Los elevados costes energéticos dejan en evidencia la enorme dependencia de España
Nuestro país importa el 100% del petróleo que consume, el 99,9% del gas y el 100% del uranio para las nucleares
Buques metaneros, así con las moles del mar
Planta regasificadora de Enagás en Barcelona
España es uno de los países europeos con mayor grado de dependencia energética del exterior en la UE. Concretamente, casi el 78%, según los últimos datos de Bruselas correspondientes a 2019.
Ese dato se debe a que estamos obligados a importar todo el petróleo ... que se consume, lo mismo que sucede con el gas (99%) y el uranio para las centrales nucleares. En cuanto a la producción de electricidad, el 63% es autóctona (renovables).
Mientras, el Gobierno de coalición y sus socios han prohibido desde abril pasado cualquier nuevo proyecto de exploración y producción de hidrocarburos en todo el territorio, incluso en aguas marinas, según la ley de Cambio Climático.
Cabe destacar que en verano cerró la plataforma Casablanca (frente a las costas de Tarragona), la única que extraía petróleo, por su escasa rentabilidad, poniendo fin así a 60 años de producción de crudo en España. Y en gas contamos con tres yacimientos cuya producción no llega al 1% de la demanda nacional.
Precisamente, el hecho de que la cotización internacional del gas natural se haya triplicado desde el verano, ha provocado que se disparen los precios de la electricidad, lo que ha agravado la histórica dependencia energética de nuestro país. Así, el gas costaba en julio 34 euros el megavatio hora (MWh) y hace unos días rozó los 100 .
A esas cuestiones hay que añadir el anunciado cierre del gasoducto del Magreb que trae hasta las costas de Tarifa (Cádiz) casi el 25% del gas que consumimos procedente de los yacimientos de Hassi R’Mel, en el sur de Argelia. El Gobierno de Pedro Sánchez no ha conseguido doblegar la postura argelina, consecuencia del conflicto que mantiene con su vecino Marruecos, a pesar de ciertos favores, como la atención sanitaria al líder del Frente Polisario Brahim Gali. Esto enfadó enormemente al Rey de Marruecos, que mandó a varios miles de súbditos a entrar en Ceuta.
Sin embargo, en agosto, el monarca Mohamed VI anunció una «nueva etapa» en las mermadas relaciones con España acuciado ante las pretensiones de Argelia, confirmadas recientemente, de cerrar el gasoducto del Magreb. Sin embargo, esa petición de auxilio del monarca para que España mediara ante Argelia tampoco ha tenido éxito. Esta infraestructura discurre a través de territorio marroquí a lo largo de 525 kilómetros. Por ello, Marruecos ingresa unos 200 millones de euros anuales por peajes.
Cierre del gasoducto del Magreb
La clausura del gasoducto del Magreb, prevista para mañana, pone de manifiesto la dependencia energética de España. En condiciones normales, nuestro país no debería tener problemas de suministro , ya que el gas que llega actualmente por ese gasoducto se desviará al segundo con el que contamos, el Medgaz, que lleva directamente hasta Almería el gas procedente de Argelia.
Las autoridades de este país han garantizado los contratos de suministro, es decir, que el gas que no pueda venir por el Medgaz lo hará en buques metaneros. El problema es que actualmente, con la crisis mundial del transporte de mercancías, no sobran los metaneros. Pero el riesgo más grave está en la posibilidad de que el gasoducto Medgaz sufra cualquier incidente , lo que dejaría a España sin su principal vía de importación de gas.
Desde el sector gasista siguen el caso con «preocupación», pero confían en que no haya problemas de suministro con la llegada del invierno.
En los primeros siete meses de este año, el 51% del gas importado por España llegó por los dos gasoductos y el 49% en buques en forma de gas natural licuado (GNL). Estos metaneros descargan en las plantas regasificadoras de Barcelona, Cartagena, Huelva, Gijón, Bilbao y Sagunto. Hasta este semana habían descargado en ellas 197 buques, según datos de Enagás, el gestor del sistema gasista.
Estas instalaciones y la diversidad de países proveedores (más de una docena) garantizan notablemente la llegada del gas que necesita España, que este año procede en un 49% de Argelia, un 10,7% de Rusia, un 9,7% de Nigeria y un 9,5% de EE.UU. .
