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La inversión mundial se frena por el Brexit y el proteccionismo en EE.UU.

En 2017 se registró una caída del 16%, hasta los 1,5 billones de dólares, frente a los 1,8 billones de 2016

Dicen los economistas que la inversión extranjera directa (IED) es el «colesterol bueno» para las economías que la reciben. Lo tiene todo: ayuda a cubrir las necesidades de financiación del país y suelen ser flujos más estables pues se orientan a proyectos a largo plazo, ... lo que se traduce en más exportaciones, más empleo, más divisas y más renta per cápita para el país receptor. En palabras de Rafael Pampillón, del IE Business School, «la inversión extranjera directa rompe con el círculo vicioso de la pobreza».

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