Calviño ya admite que la economía crece al 4,6%, lejos de la previsión oficial del 6,5% para 2021
La última actualización de indicadores difundida por el Ministerio asume la desaceleración del crecimiento y refleja el impacto de Ómicron y la inflación sobre el crecimiento
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en el Congreso
La última actualización de datos sobre coyuntura del Ministerio de Economía ya indica que la economía española cerró el tercer trimestre del año creciendo a un ritmo del 4,6% , bien lejos del 6,5% que marca el objetivo de crecimiento del cuadro ... macro del Gobierno para este año y en línea con las previsiones que organismos internacionales e institutos de análisis han circulado en las últimas semanas.
El cuadro de indicadores que acaba de publicar el departamento que dirige Nadia Calviño ha venido a aportar la primera señal compatible con el reconocimiento de un contexto de desaceleración económica tras semanas de mensajes optimistas.
Fuentes del Ministerio de Economía aclaran que el dato incluido en su cuadro de indicadores refleja el crecimiento registrado en los tres primeros trimestres de 2021 , respecto a los tres primeros de 2020, por lo que mide la comparación entre lo más duro del golpe económico de la pandemia y la supuestamente vigorosa recuperación de la economía. Según los analistas ese ritmo de crecimiento al tercer trimestre convierte en imposible de alcanzar el objetivo gubernamental.
Una previsión desfasada
Las proyecciones de organismos internacionales e institutos privados de análisis hace tiempo que han dejado desfasada la previsión oficial , que el Gobierno se ha negado rotundamente a cambiar en las últimas semanas pese al goteo permanente de revisiones a la baja para España .
El relato del Gobierno sobre el particular se ha alejado de las cifras y se ha centrado en el mantra de la recuperación económica vigorosa y de las favorables expectativas para el año 2022, más allá de revisiones al alza y a la baja a las que Economía resta importancia y que atribuye al contexto de incertidumbre, según se ha encargado de recalcar la vicepresidenta Calviño. Por el camino también ha dejado alguna señal de que daba por perdidas sus previsiones para este año . Como cuando el número dos de Calviño recordó que las previsiones no están escritas en piedra, cuando se le cuestionó sobre el impacto de la espiral inflacionista sobre el PIB.
La inflación solo ha sido uno de los factores que ha influido en la ralentización de la economía española en el tramo final del año. El Banco de España mencionó la semana pasada otros elementos como la menor aportación al crecimiento de los fondos europeos respecto a lo esperado o una desaceleración del consumo privado, al calor de la incertidumbre causada en los hogares por la nueva variante del virus, Omicron, como otras causas que han lastrado el desarrollo de la economía española en las últimas semanas.
Preocupa la inflación
Con todo el pescado vendido para 2021, la preocupación del Gobierno se centra ahora en hacer lo posible para no comprometer el desempeño de la economía durante 2022 y una de los primeros objetivos es impedir que la inflación genere efectos de segunda ronda.
El último dato de IPC correspondiente al mes de noviembre ya mostró cómo la espiral inflacionista se ha empezado a filtrar a más de la mitad de las rúbricas a partir de las cuales se construye el indicador oficial de los precios, con especial intensidad en los alimentos frescos y determinados productos de consumo propios de estas fechas.
La vicepresidenta económica ha debido ver el escenario inquietante porque ya ha deslizado los primeros mensajes llamando a la cautela de empresas y sindicatos en la negociación colectiva para impedir que lo que desde el Gobierno se continúa observando como un fenómeno transitorio se consolide en la economía vía salarios, como se ha advertido también desde lugares como el BCE.
El Banco de España ya advirtió la semana pasada de que uno de los principales riesgos a los que se enfrenta el crecimiento español el próximo año es que la presión inflacionista se mantenga durante más tiempo del esperado –entienden que se desactivará alrededor del verano– y eso lleve a una traslación de las presiones de precios a los salarios, lo que en su opinión no sólo limitaría la capacidad de las empresas de invertir sino que comprometería el crecimiento.