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España acabó 2016 con una deuda pública del 99,26% del PIB, dentro del objetivo

Los inversores internacionales y el Banco de España, por las compras del BCE, han aumentado el pasivo de la Administración en sus manos, lo que ha compensado la menor exposición de los bancos nacionales

Javier Tahiri

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La deuda pública cumplió el objetivo de 2016 al acabar el año en el 99,26% del PIB. El Gobierno comunicó a Bruselas en su último plan presupuestario que su meta era el 99,4% para el año pasado. Si hace unas semanas el Ministerio de Economía estimó que el dato de pasivo se quedaba en el 98,98% del PIB ; la publicación de los datos definitivos de PIB nominal por el INE el pasado jueves han elevado ligeramente esta previsión hasta el 99,26%, señalan fuentes del Tesoro. Ello confima la reducción de la deuda en 2016, frente al 99,77% que suponía en 2015. Los datos definitivos los dará a conocer en las próximas semanas el Banco de España.

Pese a que el importe total de deuda subió en 32.400 millones durante 2016, a 1,105 billones, el peso en relación al PIB bajó porque la economía creció a mayor velocidad. En importe redujeron su pasivo las corporaciones locales –de 35.100 millones en 2015 a 31.900 en 2016– y los organismos de la Administración Central –de 48.200 millones a 38.900 en 2016–.

En cuanto a su peso en el PIB, bajaron su deuda Estado y corporaciones locales, mientras que lo aumentaron las comunidades autónomas. El Estado debe un 85,4% del PIB, mientras que las comunidades autónomas atesoran un 24,8% y las corporaciones locales, un 2,9%. Los porcentajes sumados no dan el 99,26% porque el Estado tiene en sus manos más de la mitad de la deuda autonómica, a través de los mecanismos de financiación (como el FLA) que ha mutualizado el pasivo regional desde 2012.

Más deuda comprada por extranjeros

Lo que sí ha cambiado fundamentalmente en los últimos años son los poseedores de la deuda pública . Desde 2012, el reparto de los tenedores de pasivo está más distribuido: el BCE ha compensado la caída de los bancos nacionales, mientras que se ha incrementado el peso de los inversores no residentes.

Desde el Tesoro se observa este fenómeno como un respaldo de los mercados a España, una situación que contrasta con 2012, año en el que el ministro de Economía, Luis de Guindos, tenía que acuciar a los bancos nacionales a acudir a las subastas de deuda para que no estuvieran desiertas, como reconoce él mismo en su libro «España amenazada». « Tuve que levantar el teléfono y hablar con los principales banqueros –Emilio Botín, Francisco González, Isidre Fainé y Rodrigo Rato– para animarles a que entraran en la operación [en referencia al préstamo adquirido para financiar el Fondo de Pago a Proveedores]», detalla en el libro el ministro.

Así, si en 2012 los bancos españoles tenían a vencimiento un 31,6% de la deuda pública emitida, en 2016 este porcentaje ha bajado considerablemente hasta el 22,4% del total. Mientras tanto, eso sí, el Banco de España, a través de las compras masivas que inició el BCE, ha aumentado su exposición del 4% en 2014 al 16,8% que ya tenía al acabar 2016. Los no residentes también han aumentado sus compras de deuda pública desde los peores años de la crisis. Si en 2012 atesoraban un 35,5% del total de deuda emitida a vencimiento, en 2016 el porcentaje se elevó al 45,8%.

Como prueba de esta renovada confianza, el coste medio de las nuevas emisiones es del 0,57%, cuatro centésimas más bajo que en 2016, lo que está reduciendo el interés medio del pasivo –nuevas subastas y deuda ya emitida– al 2,69%, el más bajo de la historia. Como destacan en el Tesoro, la bajada de la prima de riesgo –diferencial del interés a diez años con Alemania– indica que no todo se debe a las compras del BCE, ya que el supervisor también adquiere deuda germana. Una buena parte de este alivio de intereses es por la confianza en la economía española, que ha encadenado tres años de crecimiento.

Alargar la vida media

La estrategia del Tesoro pasa por acelerar las emisiones este año para aprovechar el momento actual de tipos bajos y alargar la vida media de la deuda que se prevé que esté en los 6,9 años en 2017. En 2016 se situó en 6,81 años el máximo desde los 6,85 de 2007. Al reducir la exposición a la deuda emitida a corto plazo, se reduce la vulnerabilidad ante posibles alzas de tipos de interés.

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