La energía fotovoltaica flotante comienza a asomar la cabeza
A la espera de un marco normativo para su despegue, las empresas españolas juegan con buenas cartas de partida en una tecnología llamada a ser clave en el ‘big bang’ renovable
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Iniciar sesiónLa energía solar camina hacia una nueva frontera. Conocemos los paneles fotovoltaicos sobre el suelo, también los instalados en techos y azoteas, pero poco, o nada, se sabe de esta misma tecnología desarrollada sobre el agua. Es decir, placas fotovoltaicas sobre la superficie ... de embalses y pantanos, por ejemplo. Y España tiene 1.225 grandes presas; somos el país de la UE con más infraestructuras de este tipo. O sobre balsas de irrigación de cultivos (se calcula que hay entre 60.000 y 80.000 en los campos españoles) o sobre cuerpos de agua de diferentes industrias, o de cuencas mineras, o en depuradoras y desaladoras, hasta en piscifactorías... Ya incluso hay países ensayando proyectos en el mar, cerca de la costa.
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La fotovoltaica flotante, como se denomina a esta tecnología, es el tercer pilar de la energía solar, tras el suelo y el techo. Diversos estudios señalan su enorme potencial dentro del mix de las renovables. Según el Instituto de Investigación de Energía Solar de Singapur (SERIS), una institución de referencia en el sector, la capacidad global instalada acumulada superó los 2 GW en septiembre de 2020 (en 2018 era de 1,1 GW). Sus proyecciones más conservadoras apuntan que si se instalaran estas plantas solo en el 1% de las masas de agua contruidas por el hombre (no en lagos naturales) se podría alcanzar 400 GW a nivel global. Sirva un dato de referencia para entender estas macromagnitudes: un gigavatio suministra electricidad a medio millón de hogares europeos. Otro estudio de 2019, realizado por el NREL (National Renewable Energy Laboratory, EE.UU.), estimó que la instalación de fotovoltaica flotante en los más de 24.000 lagos estadounidenses artificiales podría generar cerca del 10% de la producción eléctrica anual del país.
La capacidad global instalada de paneles flotantes supera los 2 GW
La flotante es un buen aliado en lugares donde resulta costoso comprar terrenos, o estos son escasos (por ejemplo, en las islas) o hay que compartirlos con otros usos ganaderos y agrícolas o en zonas naturales protegidas. En todos esos casos, muchas veces, es muy difícil instalar paneles en el suelo, pero sí se pueden aprovechar las masas de agua existentes. «Es un segmento del mercado que en diversas situaciones puede llegar a ser la mejor opción, sin entrar en competencia con la solar del suelo y techo», considera Andrés Franco, CEO de Isigenere, una ingeniería que desarrolla su propia tecnología flotante (Isifloating).
Donde escasea la tierra
Eso explica que esté resultando una alternativa muy atractiva para países densamente poblados y con poca tierra disponible, como es el caso del sudeste asiático. De hecho, un informe de 2018 del Banco Mundial y el Seris («Where sun meets water») apuntaba que China se había convertido en líder de este mercado seguida de Japón, Corea del Sur y Taiwán. «Si el futuro es fotovoltaico, quien no tiene terreno, mira al agua, como Vietnam, Bangladés e Indonesia», asevera Javier Gala, director de Renovables de la consultora Mercados–Aries International. En Europa, Reino Unido, Países Bajos y Noruega han comenzado también a hacerlo.
