La discreción de Inditex conquista el Ibex
La compañía creada por Amancio Ortega lograba esta semana ser la compañía más valiosa en Bolsa
pablo alcalá
A los catorce años recogía, doblaba y vendía ropa en Camisas Gala. A los 76 es el máximo accionista de la empresa que esta semana registraba durante una sesión la mayor capitalización del selectivo español: 43.059 millones de euros. Las magnitudes que rodean la ... empresa creada por Amancio Ortega, Inditex , son abrumadoras. Lejos, muy lejos queda ya la fundación de una pequeña empresa de confección, distribución y comercialización de batas, germen de lo que es hoy una multinacional, con 109.512 empleados repartidos por todo el planeta (solo 56 ciudades de España superan esa cifra de habitantes). El secreto del éxito de Inditex ha sido, además, imitado con suerte dispar por varias compañías de todo el mundo.
Zara, la primera de las grandes marcas del grupo, convirtió el diseño en asequible y llevó su modelo a 82 países, rompiendo con la «convicción de que existen fronteras que impidan compartir una misma cultura del vestir». La compañía que convirtió a Ortega en la mayor fortuna de España, la 2ª de Europa y la 5ª del mundo, según la revista Forbes (2012), nació y creció en una esquina del mundo llamada La Coruña, y allí continúa.
En la sede central de Inditex, en Arteixo, todavía hay una curiosa sensación de olor a tienda de batas, pero de gran magnitud. «Ahora estamos muy liados y no tiene mucho interés que entréis a hacer fotos», dicen desde el gabinete de prensa.
Para llegar al corazón del imperio dirigido ahora por Pablo Isla, se cruzan carreteras en cuya vera pastan percherones atados a estacas, o a través de la autovía del Noroeste. Hay naves industriales de objetiva fealdad, camiones, cientos de camiones, grúas, y alguna casa salpicada por los alrededores del polígono. El edificio, que recibe al visitante tras una puerta escalonada, en las que las Trade Gothic del logo de Inditex asoman a la izquierda, es en realidad un conjunto de edificios que parecen haberse fusionado unos con otros. Las oficinas conviven con el centro de logística donde está todo perfectamente milimetrado. Las prendas, que desde este punto y otros tantos en España serán distribuidas al mundo entero, vuelan por rieles y túneles hacia su destino.
El ombligo mundial de la compañía sigue la misma filosofía estética que las tiendas a las que sirve «diseño, innovación permanente, rapidez de respuesta». Muebles de diseño en un espacio diáfano e invadido por la luz, que entra a sus anchas por los acristalamientos laterales y cenitales. Desde esta esquina del planeta Inditex viste a los cinco continentes.
Cuando «la huida hacia delante» de Ortega dio sus frutos y Zara era ya una tienda de referencia en buena parte de Europa y América, la compañía, creada en 1985 bajo su actual nombre, salió a bolsa. El 23 de mayo Inditex ponía acciones en el mercado por un valor total de un billón de pesetas. La demanda superó 26 veces a la oferta y dos meses después ya formaba parte del Ibex que ahora lidera.
«Amancio sabía cómo acometer la expansión, con la prudencia que le caracteriza hacía un testeo de mercado y si éste respondía se lanzaba a la inversión», dicen fuentes cercanas al empresario. La seguridad empresarial de Ortega dejaba huecos a la comunicación. En Inditex, apenas se conservan pruebas gráficas de los orígenes de Zara porque «¿quién iba a pensar que le iban a interesar a tanta gente tantos años después? Las cifras de Inditex no solo certifican el éxito emprendedor, sino que hablan de una compañía con una gestión impecable. Desde su salida a Bolsa , la acción se revalorizó el primer año en un 46%. Al cierre de 2011, el crecimiento del valor de la participación era del 21%. Ha pasado de emplear a 4.000 personas a tener en nómina a más de 100.000 (la empresa da trabajo de confección a terceras compañías donde también se cuentan por miles).
A su expansión territorial Ortega unió la diversificación de marcas. El buque insignia del imperio se ha hecho acompañar durante estos años de Bershka, Pull and Bear, Stradivarius, Massimo Dutti, Oysho, Zara Home, Zara Kids, Uterqüe o Tempe , marcas que han logrado llevar la producción de Inditex a productos tan dispares como los objetos de decoración y los zapatos.
La fortuna de Ortega descansa, paradójicamente, en gran cantidad en el ladrillo. Pero Ortega tampoco parece haberse equivocado en esa decisión. Pontegadea, empresa que concentra su patrimonio, posee importantes inmuebles en las calles más importantes de Madrid, Barcelona, París, Berlín, Roma, Lisboa y Londres. Los nombres de las calles donde Ortega ha depositado sus inversiones no son desconocidos para nadie: Paseo de la Castellana, Serrano, Recoletos, Ortega y Gasset, en Madrid y en el Paseo de Gracia o Vía Laietana, en Barcelona. Auténticas joyas del Monopoly real al que juega el empresario gallego.
El hombre tranquilo tiene su hogar en la misma esquina del planeta en la que se asentó a los 14 años. Pero Inditex no solo ha creado puestos de trabajo allí donde tiene presencia comercial. Las plantas de distribución y logística en Arteixo y Narón (La Coruña); Sallent, Tordera y Parafolls (Barcelona); Elche (Alicante), Meco (Madrid), Zaragoza y León han llevado a la empresa a ser una de las más importantes generadoras de empleo y bienestar en toda España.
Mientras, el hombre que ha creado la que ya es la empresa más importante de España paseaba recientemente con su esposa por la fiesta ‘choqueira’ de la plaza de España en La Coruña. Como un viandante más, como si su historia empresarial no se estuviera estudiando en facultades de medio mundo y su tienda de batas no se hubiera transformado en el más sorprendente éxito empresarial de este país. «¿Otra filloa?, don Amancio».
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