Impuestos bajos, mayor recaudación

Ideologías aparte, si atendemos a los datos que es lo importante, la Comunidad de Madrid recaudó el año pasado casi 160 millones con tres impuestos que recortó (Sucesiones y Donaciones, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados), ahorrando a los residentes en Madrid 44 millones .

Pero esto no es fruto de la magia, ni se trata de algo sorprendente. Es bastante sencillo de entender que con una presión fiscal más baja aumentan las bases imponibles y, por lo tanto, se incentiva la actividad empresarial, se atraen inversiones y mejora el consumo.

Aumentar la presión de la bota sobre el cuello del contribuyente limita su capacidad de hacer cosas y, por lo tanto, la recaudación cae de forma estrepitosa. Es decir, cuantos más impuestos existen y más altos son, menos dinero se logra recaudar para financiar los servicios públicos que están a disposición de todos los ciudadanos para que nadie se quede atrás o se sienta sin apoyo del sistema. A pesar de que se intente a martillazos. De hecho, Madrid tiene sólo tres tributos propios, mientras que, por ejemplo, Cataluña, tiene hasta quince. Pero a pesar de todo, la Comunidad de Madrid es la que más aporta a esa bolsa común llamada Fondo de Solidaridad Interregional, en concreto más del triple que la siguiente que es precisamente Cataluña.

También se dice que bonificar impuestos por parte de los gobiernos autonómicos es hacer «dumping» fiscal. Pues bien, quienes dicen esto les falta información porque las bonificaciones son instrumentos que están legalmente a disposición de todas las comunidades para poderse corresponsabilizar de la gestión. Es decir, no se hace desde una posición de privilegio exclusivo y, a estas alturas, no parece que tenga sentido eliminar competencias a los ejecutivos de las comunidades autónomas. Es un buen ejercicio democrático que los ciudadanos podamos evaluar a nuestros gobernantes por su gestión de los recursos económicos y sería injusto no facilitarles las herramientas necesarias.

Respecto al llamado efecto capitalidad, es cierto que en Madrid están las sedes de muchas grandes empresas, pero eso no significa que los impuestos que pagan se queden en Madrid. En las comunidades (no forales), el impuesto de sociedades va al Estado de forma íntegra, así como la mitad del IVA, y el tramo autonómico de este impuesto se reparte atendiendo al consumo sin tener en cuenta la ubicación de la sede. Más en concreto, durante el periodo 1984-1995 prácticamente todos los años Madrid experimentó un crecimiento económico menor que el conjunto de España y también era la capital. Sin embargo, desde que se implanta el modelo de impuestos bajos para empresas y familias, Madrid ya crece más que la media de España.

En estos momentos, a pesar de que estamos inmersos en una crisis sin precedentes, Madrid lleva dos meses consecutivos creando 1 de cada 3 puestos de trabajo. Por lo tanto, a pesar de que el turismo sigue muy castigado, el mercado laboral empieza ya a recuperarse. De hecho, el PIB de Madrid creció un 25% en el tercer trimestre del año, frente al 16% de media en España.

Por todo ello, parece que lo más oportuno sería no sólo no torpedear el modelo de Madrid, sino aplicarlo al resto de España para favorecer más actividad empresarial y creación de puestos de trabajo, lo cual ya sabemos que incrementa la recaudación y ofrece bienestar a todos los ciudadanos. Menos esfuerzo fiscal a empresas y familias genera más recaudación, esa es la conclusión de los datos reales. Lo siguiente es gestionar esos recursos con eficiencia.