Francisco Martín-Martínez: «En Estados Unidos tienes que ser científico, consultor, orador y emprendedor»
La sinergia entre distintas entidades universitarias y empresariales ha dado lugar al desarrollo de proyectos disruptivos que tienen su origen en la creación de un entorno de talento con impacto como el que se da en el MIT
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Iniciar sesiónInvestigador en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) , director del laboratorio de nanomateriales bioinspirados en la Universidad de Swansea (Reino Unido) y expresidente de Ecusa , la Asociación de Españoles Científicos en EE.UU . Francisco Martín-Martínez es una voz autorizada ... para explicar cómo se enfoca la investigación a ambos lados del Atlántico y las diferencias entre el ágil ecosistema del gigante estadounidense y el modelo español. Sus investigaciones se centra en la biomimética, especialmente en la reutilización de desechos de biomasa como fuente para el desarrollo de distintos materiales, como el desarrollo de electrodos para baterías a partir de restos de madera o asfalto que puede autoregenerarse.
¿Cómo fue el aterrizaje en el MIT?
Hay un dicho que asegura que estudiar aquí es «como beber agua de una boca de incendios». Recibes propuestas continuamente. Se crea así un peculiar ecosistema, donde en apenas unos metros está la Universidad de Harvard y otras noventa instituciones de educaciónsuperior. Y a la vez hay una gran cantidad de empresas y startups que visitan asiduamente las facultades para que haya un ‘feedback’ de ideas o para reclutar talento. Por ejemplo, la primera semana me encontré solo en una sala con empresarios brasileños a los que tenía que explicar mi proyecto. Me fui dando cuenta de que mi papel como investigador era también el de comercial. Aquí eres científico, consultor, orador y emprendedor. En cambio, en España la universidad es un espacio puramente académico. Las empresas vienen a reclutar estudiantes y a generar feedback en las aulas.
¿Dónde reside el éxito de esa propuesta?
El MIT tiene un modelo casi como el de un promotor inmobiliario. Aparte de invertir en investigación y ganar dinero con sus patentes, invirtieron en todo el terreno que hay en torno a la institución, lo que se llama Kendall Square, y empezaron a atraer talento y empresas a su órbita universitaria. Tienes Moderna, Pfizer, Novartis, Google, Microsoft, y todas ellas están en el suelo del MIT y le están pagando por estar ahí. Así se pueden permitir buscar al mejor talento, ya que el MIT solo selecciona un 13% de las candidaturas que recibe, y desarrolla un modelo de negocio exitoso que va más allá de la pura investigación y la ciencia, aunque éstas sigue siendo tractores esenciales. Es como una gran corporación que tiene una independencia económica brutal, lo que le permite apostar por proyectos innovadores y arriesgados que en otros lugares descartarían de entrada.
¿Qué tiene de bueno el contacto directo con empresas?
Lo positivo es que toda la investigación que haces está orientada a tener un impacto real en la sociedad. La investigación básica por el bien de conocimiento sigue siendo esencial, y de la colaboración con las compañías privadas surge toda una serie de patentes, que el propio MIT promueve, y que puedas explotar en una empresa para que no se queden en un cajón. Y es que a veces se genera la falsa opinión de que la entrada de las empresas supone mercantilizar la investigación o privatizar el sector, pero hay un acuerdo que preserva la intención del proyecto. Por ejemplo Ferrovial tienen proyectos muy grandes con en el MIT y captan esa mecánica. Se consigue así una sinergia no solo intelectual, sino física y en tiempo real. En el Reino Unido existe el ‘matchfunding’, en el que si se identifica una empresa que quiera poner la mitad del dinero en una investigación de un doctorando, la universidad se compromete a poner la otra mitad. También hay que entender qué se entiende por fracaso. Cuando descubres algo que no funciona, se considera un descubrimiento, no un malgasto. MIT tienen una cultura de emprendimiento desde el día en que llegas hasta el que te vas. Sin embargo, hay una obsesión con esto, lo que genera un gran estrés, buscando ser el siguiente Elon Musk y si no lo consigues es un fracaso.
¿Cómo fue su experiencia al frente de Ecusa?
Me permitió conocer a gente muy diversa, mientras intentaba contribuir a tender puentes para facilitar la llegada a EE.UU. y el retorno a España. Además está el programa interdisciplinar Mecusa que tiene como objetivo impulsar el papel de la mujer en la ciencia. Y el propio MIT cuenta con Spain@MIT . En cuanto al proceso de contratación en Estados Unidos es más dinámico, en España es más endogámico. No ves gente extranjera entre el profesorado. Es muy difícil competir así. En España hay gente muy buena, Imdea en Madrid lo está haciendo muy bien, también en el País Vasco y en los institutos de investigación de Cataluña que son los centros que conozco. Pero en los grupos de investigación del MIT conviven talentos de todo el mundo. A veces da la impresión de que los investigadores que regresan a España lo hacen a pesar del sistema, no por el sistema.
¿En qué consiste su trabajo?
En la bioinspiración. Se basa en observar los sistemas ultraeficientes, con desecho cero, que hay en la naturaleza. Un árbol es más eficiente que un panel solar y no deja ningún residuo se reintegra en el ciclo natural. Nosotros hemos sabido imitar la naturaleza, pero falta el factor de la sostenibilidad. Los plásticos son un ejemplo perfecto. La gente habla mucho de `Urban Mining´, en lugar de explotar los recursos naturales para extraer materiales, usemos los que ya tenemos en nuestra vida, en el caso de electrodos de carbono, nos preguntamos si podíamos hacer energía de las cáscaras de las gambas o del lodo de las depuradoras. He trabajado con materiales inspirados en las hebras de los mejillones y en cómo se unen a la roca, para así desarrollar un adhesivo. También investigamos cómo funciona la mandíbula de un gusano marino que dependiendo de las condiciones del entorno se hacía más dura o flexible, trabajamos con el departamento de Defensa en ese proyecto. Ahora, utilizando la química computacional y el ‘machine learning’ indago en la circularidad de los materiales, por ejemplo, investigo un asfalto que puede autoregenerarse.
¿Cree que el Covid ha reforzado en la sociedad la idea de la necesidad de apostar por la investigación a largo plazo?
Invertir en innovación es un intangible fundamental para todo país. Por ejemplo, mucha gente escéptica piensa que las vacunas se han desarrollado demasiado rápido, y dudan de su efectividad. La realidad es que no es así, Pfizer, Moderna o gente que conozco en el MIT han estudiado durante años cómo afecta al sistema inmunológico el cáncer y cómo pueden combatir tumores. Cuando llega el coronavirus, trasladan todo ese conocimiento acumulado al Covid para sacar una vacuna rápido. Por tanto, que las vacunas se hayan creado rápido no es un problema, sino que es su virtud. Y es la prueba de que una buena combinación de inversión de diversas entidades puede crear hitos impensables hace solo un año.
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