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Grecia: la austeridad y los recortes no terminan

La clase media se ha empobrecido por la persistente política de mantener gasto público y subir impuestos

Los ajustes por el rescate provocaron tensas manifestaciones en los últimos años en Grecia REUTERS

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Los ocho años de crisis han pasado factura a la sociedad griega, pero el fin de sus tres rescates no significa que terminen los problemas ; la austeridad y los recortes se mantendrán. Los acreedores seguirán muy de cerca los programas de ajustes y reformas aprobadas para que sean implementados al menos hasta el 2022, año hasta que el radical Tsipras estima que habrá superávit primario del 3%, lo que le ha servido para lograr un alargamiento del pago de la deuda griega. Las dos cosas significan que se esperan nuevos recortes en el futuro de las pensiones y subida de impuestos en un país muy cansado. «¿Se terminó el dinero de los rescates? Ahora pagaremos más impuestos», dice Dimitris Vúlgaris, un asegurador desencantado con el gobierno radical de Syriza.

La política del Gobierno griego se ha basado en mantener el gasto público y, de forma paralela, aumentar la presión fiscal. Además, las pensiones han seguido reduciéndose. Como resultado, la clase media se ha ido empobreciendo cada año y muchas familias ya no pueden pagar todos sus impuestos . «Hasta 2016 estaba al día de todos mis pagos», comenta Iasonas Papadimitriu, un comerciante que había logrado mantener su pequeño comercio en el centro de Atenas. Pero ahora ha tirado la toalla: «Cierro para no tener más deudas. Intenté conseguir pagos fraccionados de impuestos, de la electricidad, de mis proveedores, de mi hipoteca con el banco. Ahora solo quiero sobrevivir y si consigo vender mi tienda, pagaré mis deudas y me jubilaré», dice. Pero la jubilación suele llegar, al menos, 2 años después de solicitarla, con lo que no es optimista. Su única seguridad en este momento es la pensión de su madre, con la que convive, aunque es inferior a los 500 euros al mes.

Los más vulnerables aumentan. Lo conocen bien de cerca los departamentos de asistencia social, las iglesias ortodoxa y católica y muchas ONG en todo el país. «Ancianos, jóvenes, familias uniparentales y parados de larga duración son los más afectados», afirma Aglaia Konstantakopulu, jefa del departamento de asistencia social de Caritas en Atenas. «Hasta 2011-2012 el Estado seguía concediendo ayudas y subvenciones a la población vulnerable (y a muchos que no lo eran pero se beneficiaban de la picaresca y la corrupción), pero se han ido eliminando. Muchas madres divorciadas en paro ya no reciben pensión de sus exmaridos, los ancianos que nunca cotizaron y viven de la ayuda de las iglesias y ONG son mas vulnerables y las familias donde los padres ya no pueden encontrar trabajo al ser mayores de cincuenta sufren. Aglaia los ve en el comedor de Caritas, inicialmente para refugiados e inmigrantes, al que ahora acuden al menos un 8% de los griegos. Porque además, el subsidio del paro no supera muchas veces los 500 euros al mes. «De lo que nadie habla es de la salud mental de los más vulnerables, comenta una voluntaria de Médicos del Mundo, en Atenas.

La mayor pérdida durante estos años para el país ha sido el éxodo de al menos medio millón de jóvenes con estudios universitarios desde 2010. La falta de trabajo y la precariedad les ha terminado expulsando de un país que tiene un gran reto por delante.

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