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Harina de insectos para paliar la escasez alimentaria

Desde el año pasado está en vigor la legislación europea que permite la comercialización de insectos como fuente alternativa de proteínas

Una vez convertidos en harina es difícil percibir de lo que se trata en realidad ADOBESTOCK
Enrique Serbeto

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uede que aún haya que esperar un poco para que se generalice el uso de los llamados "nuevos alimentos", pero dentro de no mucho será posible pedir hasta un helado hecho a base de insectos. En países como Bélgica hace tiempo que se vende en los mejores supermercados una crema de tomate que incluye entre sus ingredientes larvas de la especie "tenebrio molitor" (conocidos como gusanos de la harina) como una fuente sana y saludable de proteínas y recientemente en Holanda se han presentado empresas de países con gran variedad de insectos como Costa Rica, con la intención de introducir sus alimentos en toda Europa.

La "entomogastronomía" no es algo nuevo. Hace una década que la ONU viene llamando la atención sobre el hecho de que con el aumento de la población y los problemas derivados del cambio climático, los insectos podrían convertirse en una fuente de alimento saludable y sostenible para comunidades humanas en todo el mundo. Hay ciertos pueblos que consumen insectos desde tiempo inmemorial, como los mexicanos, pero sobre todo en el Occidente desarrollado todavía cuesta mirar a los gusanos como un alimento con el mismo interés que –pongamos por caso– el chorizo.

Es España se aplica desde enero del año pasado el nuevo reglamento europeo sobre "nuevos alimentos". La norma describe diversos tipos de productos que provienen de plantas, animales, microorganismos, cultivos celulares o minerales y se describen las categorías específicas, incluyendo los insectos, que se pueden comercializar.

Los humanos somos ahora unos 7.000 millones, pero según la ONU seremos casi diez mil millones en 2050, con dos tercios de la población concentrada en Asia y África, donde también hay comunidades que han consumido insectos tradicionalmente y, por tanto, podría pensarse que están más abiertas a utilizarlos como fuente habitual de proteína.

En Europa, sin embargo, por ahora solo se comercializan en forma de mezcla junto a otros productos vegetales, un poco como si se tratara de esconder al consumidor el contenido de lo que se va a comer. Por otro lado, la cada vez más extensa comunidad de veganos y vegetarianos no consideran a los insectos como un alimento aceptable.

Los argumentos más favorables hacia el uso como alimento de invertebrados, gusanos, larvas y otro tipo de criaturas son los medioambientales. Su cultivo necesita menos agua, menos energía y menos productos fitosanitarios que cualquier ganadería, lo que también significa muchísimas menos emisiones de gases de efecto invernadero. Pero nada de eso puede garantizar que nos parezca apetitoso un helado de orugas o una hamburguesa de larvas.

A pesar de la oposición de los vegetarianos, la ONU dice que comer insectos es bueno para el planeta

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