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Con permiso

De Guindos se queda con el pie cambiado tras el giro de Rajoy

Al exministro de Economía Luis de Guindos le habrá dejado con la boca abierta la deriva «populista» con la que el presidente Rajoy ha negociado el apoyo a los Presupuestos, si bien confía aún en que su sucesor, Román Escolano, esté ojo avizor con su legado

El exministro de Economía Luis de Guindos con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy AFP
María Jesús Pérez

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Hasta hace apenas una semana, o poco más, se me antojaba prácticamente imposible pensar que la añoranza por un pasado no vivido de primera mano pudiera aflorar en la vida futura del exministro de Economía Luis de Guindos. Ahora, tengo mis dudas. Incluso me atrevería a decir que ya está sintiendo hoy –en el presente– esa nostalgia del pasado reciente como titular de una de las carteras de mayor peso en el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Pero no por lo vivido, sino por lo no vivido, precisamente porque algunos objetivos quedaron pendientes –o «abiertos»–, con el convencimiento, eso sí, de que su sucesor, Román Escolano, los lograría finiquitar –«cerrar»–.

Me vienen a la cabeza dos temas que le tienen aún ojo avizor con España: el «caso Popular» y, sobre todo, su deriva judicial; o la sustitución del gobernador del Banco de España (BdE), Luis María Linde, prevista para junio. Dos asuntos que le preocupan –y «ocupan»–, y no poco, al exministro y que están muy relacionados. Porque, digamos que con una persona de su máxima confianza al frente de la autoridad monetaria española entiendo que podría tener un importante ascendente sobre el brazo español del supervisor europeo y evitar en el futuro nuevos sustos como el del Banco Popular del año pasado.

Para el puesto de gobernador español, De Guindos había pensado en una mujer. ¿Rosa Sánchez-Yebra? Podría ser. De hecho cumple con todos los requisitos requeridos por el que será desde el próximo uno de junio nuevo vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Ex secretaria general del Tesoro y actualmente vicegobernadora de estrategia de desarrollo social en el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, Sánchez-Yebra conoce bien el Banco de España, porque ha formado parte de su consejo, así como de los de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el FROB. Sería la primera gobernadora en la historia del BdE, y en este año tan «feminista» su nombramiento vendría que ni pintado.

Ahora bien, creo no equivocarme si afirmo que De Guindos puso rumbo a Fráncfort –aunque en realidad, de momento, parece que va y viene y su instalación definitiva en los alrededores de la sede del BCE la realizará tras las vacaciones– con la serena certeza del trabajo bien hecho. Del deber cumplido vamos. «Mi obra está concluida», tal y como decía recientemente el profesor y teólogo Hans Küng, que, con 90 años de edad, desea ser recordado para la posteridad por su «oficio»: profesor. Y lo recalcaba: «No he sido un profeta, sino un profesor». Un profesor que, a estas alturas de su vida, transmite paz, sosiego, serenidad... Con el tiempo y la experiencia, ya saben, todo llega...

El caso es que nadie puede discutir a estas alturas que España es un país –el que más, entre el conjunto de socios europeos– en pleno crecimiento económico, tras tres años consecutivos por encima del 3% y una previsión de número de cotizantes de hasta 20 millones en 2020. Un «mantra» político que tantas veces le hemos escuchado a De Guindos que no deja de tener su razón de ser, ya que los españoles han sufrido lo indecible a costa de puestos de trabajos más precarizados y salarios más bajos. ¡Todo por la patria! como diría aquel.

Bien es verdad que el exministro de Economía ya está «en modo Europa». Lógico, por otra parte. Y por ello, los últimos acontecimientos en el país, tan dividido políticamente, le han pillado con el pie cambiado. Hablo de la deriva «populista» de los Presupuestos 2018 y el pacto «in extremis» del propio Rajoy con el PNV sobre pensiones, que le habrán dejado, supongo, «descolocado». ¿Cómo explicar ahora a Bruselas que España cumplirá con el objetivo pactado, y obligado, del déficit público, del 2,2% del PIB a la vez que elevará este año el gasto en pensiones en 1.500 millones de euros, y en 1.800 millones, el próximo?

El Estado, al final, será el que asuma el roto en las cuentas de la Seguridad Social y así lo contempla el Programa de Estabilidad que el viernes aprobó el Ejecutivo en consejo de ministros junto al Plan Nacional de Reformas, para enviárselo a Bruselas. A corto plazo, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro –con la misma cara de contrariedad (¿enfado?) que me imagino que De Guindos cuando leyó la exclusiva de ABC del pasado martes 24 de abril «El PNV exige al gobierno subir todas las pensiones»–, explicó que los nuevos recursos provendrán del ahorro en intereses de deuda y de reducir el coste del rescate de las autopistas de peaje. No sé yo...

En definitiva, el pacto permitirá que haya Presupuestos este año, pero podría hacer añicos el legado económico de De Guindos y el «buen rollismo» con Bruselas ahora que está entre ellos. ¿Mereció la pena tanto esfuerzo por colocar a España en el visor de Europa? Su gozo en un pozo, al menos, de momento.

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