Consecuencias para el bolsillo de que la deuda pública se haya disparado a su mayor nivel desde 1902
El pasivo de las administraciones aumentó en 122.000 millones el pasado año en lo que ya supone una factura para las próximas generaciones del 117,1% del PIB
Terraza de un bar en Alicante en plena pandemia
La deuda pública cerró 2020 con 1.311.298 millones de euros, un montante récord en términos absolutos que supone 122.438 millones más que en diciembre de 2019, según los datos del Banco de España. Según fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos, ello supone ... un 117,1% del PIB. Un volumen que, en términos relativos, la economía española no había soportado desde hacía 118 años, según el FMI, cuando en 1902 la economía española aún engullía los efectos de las guerras coloniales que acabaron con la pérdida de Filipinas y Cuba y marcó un 123,61% del PIB. El Ejecutivo esperaba cerrar 2020 con un 118,8% del PIB y 2021, con un 117,4%.
El aumento de la deuda se corresponde con el alza del gasto desplegada para atender las mayores necesidades sanitarias, sociales y educativas por los servicios públicos, además del pago de los ERTE y las prestaciones por cese de actividad ocasionadas por la correspondiente crisis económica provocada por la epidemia y las restricciones aprobadas.
¿Cómo afectará al bolsillo de los españoles este aumento de la deuda?
El aumento del pasivo se corresponde prácticamente con los 120.000 millones que el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, señaló hace un mes que el supervisor había adquirido de bonos españoles en 2020. Ello ha provocado que pese a que España debe más que nunca, el interés al que se endeuda esté bajo mínimos, con un coste medio del 0,18% en la deuda nueva que se emite y uno del 1,86% en la deuda total en circulación. Esto hace que la carga de intereses no se haya disparado pese al incremento del apalancamiento.
¿Y a largo plazo?
A largo plazo presenta más problemas. El BCE retirará su programa de compras en algún momento y España se quedará sin este soporte. Si para entonces sus finanzas no están saneadas o no tiene indicadores económicos sostenibles (el Ejecutivo espera que este año el déficit esté en el 7,7% del PIB, que la economía no recupere en 2021 su nivel precrisis y que el paro esté por encima del 17%), los mercados pueden elevar los intereses de la deuda española. A ello se le suma que cronifica la pérdida de recursos públicos año a año para inversión a futuro que supone el pago de intereses de deuda, que en 2021 se llevarán 31.000 millones, frente a los 25.900 de 2020.
¿Quiénes serán los más afectados por este alza de la deuda?
Los jóvenes. La deuda que se emite ahora es una factura que pesará sobre las siguientes generaciones, que serán las que la pagarán en su totalidad y enfrentarán estos menores recursos públicos para servicios o inversiones. Ello restará potencial de crecimiento a la economía y la hace más vulnerable a futuras turbulencias. La Comisión Europea espera que España siga aumentando su deuda pública en los próximos años, hasta el 141,2% del PIB en el año 2030.
¿Cómo se puede acelerar la reducción de deuda?
El crecimiento de la economía puede diluir el peso de la deuda en el PIB, mientras que la obtención de superávit primario –es decir, descontando el pago de intereses– permite adelgazar la necesidad de emisiones para cubrir el desequilibrio de las finanzas públicas. Hasta que la economía no alcance su pujanza pasada no se recuperará la recaudación precrisis, y seguirá arrastrando un fuerte gasto público en prestaciones de desempleo. Es decir, el déficit público seguirá siendo elevado en los próximos años. La Comisión Europea espera que en 2020 España cierre con un déficit del 9,9% descontando el pago de intereses, que en 2030 será del 1%. El hecho de que la economía no se haya recuperado aún dificulta aún más la aprobación de subidas de impuestos o reducciones de gasto, por el daño mayor que pueden inflingir a la economía en un momento delicado. Del lado del crecimiento, los fondos europeos pueden permitir el alza del crecimiento potencial de la economía española, pero esto dependerá de su buen uso y de si se acompañan de reformas que eleven la productividad. A ello se le suma, a corto plazo, potenciar la campaña de vacunación y sortear el impacto de futuras olas de contagios en la sociedad y, por ende, en la economía.