Cuando Tres Cantos estaba en la vanguardia de los semiconductores

Por diversos avatares en el mercado la planta pasó de mano en mano. En 1996 formó parte del grupo Lucent Technologies, en 2000 de Agere Systems y terminó en manos de BP con un cometido bastante diferente para el que había sido construida: dejó de fabricar circuitos integrados y se dedicó a la producción de paneles fotovoltaicos. Hoy día está cerrada a cal y canto. «Fue un centro de fabricación de chips muy moderno y avanzado, que estuvo operativo varios años», recuerda Joan Jané, profesor de IESE.

Se perdió una oportunidad, pero ocurrió en otros muchos países. «Muchas empresas fueron deslocalizando sus centros de fabricación por una cuestión de costes-beneficios y las trasladaron a países emergentes», cuenta Eduardo Valencia, de Ametic. Hoy hemos pagado el precio de aquellas decisiones, porque dependemos de terceros en el suministro de microprocesadores y semiconductores.

Hoy día la industria de microchips y semiconductores en España está formada por pymes y startups que sobre todo se dedican al diseño de chips y alguna a la parte final del proceso de fabricación: encapsulado, ensamblado y testeo. Precisamente, la empresa madrileña KDPOF ha manifestado su interés de trasladar también a Tres Cantos una planta de gran volumen para desarrollar esta última parte del proceso. Esta compañía trabaja dentro de la industria del automóvil, así que sus primeros chips ensamblados y testeados en España irían dirigidos a esta industria, no obstante, no descartan la posibilidad de expandirse a otras.

También en nuestro ecosistema de semiconductores hay representación de multinacionales. Es el caso de la compañía estadounidense MaxLinear, que ha establecido una división en la localidad valenciana de Paterna. Realmente el origen de este departamento es una empresa tecnológica española (DS2) que surgió hace 20 años y pasó por varias etapas hasta ser comprada por la americana. Ahora se dedica al diseño de chips para cualquier tipo de comunicaciones, por cable, wifi o wireless. «Nuestros chips tienen muchas aplicaciones y son de tecnologías avanzadas: para transmisión de información por la red eléctrica, para la red 5G, para Wifi 6... Estamos trabajando en un proyecto para diseñar un chip para Wifi 7 que se desplegará en cuatro o cinco años y hemos desarrollado también un chip en tecnología de 5 nanómetros», cuenta Marcos Martínez, director de estándares en MaxLinear.

Martínez da una idea de la complejidad de estos procesos: «Desde que se decide hacer un chip hasta que sale en los primeros productos al mercado pueden pasar tres años». En ello intervienen muchos actores: «Un chip –detalla– puede pasar por siete países diferentes en su proceso de fabricación y cada país está especializado en una fase del proceso. Esto no se puede comparar con una industria clásica. La microelectrónica es un mercado global».