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TRIBUNA

Sostenibilidad, exigencia y oportunidad para España

Nuestro país puede dar el salto de calidad que necesita si es capaz de ganarse un papel protagonista en este decisivo giro que está dando el mundo

Helena Herrero

Un mundo cambiante obliga a pensar diferente. Los tiempos que nos ha tocado vivir nos han hecho replantearnos muchos supuestos y entender nuevas formas de vivir, de trabajar y de actuar. En realidad, gran parte de las ideas y tendencias que hoy emergen ya estaban latentes. Pero los cambios se han acelerado y la nueva realidad a la que despertamos nos impone nuevas prioridades . Entre ellas, una emerge con más fuerza que nunca: lo que no sea sostenible, no será viable.

Dijo Mario Benedetti que cuando creíamos tener todas las respuestas, nos cambiaron todas las preguntas. Y la gran cuestión ahora es cómo vamos a hacer un planeta más amable, más eficiente, mejor para vivir . En los bosques, en los mares y en las ciudades, pero también en las empresas, en los trabajos y en nuestra proyección como personas. Ya no se trata de implantar conductas responsables por cuestión de imagen o de exigencia regulatoria o promover iniciativas políticamente correctas. La sostenibilidad va a determinar todos nuestros movimientos y estrategias , de los gobiernos a las empresas, pasando por todos los actores de la sociedad. Los criterios ESG tampoco son nuevos. Tienen más de cincuenta años, pero es ahora cuando se nos pregunta por ellos. Y se nos exige respuesta.

Pero además de la exigencia, debemos verlo también como oportunidad. Muy particularmente, de la que puede suponer para España si sabemos aprovechar las fortalezas que nos diferencian. Somos el país del mundo con más zonas declaradas Reservas de la Biosfera, 52 en total, que suponen el 12% de nuestro territorio; estamos entre los diez primeros países del mundo, y cuartos de Europa, en capacidad de producción de energía renovable; 19 empresas españolas figuran en el Dow Jones Sustainability Index. ¿No seríamos un país idóneo para la implantación de grandes proyectos de alcance global? Por otro lado, sabemos de nuestro potencial científico e innovador, pero nuestra gran dificultad es transferir ese conocimiento al mercado, entre otras razones, por las inversiones necesarias para elevar nuestra I+D a escala industrial.

Atraer inversiones debería ser una de las grandes palancas de nuestro plan de recuperación y transformación, cuyo éxito será crucial para nuestro futuro. Contribuirán decisivamente a la transformación de nuestro modelo productivo, a la modernización de nuestra industria y a la refundación de una economía resiliente que sostenga nuestro estado del bienestar. Pero será un imperativo que contemplen los criterios ESG . Las empresas ya hemos tomado conciencia de la necesidad de priorizarlos, no ya como un requisito formal, sino como una ventaja competitiva y diferencial. Es el momento de incorporarlos también a nuestra estrategia de país.

La buena noticia es que no estamos imaginando algo lejano o futurible. En España ya hemos demostrado ese potencial. Multinacionales de diferentes sectores eligieron nuestro país para desarrollar grandes proyectos innovadores en terrenos como la movilidad, la industria química o del acero, la impresión 3D o las comunicaciones. Si multiplicamos esa capacidad de atracción, dirigiéndola hacia los sectores que van a liderar la innovación sostenible en las próximas décadas, tendremos un futuro prometedor por delante . No sólo en términos de creación de riqueza y empleo, también por lo que contribuirán a la vertebración demográfica y social y a la transición hacia una economía limpia. Podríamos mostrar al mundo un país envidiable y a la vez próspero para las próximas generaciones.

Más allá de discursos grandilocuentes o frases bien construidas, debemos tomárnoslo en serio y ponernos a trabajar. España puede dar el salto de calidad que necesita si es capaz de ganarse un papel protagonista en este decisivo giro que está dando el mundo . Para ello, necesitamos la participación de todos: de las empresas, porque tenemos la experiencia y nos lo creemos; de las instituciones, porque en sus manos están las decisiones que encauzarán nuestro futuro; y de la sociedad, porque nos lo debe demandar. No podemos permitirnos dejar esta pregunta sin respuesta. Entre todos, la tenemos.

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