Las empresas se zambullen en la innovación para diluir su huella hídrica

Reducir el consumo de agua es un reto que diversas compañías (sobre todo de alimentación, bebidas y textiles) persiguen desde hace años dentro de su estrategia de responsabilidad social corporativa (no hay normativo que obligue a hacerlo). Por ejemplo, Coca-Cola, Mahou San Miguel, Inditex, C&A, Nestlé... llevan tiempo trabajando en ello. De hecho, un reciente informe de AECOC indica que el 69,8% de las compañías de gran consumo habían implementado estrategias para reducir su gasto de agua. Precisamente, «las empresas más intensivas en agua son las del sector alimenticio y de bebidas, y a la vez son las más concienciadas con su huella hídrica porque forma parte de su negocio. Es un riesgo para ellas perder este recurso», estima Sofía Tirado, investigadora de la Cátedra Aquae de Economía del Agua.

La huella hídrica es un concepto más amplio que reducir el agua que gastamos. Es un indicador medioambiental que mide el volumen de agua dulce utilizado y contaminado a lo largo de toda la cadena de producción de un bien de consumo o servicio. «Implica todo el ciclo del agua para la producción de un producto. Una hamburguesa requiere 2.400 litros. Es su huella hídrica, que se remonta al agua necesaria para cultivar los alimentos que come la vaca, el uso de los fertilizantes para el cultivo, la elaboración y procesado de la hamburguesa, su transporte.. . O la huella hídrica de un pantalón vaquero abarcaría desde el cultivo del algodón hasta cuando, al final, acabe en un vertedero», cuenta José Luis Canga, asesor de Huella Hídrica de CGB consultores y Abaleo.

Se estima que la agricultura consume el 70% de los recursos de agua a nivel mundial, la industria un 20% y los hogares un 10%. De ahí que las industrias agroalimentarias y de bebidas sean los sectores que cuentan con mayor huella hídrica. Sirva un dato: «Un español medio tiene una huella hídrica diaria de 3.496 litros, de los cuales 3.192 es agua consumida para producir los alimentos que ingerimos», señala Yago Lorenzo, responsable técnico del Área de Sostenibilidad de Cetaqua (Centro Tecnológico del Agua).

Pero el agua se necesita en otros muchos procesos productivos: para textil, papel, plásticos, materiales de construcción, incluso para automóviles y en la fabricación de semiconductores... El último índice de impacto del agua CDP-Water Watch revelaba que el sector textil, los combustibles fósiles y los servicios financieros eran, entre 200 industrias, las que tenían mayor consumo de agua.

Conocer la huella hídrica en un proceso industrial y actuar para reducir su impacto no solo contribuye a la lucha contra el cambio climático. Aporta otras ventajas. «Al reducir el consumo de agua hay un ahorro económico, mejora la reputación corporativa y el posicionamiento de la empresa, que además obtiene reconocimiento externo por realizar acciones voluntarias de reducción del impacto sobre los recursos hídricos. Atrae inversionistas y clientes sensibilizados con el cambio climático», considera Patricia Gómez, consultora de proyectos de Ecoterrae.

Y en España actuar sobre la huella hídrica y gestionar el agua «es de vital importancia», asegura Lorenzo. «Somos un país -continua- con gran parte del territorio bajo condiciones climáticas que producen un déficit hídrico. Por otro lado, tenemos un sector primario y agrícola de gran importancia, lo cual agrava el déficit en algunas cuencas».

¿Y qué están haciendo nuestras empresas con su huella hídrica? Los expertos coinciden: son todavía pocas las que calculan el ciclo del agua en toda la cadena de valor de su producto. No obstante, «en los últimos años ha aumentado el interés y cada vez más organizaciones empiezan a manejar su huella hídrica como un indicador más dentro de la organización», indica Lorenzo. Prueba de ello es que se ha constituido EsAgua, una red de 30 empresas españolas comprometidas con la huella hídrica.

Para ello algunas mejoran e introducen cambios en sus procesos productivos, «reducen el riesgo en sus operaciones, incorporan innovaciones tecnológicas, como digitalización de los de cultivo; o depuran sus aguas y la reutilizan en agricultura o para regar parques o, de nuevo, en el propio proceso; otras compensan su huella hídrica con actuaciones para mejorar los ecosistemas», detalla Sofía Tirado. «La huella hídrica ha de trabajarse en toda la cadena de valor, también con proveedores más sostenibles, con la gestión de los residuos...», matiza Lorenzo.

Un ejemplo es la empresa minera Atalaya Mining, que explota la mina de Riotinto (Huelva) y que analizó su huella hídrica entre 2016 y 2019. «Necesitamos agua para el proceso de producción de concentrado de cobre», explica Emilio Sanjuan, responsable de Medio Ambiente de esta compañía. Una vez calculada su huella hídrica, «hemos mejorado los procesos y optimizamos todos los equipos.Esto redunda en un menor consumo por tonelada de cobre producida. Además, gestionamos el circuito del agua, de tal forma que del consumo total de agua más del 80% es agua recirculada. Es decir, reutilizamos nuestro agua y no la vertemos. Tenemos una política ambiental de vertido cero», señala Sanjuan.

También Emasagra, la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada (y otros 14 municipios de la provincia), mide cada dos años su huella hídrica. «En 2020 la reducimos un 27,85%. Nuestra política ha sido siempre obtener un buen rendimiento de la gestión del agua, evidentemente es uno de nuestros valores», afirma Isabel Ruiz, responsable del Área Sistemas Gestión Integrados. Para ello realizan desde campañas de concienciación a los consumidores hasta inversiones para mejorar las canalizaciones de la red de distribución y apuestan por diferentes tecnologías en diversas actividades. «Tenemos sensores conectados a tuberías para la detección temprana de fugas y también utilizamos gas helio», cuenta Ruiz. Y los resultados están a la vista: con el agua que recuperaron en un año detectando fugas podría llenar 400 piscinas olímpicas. En sus dos plantas depuradoras de aguas residuales, eliminan las impurezas del agua y reutilizan una parte y otra la devuelven al río Genil.

Para Heineken España el agua es un recurso indispensable ya que supone el 95% del contenido de las cervezas que elabora. En 2020 ha reducido más de un 31% (con respecto a 2008) el consumo de agua en sus cuatro fábricas en España: Sevilla, Jaén, Madrid y Valencia. También depura el 100% de las aguas residuales generadas por la limpieza de envases y mantenimiento. Y pretenden devolver el 100% del agua de sus cervezas a su fuente de origen: los ríos. Para ello ha llevado a cabo actuaciones en Doñana, La Albufera y el río Jarama, con el fin de mejorar sus ecosistemas.