Economía sumergida
El Estado ha usado las ayudas sociales para ligarlas a un proceso de formalización de la economía
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Iniciar sesión«La reingeniería de la economía posterior al Covid-19 puede conducir a una reconsideración de prácticas laborales ampliamente utilizadas que tienden a reducir las condiciones de los trabajadores y la protección de la salud y la seguridad, con el fin de obtener una ... ventaja competitiva». La advertencia figura en un artículo sobre el impacto de la pandemia en el empleo informal publicado en diciembre de 2020 por tres investigadores ( Webb, McQuaid y Rand ) de la Universidad de Stirling del Reino Unido y de la Goethe de Fráncfort. Conviene tener esto presente ante la fuga de Deliveroo , cuyos portavoces han acusado a la regulación de expulsarlos de España, aunque la realidad sea que ser el tercero del mercado no les interesa.
Estaba claro que la economía sumergida iba a ser uno de los escenarios más interesantes de la pandemia. En abril de 2020 escribí a Friedrich Schneider , máxima autoridad mundial en la materia, quien me dijo que con los confinamientos «la economía sumergida aumentará drásticamente en España (y en muchos otros países) en, al menos, dos puntos porcentuales». Según Schneider pasaría a representar el 17,1% del PIB español en otoño de 2020.
Lo interesante entonces era buscar las diferencias entre una crisis como la que empezó en 2008-10, basada en una disfunción de la economía (burbujas) , y otra como la pandémica, fruto de un shock externo. El razonamiento de Schneider se ajustaba más bien al primer caso. Recientemente, el subdirector general de Estudios de la Agencia Tributaria ha revelado que la economía sumergida en España «es inferior a los dos dígitos» , es decir, menos del 10% del PIB, según ha contado Carlos Sánchez en El Confidencial.
El debate continuará, no sólo por la dificultad de medirla, sino porque hay una redefinición conceptual. Últimamente hay trabajos que ponen de manifiesto la importancia, que las reglas sanitarias y de seguridad tienen al impulsar la informalidad por encima de los impuestos y las cotizaciones sociales (De Wispelaere y Gillis, 2021).
La pandemia afectó a la economía sumergida de una manera que no lo hizo la crisis anterior. Se cerraron ferias y comercios, el turismo se paralizó y ni las chapuzas se contrataron en los confinamientos. La actividad no cayó, desapareció . Y cuando se relajaron los confinamientos, la hostelería siguió penalizada.
Pero quizá el fenómeno más interesante ha sido la forma en que los estados han usado las ayudas sociales como una manera de formalizar a los trabajadores antes sumergidos o de recopilar sus datos, para que los usen sus agencias tributarias. Desde junio de 2020, la plataforma europea contra el trabajo no declarado tiene un documento (‘Escaneando el horizonte: señales tempranas de las futuras tendencias en el empleo no declarado’) que ha avisado a los estados miembros de la UE de las amenazas y oportunidades, que representa la pandemia para conseguir este objetivo. Y España las ha aprovechado. jmuller@abc.es
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