a salir más restrictivo de lo que debería.

-¿Cómo valora al Gobierno de Rajoy?

-No lo sé. Por un lado es cierto que, como ha dicho De Guindos, en tres meses se ha hecho lo mismo que se hizo antes en tres años. Pero en estos meses, la deuda pública también ha crecido lo mismo que en los ocho años anteriores. Una de las tácticas que utiliza el Gobierno es transformar el déficit en deuda, lo que me preocupa.

-Teniendo déficit con el exterior, ¿se puede cambiar la política de austeridad que exige Europa?

-En el pasado hemos estado en situaciones similares y conseguimos que junto al mercado interior, en su momento también se aprobaran fondos de cohesión y se duplicaran los estructurales. Es decir, hemos sido capaces de participar en la negociación europea e imponer nuestra visión. No veo por qué en este momento en el que España es más importante que hace 10 ó 15 años, en el que nuestras empresas son multinacionales y tenemos más capacidad de influencia y poder en el mundo vamos a tirar la toalla a la hora de negociar con nuestros socios europeos. Porque si el Gobierno es incapaz de convencer en Bruselas, debe presentar la dimisión.

-¿Debe España pedir el rescate?

-La economía española necesita el rescate. La intervención diseñada para España tiene poco que ver con la griega o la portuguesa, porque en lugar de sustituir al mercado se actúa sobre él para bajar el interés que pagamos por vender nuestra deuda. Esto es mucho más adecuado a nuestras necesidades. El gran debate no debería ser para cuándo el rescate, sino para qué lo queremos. Tenemos que introducir medidas alternativas: destinar una parte de los fondos que obtengamos para reactivar selectivamente la economía española. El plan PIVE está bien pero se queda corto. Hay que hacer más por el sector automovilístico, e incorporar al turismo, al sector agroalimentario y a la construcción. Por ejemplo, no vamos a volver a crecer hasta que en nuestro país no se construyan entre 200.000 y 300.000 pisos al año. Lo que carece de sentido es no pedir el rescate y presentar presupuestos que no son realistas.

-¿Cuál es el papel que tienen los partidos políticos en la crisis española?

-La crisis de España es una situación en la que, como dice el refrán, «entre todos la mataron y ella sola se murió». Hemos vivido en una especie de espejismo colectivo que ha desembocado en la crisis. Son necesarios desde hace mucho tiempo unos pactos de Estado. La partitocracia está dificultando la salida rápida de la crisis. Los partidos políticos están poniendo por delante sus intereses electorales al bienestar del país. Y los ciudadanos así lo perciben, como lo demuestra la desafección política que estamos viviendo. No es una cuestión de si nos representan o no, porque yo creo que si les votamos es que nos representan, sino que no resuelven los problemas. Si queremos hacer frente a una reforma en profundidad del Estado de Bienestar, alinear el estado autonómico a la realidad, abordar una reforma de la Administración que la haga eficaz y evite duplicidades... Si queremos todo eso necesitamos un gran acuerdo entre los dos grandes partidos mayoritarios, el PP y el PSOE. Me parece más legítimo cambiar la constitución para que los españoles nos sintamos cómodos con ella que para imponer un déficit cero que no vamos a cumplir. Cada vez que escuchemos a un político decir que quiere reformar algo pero no está por la labor de pactarlo, no hay que creerle.

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