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El gigantesco armario con el que Mango ha revolucionado su negocio

La firma, que ha vuelto a beneficios, estrena un centro logístico que puede almacenar siete millones de prendas y del que salen 35.000 cajas al día

El centro logístico mundial de Mango ha comenzado a funcionar a pleno rendimiento este verano EP
Àlex Gubern

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Una extraña sensación se apodera de uno cuando entra en el nuevo centro de distribución mundial de Mango en Lliçà d’Amunt (Barcelona) , una suerte de catedral de la logística, una mega construcción levantada a mayor gloria del comercio mundial y emblema con el que la firma presidida por Isak Andic, gigante del textil español, simboliza su regreso a la rentabilidad tras años de dificultades.

Las dimensiones del nuevo centro logístico mundial son colosales; también la inversión requerida, 230 millones de euros, que explican mejor que ninguna otra cifra el esfuerzo llevado a cabo por la compañía presidida por Isak Andic por reorientar su estrategia, tanto por lo que respecta a los aspectos logísticos y de distribución -la nave de Lliçà es el mejor ejemplo- como en mejora del producto en tiendas o la ampliación en un 50% del tamaño medio de las mismas. La compañía cuenta con 2.100 puntos de venta en todo el mundo repartidos en 110 países; en 80 de los mismos también distribuye «on line».

Como en una rotativa

Accediendo a las tripas del nuevo centro junto al director general de Mango, Toni Ruiz, y como quien se ve deslumbrado al entrar al interior de una catedral gótica, sobrecoge el volumen de las naves: más de 25 metros de altura y 170 de longitud -90.000 metros de superficie en conjunto-, suficientes para acomodar decenas y decenas de grandes repisas en las que se pueden acumular hasta siete millones de prendas, tanto dobladas como en perchas, todas movidas por grúas automatizadas.

Junto a las dimensiones de la construcción, sorprende también un extraño zumbido, el de las decenas de kilómetros de cintas y raíles por los que circulan las cajas o prendas colgadas que llegan desde los centros de producción, cada uno con su identificación individual. En seguida acuden a la memoria las perchas y circuitos donde en las antiguas rotativas de prensa se secaban los diarios recién impresos. No es un guiño nostálgico, en tanto que la empresa que antaño se dedicaba a las rotativas de prensa ha trabajado ahora en la instalación de Mango. Como en un inmenso carrusel, las prendas se recepcionan y se colocan en los estantes, listas para salir en menos de cuatro horas si hace falta, tanto hacia las tiendas de la marca distribuidas por todo el mundo como a los ocho centros de distribución que sirven los pedidos «on line». En conjunto, salen de este centro unas 35.000 cajas con prendas a diario, unos 70 camiones.

Interior de las instalaciones de Mango en el que se ve ropa de la marca colgada, lista para ser distribuida EP

Todo un alarde de capacidad y potencial logístico que no solo permite a Mango seguir creciendo en los próximos años sino también incidir directamente en su cuenta de resultados: se estima que la puesta en marcha del centro (inaugurado en 2016 pero sin estar a pleno rendimiento hasta este último verano) ha permitido hasta un 25% de ahorro en los costes operativos. No es menor la cifra para una compañía que, con 2.233 millones de facturación en 2018, vio como ese ejercicio, y los dos anteriores, se cerraban con pérdidas -61 millones de euros en 2016, 33 en 2017 y 35 en 2018-.

Reorientación

Toni Ruiz, en un encuentro con la prensa esta semana, reconocía las dificultades por las que se ha atravesado -de hecho su nombramiento como director general en 2018 se leyó como un intento de enderezar la nave-, a la vez que destacaba los cambios de estrategia introducidos, así como el esfuerzo inversor, tanto en logística (salta a la vista) como en tiendas y «online» , canal que ya representa el 20% de las ventas y se confía en que llegue al 30% a final del próximo año.

La reoreintación de la marca, cuya cara más visible para el cliente es la renovación del parque de tiendas -más grandes, con mayor oferta, alcanzando un total de 817.000 metros cuadrados para sus distintas lineas: Woman, Man, Kids y Violeta-, así como una mayor renovación de producto en las estanterías y perchas, es paralela a los esfuerzos por fortalecer la salud financiera de la compañía, cuyo único dueño es Andic. Así, por ejemplo, en adelante se seguirá con la disminución de la deuda (que ha pasado de 617 millones en 2016 a 315 en 2018), en una curva descendente que, en función de las oportunidades de inversión, podría ser más o menos pronunciada.

Todo ello lleva a que Mango confíe en cerrar 2019 abandonando los números rojos. El mejor síntoma -explican- del reflotamiento de la firma. Tras las dificultades del último trienio, la compañía con sede en Barcelona confía en encarar una etapa de crecimiento que les lleva, por ejemplo, a poner en marcha en breve la ampliación del centro logístico de Lliçà, que en 2023, y tras una inversión de 35 millones de euros, debe pasar de los 190.000 metros actuales a 270.000.

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