Todo sigue igual

Tampoco le asustan las subidas de la cotizaciones sociales y hace oídos sordos a la inflación, a las disfunciones de las cadenas de suministros ni a las restricciones que impone la pandemia y que no terminan de desaparecer. Es más, la parte que lidera Podemos anima a subir los impuestos a las eléctricas, (¿Quienes creen que los pagarán, las empresas o sus clientes cuando los repercutan en la factura?) y que recupere los impuestos sobre la riqueza, allá donde se hayan eliminado e imponga unos tipos que resultan más absurdos que abusivos. Hablar de un 3%, cuando la rentabilidad que ofrece el propio Estado con su deuda se sitúa en los alrededores del 1% es un auténtico atropello. De 30.000 millones.

Lo malo es que las instituciones europeas se empeñan en pintar un escenario menos colorido. Ayer, la Comisión Europea mejoró una décima las suyas para España. pero aún así se quedan muy lejos de las estimaciones del Gobierno que, no lo olvide, sirvieron para calcular los ingresos de los presupuestos recién aprobados.

Si, otro año más, se equivoca en sus cálculos por exceso de optimismo, el error se reflejará en un aumento del déficit y de la deuda. En lugar del 7% gubernamental, la UE se queda en un 5,6% este año y un 4,4% en 2023. Como es habitual, la Comisión prevé un primer trimestre malo y una recuperación posterior. Pero lo peor de todo me parece su aceptación de una inflación más duradera que, también aquí, subirá este año y bajará… el siguiente. Luego, siguiendo la tradición, se fue por los cerros de Úbeda a la hora de juzgar la tragicomedia de la aprobación de la reforma laboral y se refugió en las perogrulladas al contestar sobre los riesgos del endeudamiento masivo de los países del Sur. Como ve, sin novedad. Todo sigue igual.