Nuestro país tiene también dos pequeños gasoductos que conectan con la red francesa (Larrau-Alçay e Irún-Biriatou), y otros dos con Portugal (Badajoz-Campo Maior y Tuy-Valença do Minho) pero el volumen de gas que discurre por ellos es muy pequeño.
En cuanto a la producción interior, contamos con dos pequeños yacimientos: El Romeral (Sevilla), con una producción de 15,9 GWh hasta julio; Poseidón (frente a la costa de Cádiz) , con 42 GWh; y el más importante, Viura (la Rioja) , con 219,2 GWh. Suman el 0,13% de los 208.154 GWh importados por nuestro país en ese periodo. Todo el gas que se produce en España en un año no terminaría de llenar uno solo de los cientos de buques metaneros que navegan por el mundo.
En el caso del petróleo, se importan una treintena de tipos de crudo procedentes de una quincena de países. Hasta julio fueron 31,3 millones de toneladas. Destacan Nigeria (19,3% del total), México (14%) y Libia (13,3%). De Venezuela ya no viene petróleo desde hace meses por las presiones y sanciones de EE.UU.
Esta variedad de procedencias nos hace más fuertes ante posibles conflictos geopolíticos. Sin embargo, donde no podemos hacer nada es en los precios internacionales del crudo, que también se han disparado. A comienzos de año, un barril de Brent costaba 50 dólares y esta semana ha alcanzado los 86, es decir, un 72% más.
Este incremento ha obligado al Gobierno a corregir el escenario macroeconómico previsto para este año , que era de 46,6 dólares el barril como precio medio. En su proyecto de Presupuestos para 2022 eleva esa previsión a 71,6 dólares para 2021 y sitúa en 60,4 dólares el precio medio en 2022.
También exportamos gasóleos
En el caso del petróleo, como sucede en el del gas, nuestro país cuenta con las infraestructuras adecuadas, con refinerías distribuidas estratégicamente en Cádiz, Bilbao, Cartagena, Castellón, A Coruña, Huelva, Puertollano y Tarragona. En ellas, de las más eficientes de Europa, se produce prácticamente el 100% de los carburantes y demás derivados del petróleo que se consumen en nuestro país. De ellos, el 42,8% son gasóleos, el 16,4% gasolinas y el 14,6% querosenos para la aviación.
Incluso, exportamos combustibles, sobre todo gasóleo (4,6 millones de toneladas hasta julio), ya que la demonización de este carburante por el Gobierno ha provocado un descenso vertiginoso de las matriculaciones de vehículos con motores diésel. Rusia e Italia son los destinos del gasóleo. De gasolina hemos exportado este año 2,7 millones de toneladas.
La demanda interna hasta julio fue de 17,6 millones de toneladas de gasóleo (+8,6% que en el mismo periodo del año pasado) y 2,8 millones de toneladas de gasolinas (un 26,4% más), según datos de Cores, corporación tutelada por Transició Ecológica.
Donde también somos 100% dependientes es del uranio, combustible de las centrales nucleares que son las que más electricidad producen. Se importa de Rusia, Uzbekistán y Canadá. Los precios del mercado de concentrados de uranio se han mantenido estables hasta finales de agosto, cuando se incrementaron un 68%, «subida puntual especulativa que no parece sostenible en el tiempo», según fuentes del sector.
Por su parte, el mercado eléctrico es el menos dependiente del exterior, ya que las energías propias, como la hidráulica, eólica y solar, produjeron el 63% de los casi 150.000 gigavatios (GWh) consumidos hasta julio. El 37% restante corresponde a nucleares, ciclos combinados de gas y al carbón.
Importamos electricidad de nucleares y carbón
A pesar del grave déficit que tenemos en las interconexiones con Francia , es decir, con Europa, se producen diariamente intercambios de electricidad, tanto con ese país como con Portugal y Marruecos (cabes submarinos bajo el estrecho de Gibraltar). Hasta julio, el saldo es importador en 2.413 GW. Por ejemplo, de Francia se ha importado casi un 5% de la demanda total y les hemos vendido un 2,5% de esa cifra.
Se da la paradoja de que España importa de Francia electricidad generada en nucleares mientras aquí se ha puesto fecha de caducidad a nuestras plantas. Incluso, se compra electricidad a Marruecos producida con carbón, materia prima que casi ha desaparecido en nuestro país por imposición del Gobierno de coalición.