En España es una industria incipiente, aunque el sector espera que la nueva Estrategia Nacional de Fotovoltaica Flotante, cuya aprobación será en breve, según anunció hace unos días la vicepresidenta cuarta del Gobierno Teresa Ribera, dé un impulso a esta actividad. De momento, hay proyectos y diversas experiencias sobre todo en comunidades de regantes, viñedos... para autoconsumo. «Tenemos mucho terreno disponible en zonas rurales para instalar paneles en el suelo, quizá por eso no se ha desarrollado tanto la fotovoltaica flotante, pero hay toda una casuística donde a veces no es posible construir: por normativa, o porque se trata de zonas escarpadas o montañosas, o en una explotación intensiva donde el terreno es muy valioso», apunta Rogelio Aranda, responsable de Operaciones de la empresa de ingeniería Greening-e. «Para un agricultor que quiere hacer una instalación renovable resulta más fácil no quitar una hectárea de sus cultivos y aprovechar la balsa de irrigación con placas flotantes, donde hay agua acumulada para el regadío», explica Andrés Franco.
Los paneles solares flotantes generan entre un 5 y 15% de energía que los terrestres
Además, se beneficia de otras ventajas. Las placas solares se refrigeran con el agua, produciendo entre un 5 y 15% más de energía que si estuvieran sobre el suelo. «A partir de 25 grados, por cada grado que se calientan, los paneles producen un 0,4% menos de energía. Con el agua se refrescan y no alcanzan esas temperaturas», señala Franco. Cubrir parte de una superficie de agua también tiene un efecto añadido: se reduce la evaporación hasta un 80% y, por tanto, hay mayor disponibilidad de este recurso, un enorme beneficio en zonas con alto riesgo de sequía. E incluso los paneles reducen la proliferación de algas y otros microorganismos, algo también muy útil para balsas de riego y en pantanos o masas de agua con ecosistemas naturales. Javier Gala recuerda otra de las bondades de esta tecnología: «Tiene menos impacto visual que una planta en tierra porque la inclinación y altura de los paneles son menores». Y esto también es importante, como señala Javier Carroquino, director de Tecnología y Estrategia de Intergia, una ingeniería que desarrolla proyectos en el medio rural y que además investiga la utilización de esta tecnología en líquidos diferentes al agua. «Ahora —comenta— existe un gran debate sobre instalar fotovoltaica más sostenible, colocarla donde genere menos impacto sobre el terreno. De ahí, que los paneles flotantes sean una alternativa en diferentes situaciones».
La voz de los regantes
De todas esas ventajas da cuenta el vicepresidente de la Comunidad de Regantes de Mérida, Francisco Sánchez Bautista, que cuenta con una de las mayores plantas fotovoltaicas sobre agua de España. Son 2,5 hectáreas que generan 2,1 MW para el autoconsumo. «La energía supone el 70% de nuestros costes —expone Bautista—. Tenemos sol, pero no disponíamos de terreno para instalar paneles en el suelo, porque deberíamos haber expropiado a nuestros regantes. Por eso optamos por instalar placas flotantes en la balsa de irrigación. La energía que genera durante el día nos supone un ahorro de entre el 20 y 30% anual y esperamos amortizar la instalación en ocho o diez años».
Cubrir con paneles entre un 3 y 4% de un embalse duplicaría la capacidad de generación de una central hidroeléctrica
Para volcar a la red eléctrica la energía que genera la fotovoltaica flotante se mira a las centrales hidroeléctricas. Son dos fuentes renovables que se complementan, como sugiere el informe del Banco Mundial. Cubrir con paneles solares entre el 3 y 4% de un embalse podría duplicar la capacidad de generación de una central, compensar la variabilidad de la producción solar y compartir ambas la misma infraestructura. «El principal potencial de la tecnología flotante es en embalses. Y es enorme. Además, ayudaría a potenciar la industria local», afirma Paula Santos, directora técnica de UNEF (Unión Española Fotovoltaica). Tiene su sentido, considera Javier Gala: «Las hidráulicas no pueden trabajar 24 horas al día durante 365 días al año. Muchas de estas plantas vierten energía a la red por la noche. Así que una fotovoltaica flotante generaría energía durante el día y aprovecharía la misma subestación para evacuar a la red».
