Europa impone mantener la reforma laboral a cambio de las transferencias
Los «halcones» piden garantías de que los países débiles harán sus propios colchones
España afronta una semana crucial en la negociación del rescate de la Unión Europea para paliar los efectos del coronavirus. Y los mensajes que llegan de Bruselas, sobre todo de los países llamados «frugales» , no son nada alentadores para los intereses que defiende ... Pedro Sánchez ante sus socios. El reparto del fondo de reconstrucción de 750.000 millones se abordará en un Consejo Europeo el viernes y sábado, pero aún queda mucha tela que cortar antes de dar por hilvanado el acuerdo. O, mejor dicho, muchas alianzas que remendar. Las transferencias directas que defiende Sánchez se enfrentan a las reticencias de los países del norte de Europa , capitaneados por Holanda. Los «halcones» reclaman una condicionalidad a cambio de los fondos, esto es, que las ayudas estén estrechamente ligadas a la exigencia de reformas estructurales y a un control férreo de las mismas.
El punto de partida con el que España se presenta ante Bruselas no ayuda. El jefe del Ejecutivo llega con todas las grandes reformas que Europa puso como condición a España en la crisis de 2008 para rescatar a la Banca, desactivada s. La de pensiones y sus mecanismos de control del gasto han saltado por los aires, también la reforma de las políticas activas de empleo , que debería controlar más las prestaciones por desempleo y vincular más estrechamente políticas activas y pasivas. Desde que España salió del rango de control de Bruselas, nada se ha hecho en cuestión de reformas.
Pero si la parálisis reformista del Gobierno preocupa, aún más lo hace su relato. El pacto con los radicales de Bildu para derogar la reforma laboral en plenas negociaciones europeas cayó como un jarro de agua fría. El acuerdo, forzado por Unidas Podemos y que se hizo al margen del diálogo social, fue puesto en cuestión por la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, presionada a su vez por el golpe en la mesa de los empresarios. El jefe del Ejecutivo no se ha pronunciado al respecto pero sí que ha recordado que la derogación «de los aspectos más lesivos de la reforma laboral» está incluido en el programa de gobierno del Ejecutivo de coalición.
Pero esta ambigüedad no gusta en el norte de Europa. La normativa con la que Sánchez juega al despiste se pactó con las autoridades europeas en 2012 y fue una de las condiciones impuestas a cambio del rescate al sistema financiero. Sus altas dosis de flexibilidad permitieron detener la sangría de casi cuatro millones de despidos y sentar las bases para que la economía comenzara a generar empleo con crecimientos del 1% dos años después. ¿El lado más negativo? España ganó competitividad con el recorte de sueldos y la precariedad ganó terreno.
«El amago continuo con la derogación de la reforma laboral no es nada positivo. Y mucho menos lo es firmar un acuerdo en papel mojado al respecto en plenas negociaciones», asegura el economista Marcel Jansen, holandés afincado en España desde hace dieciocho años y doctor en Economía y profesor de la UAM. «No me siento cómodo con la intransigencia del Gobierno holandés, pero creo que España tiene que ofrecer tranquilidad y dar garantías de que la siguiente crisis será capaz de afrontarla por sí misma porque habrá construido su colchón fiscal», sentencia Jansen.
Más allá del impacto político, esta norma vuelve a tener ahora más protagonismo que nunca para las empresas, temerosas de un endurecimiento que inmediatamente se traduciría en extinciones de contratos. España se enfrenta a una caída sin precedentes de su economía , con retrocesos de dos dígitos este mismo año en el PIB, según todos los organismos, y con una tasa de paro que, previsiblemente, superará el 20% este año. La tímida fase de recuperación no llegará hasta entrado 2021, según coinciden los expertos.
Desde que estalló la crisis sanitaria en España se han destruido un millón de empleos y dos millones de trabajadores siguen en ERTE de fuerza mayor a la espera de ser incorporados a sus empresas cuando decaigan las regulaciones temporales a finales de septiembre. El temor es que en ese momento aún no se haya recuperado el consumo y las empresas no puedan digerir las incorporaciones y los ERTE terminen convirtiéndose en ERE. La reforma laboral podría jugará entonces un papel protagonista.
«Europa no va a permitir la derogación de la reforma laboral», asegura a ABC una fuente cercana a las negociaciones europeas. «No se puede volver atrás, no será posible» , concluyó. Recordó que España va a ser el segundo país que más fondos percibirá, después de Italia, unos 140.000 millones ,y que antes deberá presentar ante las autoridades comunitarias planes de inversión y de reformas . Relató que en esta condicionalidad Bruselas pactará con los países las cantidades a percibir y el calendario para implementar las medidas. «Es impensable deshacer el camino andado», concluyó.
Silencio de Podemos
La negociación se centra ahora en cómo vendrá la condicionalidad y, de nuevo, en este punto se dejan notar las dos corrientes en el Gobierno. En contraste con el silencio de Podemos , en la facción socialista el Ejecutivo se acepta el seguimiento que implica el semestre europeo, que entienden no tendría apenas coste político pues no conlleva ningún cambio con respecto a la situación actual. Se niegan, sin embargo, a que se creen mecanismos de control nuevos para estas medidas . El último de los informes del semestre europeo no ofrece una buena foto de España. Un 23% de las reformas recomendadas a España tuvieron un «progreso limitado» y hasta el 40% obtuvo solo «algún progreso».
La otra gran tarea pendiente es la consolidación fiscal y el control de la deuda . España llegó a esta crisis con un déficit estructural persistente y un nivel de endeudamiento muy elevado pese a acumular varios ejercicios de crecimiento vigoroso, situación ante la que la presidenta de la Airef ha pedido «autocrítica» en reiteradas ocasiones. «El campo de juego está desnivelado. Pero la culpa no es de los países nórdicos, que sí hicieron los deberes. Parafraseando a Jeroen Dijsselbloem: «No se puede pedir ayudas con una mano mientras con la otra se firman pactos de contrarreformas», concluye Jansen.
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