La excelencia española emigra en busca de mejores oportunidades

Muchos se van con la intención de regresar en un futuro no muy lejano, pero la dificultad para lograr ofertas que satisfagan sus expectativas termina por frustrar el retorno. Y ya hay quien advierte de que la pérdida de capital intelectual se agravará como consecuencia de la pandemia por dos razones: las prolongadas secuelas que dejará en la economía nacional , con el consiguiente aumento del desempleo, y el auge del teletrabajo , que posibilitará trabajar para compañías internacionales sin necesidad de un traslado físico… El talento se nos escapa de las manos .

Las salidas al exterior no son atribuibles a una única razón. Una de las cuestiones problemáticas es el mercado laboral de España . «Es malo y tiene elevados índices de paro que invitan al que se siente preparado a irse», comienza por destacar Francisco Loscos , profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade. Los salarios tampoco ayudan . Otra causa, dice, es que los perfiles cualificados «aspiran a mucho con una cierta velocidad y los desajustes entre oferta y demanda son bastante grandes en nuestro país». El éxodo también se explica porque « el concepto meritocrático aún no está suficientemente desarrollado » y por el anhelo de calidad de vida. «Uno puede pensar que no hay mejor sitio que España por el clima, la gente… pero la estructura mental del trabajo es de infinitas horas», apunta.

Ante este panorama, la opción de probar suerte más allá de nuestras fronteras cobra fuerza . «Buscan salarios más altos; embarcarse en un proyecto que represente un desafío; entrar en compañías que inviertan en su formación porque entienden que el aprendizaje debe ser de por vida; y sentir que con su trabajo contribuyen a un mundo mejor», asegura Ramón Rodrigáñez , director de operaciones y cofundador de Nova Talent, red global de talento que conecta a personas de alto potencial entre sí y con las mejores oportunidades profesionales.

Con el propósito de vivir una experiencia en el extranjero, Luis Carlos Cobo (Úbeda, 1983) puso rumbo a Estados Unidos para estudiar el último año de ingeniería de telecomunicaciones. Se quedó para hacer el máster y, gracias a una beca de la Fundación «la Caixa» en 2008, cursó su doctorado en el Instituto de Tecnología de Georgia . Mientras lo hacía, fue becado por Google y, una vez terminado el doctorado, se unió a la empresa como ingeniero de software. Del gigante tecnológico pasó a DeepMind –adquirida en 2014 por Alphabet, matriz de Google–, donde lidera varios equipos de ingenieros de investigación en el área de «machine learning», integrando la tecnología desarrollada por los mismos en productos de Google. «Estoy haciendo investigación con unas condiciones laborales muy buenas y teniendo un impacto en el mundo», destaca.

Aunque lleva 15 años al otro lado del Atlántico, no fue hasta el séptimo cuando asumió que echaría raíces porque « era complicado conseguir oportunidades en España similares a las que tengo aquí », cuenta a ABC mediante videollamada. Preguntado sobre qué falla en nuestro país, dice que «la impresión desde fuera es que todo es bastante pequeño, que falta inversión». Y menciona otra gran diferencia respecto a Estados Unidos: «En España parece que te están haciendo un favor por darte trabajo y aquí la percepción es que tú les haces un favor por estar trabajando con ellos en vez de con otros».

Lo cierto es que nuestro país sigue sin dar con la tecla para apreciar su mejor talento , tal y como indica Óscar Cebollero , director de Hays Cataluña y País Vasco: «Una de las carencias de España ha sido no saber valorar el principal activo que tiene cualquier compañía, los empleados. Cuando el mercado laboral se ha contraído, las empresas se han aprovechado pagando menores salarios y ahorrándose beneficios para los trabajadores porque sabían que las oportunidades escaseaban también para este target de candidatos».

No hay más que ver lo sucedido a raíz de la última gran recesión. Según un informe del «think tank» CEPS entre 2007 y 2017 unos 87.000 trabajadores españoles de alta cualificación (con título universitario o grado superior) partieron hacia otros destinos de la Unión Europea, cifra solo superada por Italia.