Laboratorio en Cáceres
La única planta de España que vierte energía a la red eléctrica se encuentra en el embalse de Sierra Brava (Zorita, Cáceres). Tiene una superficie de 12.000 m2, lo que supone el 0,07% del total de 1.650 hectáreas que ocupa el pantano. Es el laboratorio de pruebas de Acciona para ensayar en un entorno real diferentes tecnologías y analizar su rendimiento, productividad y los costes de instalación y mantenimiento.
En el sector agrícola, en hidroeléctricas, en compañías de gestión de agua... hay muy diferentes tipologías de masas de agua donde a la fotovoltaica flotante se le puede sacar provecho, como enumera Andrés Franco: «En los canales de Isabel II de este mundo que tienen cuerpos de agua, depuradoras, desaladoras; en balsas de agua no productivas de antiguas canteras de extracción de minerales, en balsas que tienen diferentes industrias para la extinción de incendios o para refrigerar los hornos de procesos productivos, en piscifactorías...».
En todo ese mercado, España cuenta con inmejorables cartas para jugar su partida. La solar es una tecnología ‘made in Spain’ pues hasta el 65% de los equipos se pueden fabricar aquí, según datos de UNEF. Hay compañías españolas entre los diez mayores fabricantes a nivel mundial. Por tanto, en fotovoltaica flotante no hay que dejar escapar la oportunidad. «Contamos con instaladores de anclajes y de infraestructura, con empresas que fabrican flotadores, cables y conexiones, con otras que desarrollan tecnología...», detalla Andrés Franco. «La tecnología funciona y es un hecho. Hay suficiente experiencia operativa, hemos pasado de construir plantas de pequeño tamaño, de 100KW, a grandes instalaciones de 500 MW», defiende Javier Gala.
Pero hay detalles por limar. De momento es una tecnología más cara que su hermana en el suelo. Entre un 20 y 30%. «El reto es su curva de aprendizaje para abaratar los componentes. Si empieza a haber un mercado para la flotante todo bajara de precio. Falta ese desarrollo a nivel comercial», sostiene Arturo Buenaventura, director de Hidráulica y Medio Ambiente de Magtel, una constructora e ingeniería.
Optimización técnica
Claro que a nivel técnico también hay que optimizar algunos detalles, sugiere Paula Santos: «Un reto es intentar evitar que la estructura no se rompa si el nivel del agua desciende a cero. Además hay que estudiar cómo mejorar las instalaciones para su mantenimiento, la logística, el cableado...». «También mejorar el diseño de los flotadores sobre los que se colocan los paneles solares, para que pesen menos, puedan ser apilados fácilmente y transportados...», añade Javier Carroquino.
El propio informe del Banco Mundial advierte de algunos desafíos, por ejemplo los posibles efectos que estas plantas puedan tener en la calidad del agua, las complicaciones relacionadas con el anclaje y amarre de las instalaciones, y de mantener algunos componentes en particular los eléctricos. «Es un sistema más complejo. La tierra no se mueve pero el agua siempre esta en movimiento», explica Andrés Franco. Aún así, el informe del Banco Mundial no deja de reconocer las grandes oportunidades que abre la energía solar flotante para el planeta.
Nueva normativa
Falta otro fleco por atar: una regulación que dé mayor seguridad a esta industria y que se espera venga con la Estrategia Nacional de Fotovoltaica Flotante que prepara el Gobierno. «Falta una normativa que deje claro cuáles son las reglas de juego», considera Arturo Buenaventura. «Son diversas cuestiones —matiza—: desde cómo es la tramitación de estas instalaciones, qué tipo de autorización requieren (de uso o una concesión), qué tipo de canon cobraría la Confederación Hidrográfica por hacer un uso de la lámina de agua, a cuestiones de seguridad de las presas, que características debe tener la planta para que no afecte a la seguridad de un pantano». Pormenores que, una vez resueltos, darán la oportunidad de que una nueva industria despegue en España.
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