O Sánchez o el gas
El jefe de Estado argelino ha señalado a Pedro Sánchez como responsable de la crisis entre ambos países
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Iniciar sesiónLas malas relaciones con Argelia ya son públicas y desde lo más alto del poder en ese país se responsabiliza a Pedro Sánchez. El sábado por la noche, en la televisión estatal argelina, el presidente Abdelmajid Tebboune, se refirió por primera vez al asunto: «Teníamos ... relaciones muy sólidas con el Estado español, pero el jefe del Gobierno lo ha estropeado todo». A juicio del líder argelino, la decisión de apoyar el plan marroquí para el Sahara Occidental ningunea el derecho internacional y es «ética e históricamente inadmisible» y debe ser «revisada».
Las palabras de Tebboune son el corolario de una semana en la que el ministro, José Manuel Albares, ha intentado evitar que la disputa se formalizara y, sobre todo, que se señalara al presidente del Gobierno para que el asunto no se transforme en un «o Sánchez o el gas». Pero como contaba Ignacio Cembrero, quizá el periodista español que mejor conoce el Magreb, a Albares no le cogen el teléfono en Argel desde que se hizo pública el 18 de marzo la existencia de la carta donde Sánchez sometía la política española en el Sahara al criterio de Rabat. Desesperado, Albares le pidió ayuda a Josep Borrell para que abriera una vía. Éste hizo gestiones, pero los argelinos no cedieron. Para ellos, el problema es con Madrid y no con Bruselas.
El Gobierno también pidió a las empresas con relaciones con Argelia que se implicaran. Acostumbrados a que los directivos se cuadren ante la amenaza del BOE, en Exteriores han quedado asombrados con la independencia de Francisco Reynés, el presidente de Naturgy, empresa que es propietaria del 50% del gasoducto Medgaz, mientras que el otro 50% es de la estatal argelina Sonatrach. Reynés es un gestor que actúa sin esperar a los gobiernos. Prefiere pedir perdón a pedir permiso. Lo han comprobado en Francia y Chile, donde ha salido de ciertas posiciones sin atender a las observaciones de los políticos.
El Gobierno no ha encontrado aún un interlocutor adecuado para abrir y mantener el diálogo con Argelia. Que el cambio político en el Sahara iba a provocar esta reacción estaba cantado. Los argelinos tienen dos grandes objeciones hacia los negociadores españoles: primero, que, como se dice vulgarmente, ‘van a lo suyo’, son demasiado directos, y, en segundo lugar, se sienten ofendidos por la manera despectiva en que el Gobierno y su ‘transición energética’ se refiere a los combustibles fósiles que ellos producen y nosotros vamos a buscar.
Los magrebíes son ceremoniosos y les gusta pensar que las relaciones comerciales son como las familiares. En eso se parecen a los negociadores chinos. Esto no es una simple formalidad. Con esa manera de ser buscan forjar una relación integral, que no se limite a que el visitante se lleve los recursos naturales, sino que contemple los demás intereses del país. La suerte del Sahara Occidental forma parte de esos intereses y Sánchez les ha demostrado que no los tiene en consideración. jmuller@abc.es
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