Las estadísticas del INE revelan que 2015 marcó un pico de salidas con 61.556 ciudadanos de nacionalidad española y nacidos en España que abandonaron el país por los 24.037 que volvieron, lo que arrojó un saldo migratorio negativo de 37.519 personas , según el INE. Desde entonces esta variable siempre se ha mantenido en terreno negativo, aunque la sangría se ha ido moderando y 2019, última referencia disponible, cerró con un saldo negativo de 17.496 ciudadanos (incluyendo también a aquellos que sin haber nacido en España poseen la nacionalidad el saldo es positivo en 8.366 personas).

El Ejecutivo de Pedro Sánchez aprobó en marzo de 2019 un plan para fomentar la vuelta de los españoles expatriados , canalizado a través de un programa piloto que se ejecutó entre julio de 2019 y junio de 2020, en el que participaron 200 usuarios (59% mujeres y 41% hombres), con una media de edad de 35 años, procedentes de 39 provincias españolas y en 29 países de residencia en los cinco continentes. Los resultados, sin embargo, son poco alentadores : solo han vuelto 58 (el 29%), si bien 33 habían fijado fecha para su regreso antes de las restricciones internacionales a la movilidad. Desde Migraciones indican que, con motivo de la pandemia, se está acometiendo una reorientación del alcance del plan y de las medidas recogidas en él, para adaptarlo al nuevo contexto, así como alinearlo con los objetivos de los Planes de Recuperación de la UE.

La crisis del Covid amenaza ahora con reeditar una oleada de salidas . «No es extraño imaginar que la debilidad empresarial e institucional causada por la pandemia reducirán todavía más las oportunidades laborales de nuestros jóvenes y que en los próximos años asistiremos a un éxodo aún mayor de profesionales formados hacia otros países que partían de una mejor situación laboral y que, además, han sabido proteger mejor a sus empresas y empleabilidad», asegura Adrián Sánchez , uno de los fundadores de la Sociedad Española de Excelencia Académica, cuyo objetivo es identificar, dar visibilidad y acreditar a los mejores graduados del país, así como contribuir a su éxito laboral con un portal de empleo exclusivo.

A esa fuga se sumará otra, más silenciosa, propiciada por el crecimiento del teletrabajo . «Es posible que en los próximos tiempos lleguemos no solo a una emigración física sino a una emigración online del talento que va a ser difícil de cuantificar. Para las compañías es un gran reto», alerta Loscos, de Esade.

Si a los jóvenes cualificados les cuesta hacerse un hueco en la empresa privada, quienes desean orientarse hacia la investigación tampoco lo tienen fácil. Clara Martínez-Toledano (Madrid, 1990), graduada en Economía, se fue para completar su formación en la Paris School of Economics, uno de los centros pioneros en el estudio de la economía de la desigualdad, la línea de investigación que siempre le ha interesado.

Obtuvo una beca de la Fundación Rafael del Pino para concluir el doctorado en dicha institución y prolongó su estancia internacional porque pensó que así crecería más profesionalmente. Este mes se estrena como profesora asistente del departamento de finanzas en el Imperial College de Londres. «El nivel de vida es más alto en Reino Unido, pero aun así las condiciones económicas son mucho mejores que en España. Hay personas que estarían dispuestas a volver, pero muchas veces la proyección que tienen fuera no la encuentran en España y a nivel universidad no hay ni siquiera plazas », lamenta la joven, que estaría encantada de volver siempre y cuando tuviese un proyecto que le atrajese.

Pero avanzar como investigador en tierra patria requiere altas dosis de paciencia . «Es mucho más complicado que en otros países europeos. La burocracia lo inunda todo, el número de plazas es muy pequeño, no hay una regulación adecuada para desarrollar la actividad científica… es casi una carrera de obstáculos », sostiene Rafael Garesse , presidente de I+D+i de Crue Universidades Españolas y rector de la Universidad Autónoma de Madrid, que desea que se defina pronto una carrera científica bien estructurada que permita que los jóvenes no tengan que esperar hasta los 40 años para alcanzar una posición estable.

A pesar de las adversidades, es optimista por el «enorme talento» que existe en nuestro país. «Hay grupos de investigación muy buenos y en el momento que se les quiten las trabas que hay, que son casi infinitas, se va a producir una subida exponencial que tendrá una repercusión directa en la mejora de nuestras empresas y de nuestro tejido social». Martínez-Toledano confía en que España sepa aprovechar los fondos europeos y que, con un incremento del gasto en I+D, pueda atraer el talento que un día dejó escapar . De lo contrario, seguirá invirtiendo recursos para formar a profesionales de los que se beneficiarán otros.