El despertar del comercio justo en España se enfrenta a la pesadilla de la crisis
El auge del consumo consciente elevó la venta de estos productos un 88% en 2019, pero la pandemia amenaza su despegue
Fernando Morales
La cesta de la compra de las familias españolas es cada vez más respetuosa con el medio ambiente. Los productos certificados como comercio justo son poco a poco más habituales en las despensas y mesas de una sociedad que es cada vez más consciente – ... pero no lo suficiente– de la necesidad de consumir productos que hayan sido elaborados en un proceso sostenible no solo a nivel medio ambiental sino también económico y social. Es decir, un artículo «de calidad», con un precio justo y realizado por trabajadores que cuenten con unas condiciones laborales «dignas».
Este aumento de la demanda se vio reflejado en 2019, cuando la venta de productos con el sello de certificación de comercio justo Fairtrade en España superó los 130 millones de euros, un incremento del 88%. Esto representa una venta media por español de 2,9 euros por persona y año, un número «positivo» teniendo en cuenta que en 2018 solo fue de 1,67 euros de media. Ahora bien, aunque las comparaciones son odiosas, el consumo es mucho mayor en Europa, con una venta media de 14 euros. «En otros países lleva mucho más tiempo este movimiento», declara Alessandro Baldassarri, director general de Chocolates Solé, que ve que en España es ahora, «por suerte», cuando está arrancando.
De cara a 2020, desde Fairtrade viven en un «optimismo realista». Son optimistas porque los consumidores son más conscientes y las empresas, por su lado, tienen cada vez más interiorizado en su ADN que la apuesta por la sostenibilidad «es una moda que se va a quedar». Pero aunque el director de Fairtrade Ibérica, Álvaro Goicoechea, espera buenos resultados en los próximos meses, es consciente del periodo de incertidumbre que atraviesa la sociedad. Y esto ya ha afectado al sector. Aunque Baldassarri no quiere ser negativo, apunta que ya han visto como han disminuido las ventas desde el inicio de la pandemia. Esto se debe a que, aunque este tipo de productos, según Goicoechea, se consumen más en la zona norte del país, si reconoce que en las áreas costeras hay empresas turísticas o cadenas de supermercado «que, sabiendo que hay muchos europeos que demandan estos productos, los ofrecen en sus lineales». Aún así, ve en la pandemia, aunque cuesta encontrarlo, un dato positivo: «Tanto las empresas como los consumidores están apostando por la solidaridad, algo que se ve reflejado en actos de compra responsables».
Más demanda personal
A su favor también juega el hecho de que el 99% de los productos de comercio justo provengan del sector de la alimentación , «uno de los menos afectados por la crisis». Ello ha hecho que, aunque en la segunda ola de la pandemia predomine no tanto la solidaridad sino el egoismo del consumidor respecto a los actos de compra y sus decisiones, «la gente, al no poder salir a la calle a disfutar de un pequeño café o chocolate, quiere vivir más el momento», lo que ha incrementado las ventas de chocolate y cervezas, entre otros productos, explica Goicoechea.
Por otro lado, y en comparación con la crisis de 2008, aunque la situación en el mercado laboral es complicada, Baldassarri cree que quien sigue con actividad «no tiene el miedo de otras veces», por lo que sigue consumiendo unos productos sostenibles que, a pesar de lo que se pueda pensar, no siempre son más caros . «Es más la percepción que la realidad» aseguran desde Chocolates Solé. Aunque el producto Fairtrade no siempre es más caro, sí reconocen que las materias primas a veces sí encarecen el precio de producción para poder pagar una cantidad digna a una persona de un país en desarrollo.
Pero comprando este tipo de productos no solo se echa una mano a los pequeños comercios de barrio sino que se está ayudando, en palabras de Fairtrade, «a la persona que está en Colombia produciendo el café». Y es que para que una empresa cuente con esta certificación tiene que comprar dentro de las 13.000 cooperativas productoras que cuentan con el sello, donde hay 1,2 millones de productores y casi cuatro millones de personas trabajando.
Sin embargo, a pesar de los notables avances que ha experimentado esta alternativa comercial, desde Fairtrade ven necesario una mayor concienciación sobre los beneficios de consumir productos responsables. Para ello, Goicoechea cree que lo que hace falta es formar e informar a los consumidores, empresas y entidades públicas sobre lo que es la sostenibilidad y sobre todo lo que envuelve el comercio justo.
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