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De Guindos: de Bruselas a Fráncfort

El economista Carmelo Tajadura cree que «en un tándem con Weidmann, nuestro representante debe ser contrapeso, no soporte»

Cuando a De Guindos le asignaron el Ministerio de Economía resultó que las dos ramas principales de la política económica le eran ajenas. Porque la política monetaria es competencia del BCE y la política fiscal lo es del titular de Hacienda, sin demasiada complicidad con su colega. Quizás, la estructura de gobernanza económica más adecuada hubiera debido atribuirle una vicepresidencia fuerte de la que dependieran todos los ministerios económicos. Pero, los equilibrios de poder y las circunstancias personales llevaron a Rajoy a otra opción. Así, la labor primordial de De Guindos ha sido la de ser nuestro hombre en Bruselas en materia económica y definir las posiciones de España en el marco europeo. Ha mantenido tesis, en muchas ocasiones, próximas a las alemanas, lo que ha llevado a que algunos le hayan contemplado como un «halcón» fiscal. Aunque, en cualquier caso, ha desempeñado su labor en el Eurogrupo con corrección y de manera bastante adecuada, por lo que ha sido un interlocutor valorado. Y, por otra parte, renunció a ganar bastante más dinero en el sector privado para permanecer seis años como ministro, lo que habla en su favor.

Pero, cuando se le atribuye el milagro español de la recuperación económica, e incluso se le califica como héroe, no puedo compartirlo más que en parte. Porque, además de tener competencias limitadas en materia económica, resulta que los bajos tipos de interés, la abundancia de liquidez, la caída del precio del petróleo, o la depreciación del euro (en su momento) nos vinieron de fuera, y fueron como un maná para nuestra economía. También hay quien le adjudica la salvación de la banca. Es verdad que promovió su saneamiento en mayor medida que su antecesora (aunque lo hizo con bastante ruido) y que ha respetado la profesionalidad de los gestores de Bankia (con ciertas dudas en la integración de BMN). Pero el rescate bancario nos lo impusieron nuestros socios comunitarios y el Estado acabará con pérdidas monumentales. Por último, no puede omitirse una grave carencia: llevamos años sin reformas económicas estructurales, lo que limita el crecimiento potencial de la economía española. Aunque, obviamente, ese demérito hay que cargarlo también al debe del resto del Gobierno y a la falta de apoyo parlamentario.

«Cuando se le atribuye a De Guindos la recuperación económica no puedo compartirlo más que en parte por sus competencias limitadas»

El ex ministro recupera ahora una silla para nuestro país en el comité ejecutivo del BCE. Algo que nunca debimos perder y debería estar por encima de cuestiones partidistas. Con algo de exageración me atrevería a afirmar que lo que en ese órgano se cuece es más relevante para España que lo que se decide en el ministerio que abandona. Porque allí se genera la política más determinante para la economía española en esta coyuntura: la monetaria. Y la mayor parte de los ocho años de De Guindos en el BCE coincidirá con un proceso realmente crucial, especialmente para nuestro país: la retirada de estímulos monetarios en la Eurozona, que llevará años.

De Guindos deberá comportarse con independencia y, además, a la hora de contribuir a las decisiones su actuación deberá regirse por la visión de la UEM en su conjunto y no sólo por la conveniencia para España. Pero, dicho eso, debería estar claro que, al igual que los alemanes nominarán a un «halcón» esperando de él que procure endurecer con prontitud las condiciones monetarias, nosotros lo hacemos con alguien en quien confiamos que aporte una visión más «dovish», es decir, que propugne una política monetaria más acomodaticia que la preferida por los alemanes. Porque todavía tenemos un alto nivel de paro y una deuda -pública y privada- enorme, que nos ahogaría si se produjera una subida rápida de tipos. Por tanto, hay que alegrarse de volver a tener presencia en tan selecto comité, pero no si nuestro representante se alinease con las políticas más duras, como ha hecho a veces en el Eurogrupo. A España no le conviene que Weidmann, el presidente del Bundesbank, sea el nuevo gobernador del BCE. Pero, si eso ocurre y da lugar a un hipotético y probable tándem Weidmann-De Guindos, tenemos que esperar que nuestro patrocinado actúe de contrapeso, no de soporte.

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